El 11 de junio de 1873 en España se proclama la República Federal bajo la presidencia de Francisco Pi y Margall.

https://www.youtube.com/watch?v=vFYgsaf-xYc

Primera República Española

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España
República Española
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Extensión de la primera República Española

Capital Madrid
Idioma oficial Español
Gobierno República federal (1873-1874)
República unitaria bajo dictadura militar (1874)
Presidente del Poder Ejecutivo
 • 1873 Estanislao Figueras
 • 1873 Francisco Pi y Margall
 • 1873 Nicolás Salmerón
 • 1873-1874 Emilio Castelar
 • 1874 Francisco Serrano y Domínguez
Legislatura Cortes
Período histórico Siglo XIX
 • Abdicación de Amadeo I 11 de febrero de 1873
 • Golpe de Pavía 3 de enero  de 1874
 • Pronunciamiento de Sagunto 29 de diciembre de 1874
Moneda Peseta

La Primera República Española fue el régimen político vigente en España desde su proclamación por las Cortes, el 11 de febrero de 1873, hasta el 29 de diciembre de 1874, cuando el pronunciamiento del general Martínez Campos dio lugar a la restauración de la monarquía borbónica.

El primer intento republicano en la historia de España fue una experiencia corta, caracterizada por la inestabilidad política. En sus primeros once meses se sucedieron cuatro presidentes del Poder Ejecutivo, todos ellos del Partido Republicano Federal, hasta que el golpe de Estado del general Pavía del 3 de enero de 1874 puso fin a la república federal proclamada en junio de 1873 y dio paso a la instauración de una república unitaria bajo la dictadura del general Serrano, líder del conservador Partido Constitucional. El período estuvo marcado por tres conflictos armados simultáneos: la tercera guerra carlista, la sublevación cantonal y la Guerra de los Diez Años cubana. La Primera República se enmarca dentro del Sexenio Democrático, que comienza con la Revolución de 1868 que dio paso al reinado de Amadeo I de Saboya, al que siguió la república, y termina con el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto.

Proclamación de la Primera República

El rey Amadeo I renunció al trono de España el día 11 de febrero de 1873.1​ La abdicación estuvo motivada por las dificultades a las que tuvo que enfrentarse durante su corto reinado, como la guerra en Cuba, el estallido de la Tercera Guerra Carlista, la oposición de los monárquicos alfonsinos, que aspiraban a la restauración borbónica en la figura de Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II, las diversas insurrecciones republicanas y la división entre sus propios partidarios. Además de eso, el efímero monarca contó con un apoyo popular prácticamente nulo. El detonante final fue la crisis de gobierno originada a causa del conflicto artillero iniciado con el nombramiento de capitán general a Baltasar Hidalgo de Quintana, a quien no podían ver los oficiales de artillería desde el 22 de junio de 1866, pidiendo todos su licencia absoluta o retiro. El gobierno decide la disolución del cuerpo de artillería obteniendo el 7 de febrero 191 votos en las cortes, los mismos que habían elegido a Don Amadeo, que no usó la prerrogativa regia a favor de los artilleros y firmó el decreto de disolución del cuerpo de artillería el 9, abdicando seguidamente el 11 de febrero.2

Alegoría de La Niña Bonita sobre la I República Española,3​ publicada en La Flaca, revista humorística y liberal del siglo XIX.

El lunes 11 de febrero, el diario La Correspondencia de España dio la noticia de que el rey había abdicado e inmediatamente los federales madrileños se agolparon en las calles pidiendo la proclamación de la República. El gobierno del Partido Radical de Ruiz Zorrilla se reunió y en su seno las opiniones estaban divididas entre el presidente y los ministros de procedencia progresista, que pretendían constituirse en gobierno provisional para organizar una consulta al país sobre la forma de gobierno —postura que también apoyaba el partido constitucional del general Serrano, porque de esa forma no se produciría la proclamación inmediata de la República—, y los ministros de procedencia demócrata encabezados por Cristino Martos y apoyados por el presidente del Congreso de los Diputados, Nicolás María Rivero, que se decantaban por la reunión conjunta del Congreso y del Senado que, constituidos en Convención, decidirían la forma de gobierno, lo que conduciría a la proclamación de la República dada la mayoría que formaban en ambas cámaras la suma de republicanos federales y de estos radicales de procedencia demócrata.4

Multitud agolpada frente al Palacio de las Cortes, mientras se gestaba la proclamación de la República en el interior del edificio.

El presidente Ruiz Zorrilla acudió al Congreso de Diputados para pedir a los diputados de su propio partido, que tenían la mayoría absoluta en la Cámara, que aprobaran la suspensión de las sesiones al menos veinticuatro horas, las suficientes para restablecer el orden. Asimismo pidió que no se tomara ninguna decisión hasta que llegara a las Cortes el escrito de renuncia a la Corona del rey Amadeo I y anunció que el gobierno presentaría un proyecto de ley de abdicación. Con todo ello Ruiz Zorrilla pretendía ganar tiempo, pero fue desautorizado por su propio ministro de Estado Cristino Martos cuando este dijo a la Cámara que en cuanto llegara la renuncia formal del rey el poder sería de las Cortes y «aquí no habrá dinastía ni monarquía posible, aquí no hay otra cosa posible que la República». Así se aprobó la moción del republicano Estanislao Figueras para que las Cortes se declararan en sesión permanente, a pesar del intento de Ruiz Zorrilla de que los radicales no la apoyaran. Mientras tanto el edificio del Congreso de los Diputados había sido rodeado por una multitud que exigía la proclamación de la República, aunque la Milicia Nacional logró disolverla.5

Al día siguiente, martes 11 de febrero, los jefes de distrito republicanos amenazaron al Congreso de los Diputados con que si no proclamaban la República antes de las tres de la tarde iniciarían una insurrección. Los republicanos de Barcelona enviaron un telegrama a sus diputados en Madrid en el mismo sentido. Entonces los ministros demócratas encabezados por Martos, junto con los presidentes del Congreso y del Senado, Rivero y Figuerola, decidieron que se reunieran ambas Cámaras, ante las cuales se leyó la renuncia al trono de Amadeo I, y a continuación, ante la ausencia del presidente del gobierno Ruiz Zorrilla, el ministro de Estado Martos anunció que el gobierno devolvía sus poderes a las Cortes con lo que estas se convertían en Convención y asumían todos los poderes del Estado. Entonces, varios diputados republicanos y radicales presentaron una moción para que las dos cámaras, constituidas en Asamblea Nacional, aprobaran como forma de gobierno la República y eligieran un Poder Ejecutivo responsable ante aquella.6​ La proposición decía así:

La Asamblea Nacional asume los poderes y declara como forma de gobierno la República, dejando a las Cortes Constituyentes la organización de esta forma de gobierno.

Manuel Ruiz Zorrilla, hasta entonces presidente del gobierno, intervino para decir:

Protesto y protestaré, aunque me quede solo, contra aquellos diputados que habiendo venido al Congreso como monárquicos constitucionales se creen autorizados a tomar una determinación que de la noche a la mañana pueda hacer pasar a la nación de monárquica a republicana.

A continuación el republicano Emilio Castelar subió al estrado y pronunció este discurso que fue respondido con encendidos aplausos:

Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra Patria.

Proclamación de la República por la Asamblea Nacional
Proclamación de la República en las calles de Madrid la noche del 11 de febrero, dibujo de Vierge en Le Monde Illustré.

A las tres de la tarde del 11 de febrero de 1873, el Congreso y el Senado, constituidos en Asamblea Nacional, proclamaron la República por 258 votos contra 32:7

La Asamblea Nacional reasume todos los poderes y declara la República como forma de gobierno de España, dejando a las Cortes Constituyentes la organización de esta forma de gobierno. Se elegirá por nombramiento directo de las Cortes un poder ejecutivo, que será amovible y responsable ante las mismas Cortes.

Tras un receso de tres horas volvieron a reunirse las Cámaras para nombrar presidente del Poder Ejecutivo al republicano federal Estanislao Figueras que estaría al frente de un gobierno pactado entre los radicales y los republicanos federales e integrado por tres republicanos —Emilio Castelar en Estado; Francisco Pi y Margall en Gobernación; y Nicolás Salmerón en Gracia y Justicia— y cinco radicales —José Echegaray en Hacienda; Manuel Becerra y Bermúdez en Fomento; Francisco Salmerón en Ultramar; el general Fernando Fernández de Córdoba en Guerra y el almirante José María Beránger en Marina—. Cristino Martos fue elegido presidente de la autoproclamada Asamblea Nacional, ««el verdadero poder en una situación de Convención», por 222 votos frente a los 20 que reunió Nicolás María Rivero.89

Proclamación de la República en Barcelona, plaza de Sant Jaume.

El 16 de febrero el periódico republicano de Barcelona La Campana de Gracia publicó el siguiente artículo en catalán:

Ja la tenim! Ja la tenim, ciutadans! Lo trono s’ha ensorrat per a sempre en Espanya. Ja no hi haurà altre rey que’l poble, ni mes forma de gobern que la justa, la santa y noble República federal. […]
Republicans espanyols! En aquestos moments solemnes dels quals depen la vida de les nacions, es quan se coneixen als homes y es quan se coneixen als pobles.
Donem lo nostre apoyo moral als homes a qui hém donat nostres aplausos, a qui hém fet objecte de nostre entusiasme. Posémnos a las sevas ordres, baix la bandera de nostres principis inmaculats é íntegros, y avassallem quants obstacles se presentin, per erigir definitivament en Espanya lo temple del dret, de la justicia, de la moralitat y de l’honra, que es lo de la República democrática federal!
¡Ya la tenemos! ¡Ya la tenemos, ciudadanos! El trono ha caído para siempre en España. Ya no habrá otro rey que el pueblo, ni más forma de gobierno que la justa, santa y noble República federal.[…]
¡Republicanos españoles! En estos momentos solemnes de los que depende la vida de las naciones, es cuando se conocen a los hombres y es cuando se conocen a los pueblos.
Damos nuestro apoyo moral a los hombres a los que hemos dado nuestros aplausos, a quienes hemos hecho objeto de nuestro entusiasmo. ¡Pongámonos a sus órdenes, bajo la bandera de nuestros principios inmaculados e íntegros, y derribemos cuantos obstáculos se presenten, para erigir definitivamente en España el templo del derecho, de la justicia, de la moralidad y de la honra, que es el de la República democrática federal!

Estanislao Figueras desempeñó el cargo de presidente del Poder Ejecutivo (jefe de Estado y Gobierno) pero no el de presidente de la República, pues nunca se llegó a aprobar la nueva Constitución republicana. En su discurso, Figueras dijo que la llegada de la República era «como el iris de paz y de concordia de todos los españoles de buena voluntad».

Gobierno de Estanislao Figueras

El primer gobierno de la República tuvo que afrontar una situación económica, social y política muy difícil: un déficit presupuestario de 546 millones de pesetas, 153 millones en deudas de pago inmediato y solo 32 millones para cubrirlas; el Cuerpo de Artillería había sido disuelto en el momento de mayor virulencia de la Tercera Guerra Carlista y de la guerra contra los independentistas cubanos, para las que no había suficientes soldados, armamento ni dinero; una grave crisis económica, coincidente con la gran crisis mundial de 1873 y agudizada por la inestabilidad política, que estaba provocando el aumento del paro entre jornaleros y obreros, lo que estaba siendo respondido por las organizaciones proletarias con huelgas, marchas, concentraciones de protesta y la ocupación de tierras abandonadas.

Retrato de Estanislao Figueras, primer presidente del Poder Ejecutivo de la I República.

Pero el problema más urgente que tuvo que atender el nuevo gobierno fue restablecer el orden que estaba siendo alterado por los propios republicanos federales que habían entendido la proclamación de la República como una nueva revolución y se habían hecho con el poder por la fuerza en muchos lugares, donde habían formado «juntas revolucionarias» que no reconocían al gobierno de Figueras, porque era un gobierno de coalición con los antiguos monárquicos y tildaban de tibios a los «republicanos de Madrid».10

«En muchos pueblos de Andalucía la República era algo tan identificado con el reparto de tierras que los campesinos exigieron a los ayuntamientos que se parcelaran inmediatamente las fincas más significativas de la localidad… algunas [de las cuales] habían formado parte de los bienes comunales antes de la desamortización».11​ En casi todos los lugares la República también se identifica con la abolición de las odiadas quintas, promesa que la Revolución de 1868 no había cumplido, como recordaba una copla que se cantaba en Cartagena:12

Si la República viene,
No habrá quintas en España,
Por eso aquí hasta la Virgen,
Se vuelve republicana

Caricatura de la revista satírica La Flaca del 3 de marzo de 1873 sobre la pugna entre los radicales, que defienden la república unitaria, y los republicanos federales que defienden la federal. Y también sobre la pugna entre los federales «transigentes» e «intransigentes»

Eso fue lo que el diputado radical José Echegaray echó en cara a los líderes republicanos: que sus seguidores entendían el federalismo como10

[…] aquí un cortijo que se divide, un monte que se reparte, allá un mínimum de los salarios, más lejos los colonos convertidos en propietarios, es quizás en otra provincia un ariete que abre brecha en las fuerzas legales para que el contrabando pase, el pobre contra el rico, el reparto de la propiedad, el contribuyente contra el Fisco…

El encargado de la tarea de restablecer el orden era el ministro de la Gobernación Francisco Pi y Margall, paradójicamente el principal defensor del federalismo pactista de abajo arriba que las juntas estaban poniendo en práctica. Pi consiguió la disolución las juntas y la reposición de los ayuntamientos que habían sido suspendidos a la fuerza en «una clara prueba de su empeño en respetar la legalidad incluso contra los deseos de sus propios partidarios»,11​ aunque mantuvo el cuerpo armado de Voluntarios de la República que se oponía a los cuerpos de seguridad y a los Voluntarios de la Libertad, la milicia monárquica fundada en el reinado de Amadeo I. En las Cortes, el diputado conservador Romero Ortiz preguntó qué partes de la Constitución estaban vigentes, a lo que el presidente Figueras le respondió que solo el Título I, que era donde se reconocían los derechos individuales.13

El gobierno Figueras firmó solemnemente el cese del servicio militar obligatorio, y creó el servicio voluntario. Cada soldado cobraría una peseta diaria y un chusco.14​ Por su parte, los integrantes de la milicia de los Voluntarios de la República recibían un sueldo de 50 pesetas al alistarse, más 2 pesetas y un chusco diarios.

Jornada del 24 de febrero en el Congreso de los Diputados, en Le Monde Illustré.

Solo trece días después de haberse formado el nuevo gobierno se encontraba bloqueado por las diferencias que existían entre los ministros radicales y los republicanos por lo que el presidente Figueras presentó la dimisión a las Cortes el 24 de febrero. Esta situación fue aprovechada por el líder de los radicales y presidente de la Asamblea Nacional Cristino Martos para intentar un golpe de Estado que desalojara del gobierno a los republicanos federales y le permitiera formar uno exclusivo de su partido que diera paso a una república liberal-conservadora. Martos, de acuerdo con el gobernador civil de Madrid, ordenó a la Guardia Civil que ocupara el Ministerio de la Gobernación y el de Hacienda y que rodeara el Palacio del Congreso de los Diputados donde fue elegido por sus compañeros de partido como nuevo presidente del Poder Ejecutivo. Pero esta maniobra no tuvo éxito gracias a la rápida actuación del ministro de la Gobernación Pi y Margall que movilizó a la guarnición de Madrid y a los Voluntarios de la República que consiguieron contrarrestar el golpe. Así se formó el segundo gobierno de Figueras del que salieron los ministros radicales, entrando en su lugar Juan Tutau y Verges en Hacienda, Eduardo Chao en Fomento, José Cristóbal Sorní y Grau en Ultramar y los militares Juan Acosta Muñoz y Jacobo Oreyro y Villavicencio en Guerra y Marina, respectivamente. Además se acordó disolver la Asamblea Nacional donde los radicales gozaban de mayoría absoluta.15

Caricatura de la revista satírica La Flaca del 28 de marzo de 1873 que muestra el apoyo a la República Española por parte de las repúblicas —Suiza, Estados Unidos y Francia— y el rechazo de las monarquías y los imperios

El 8 de marzo, cuando la Asamblea Nacional iba a discutir la propuesta de disolución de la misma, Cristino Martos intentó un nuevo golpe de Estado con el mismo objetivo de formar un gobierno exclusivamente radical, esta vez presidido por su compañero de partido Nicolás María Rivero, y que contaba con el apoyo del general Serrano, líder del monárquico partido constitucional. Pero en el último momento los diputados radicales seguidores de Rivero, temerosos de que la formación de un gobierno radical provocara un levantamiento de los republicanos «intransigentes» que podría conducir a una guerra civil, no apoyaron la iniciativa de Martos y votaron a favor de la disolución de la Asamblea. Martos dimitió de su cargo de presidente de la Asamblea dos días después. Pero en la Comisión Permanente que asumiría sus funciones de fiscalización del gobierno hasta que se reunieran las nuevas Cortes Constituyentes y que se formó el 22 de marzo, los radicales mantuvieron su mayoría absoluta, aunque divididos entre los «martistas» que tenían ocho representantes y los «riveristas» que tenía cuatro, frente a cinco republicanos federales, más dos alfonsinos y un constitucional.16

El 9 de marzo, al día siguiente en que en Madrid tenía lugar el intento de golpe de Estado, en Barcelona la Diputación, dominada por los republicanos federales «intransigentes», volvía a intentar proclamar el Estado catalán, como ya había hecho el 12 de febrero, y como en aquella ocasión solo los telegramas que les envió Pi y Margall desde Madrid les hizo desistir. Tres días después, el 12 de marzo, llegó a Barcelona el propio presidente del Poder Ejecutivo de la República Estanislao Figueras para hacerlos desistir definitivamente.17

Tropas sublevadas en la plaza de toros de Madrid, 23 de abril de 1873.
Madrid, 23 de abril de 1873, Emilio Castelar defendiendo la salida del Congreso de la Comisión Permanente.

Después de superar las diferencias que separaban a «martistas» de «riveristas», los radicales intentaron un tercer golpe de estado el 23 de abril, con el mismo objetivo de los dos anteriores, pero esta vez contando con el apoyo de militares conservadores, como el general Pavía capitán general de Madrid, el almirante Topete o de nuevo el general Serrano, y con civiles del partido constitucional, encabezados por Práxedes Mateo Sagasta, que también querían evitar la proclamación de la República Federal, porque se esperaba que el gobierno gracias a su «influencia moral» conseguiría la mayoría necesaria en las elecciones a Cortes Constituyentes que estaban convocadas para el mes siguiente. Pero de nuevo la actuación decidida del ministro de la Gobernación, Pi y Margall, que conocía los planes de los golpistas, desbarató la intentona.18​ Primero sustituyó al general Pavía al frente de la Capitanía General de Madrid por el general Hidalgo y luego ordenó a la Guardia Civil y a la milicia de los Voluntarios de la República que atacaran la plaza de toros donde habían concentrado los golpistas a los Voluntarios de la Libertad, que depusieron las armas después de unos pocos disparos. Entonces grupos federales armados rodearon el Palacio del Congreso donde estaba reunida la Comisión Permanente que tenía previsto destituir al gobierno y reunir a la Asamblea Nacional para que nombrara presidente del Poder Ejecutivo al general Serrano. Los miembros de la Comisión solo lograron abandonar el Congreso gracias a la protección que les proporcionaron diputados republicanos y miembros del gobierno entre los que se encontraban Emilio Castelar y Nicolás Salmerón —cuyo hermano Francisco Salmerón del Partido Radical era miembro de la Comisión—. La mayoría de los implicados en el golpe frustrado se fueron del país, algunos de ellos disfrazados para no ser reconocidos, como el general Serrano, el general Caballero de Rodas,19​ o Cristino Martos. Al día siguiente un decreto del Poder Ejecutivo, firmado por Pi y Margall, disolvió la Comisión Permanente.20

La decisión de Pi y Margall de disolver la Comisión Permanente —que Jorge Vilches califica de «golpe de Estado»— fue cuestionada por los republicanos federales «moderados» encabezados en aquel momento por Emilio Castelar y Nicolás Salmerón pues eran conscientes de que iba a tener como consecuencia el retraimiento del resto de partidos en las elecciones, lo que restaría legitimidad a las Cortes Constituyentes que saldrían de ellas. «Fue tal el miedo a la soledad, que Castelar y Figueras negociaron con los radicales y los conservadores para darles una representación parlamentaria», pero ambos grupos rechazaron la propuesta y se reafirmaron en la opción del retraimiento, argumentando la ilegalidad de la disolución de la Comisión Permanente. Así pues, en las elecciones no hubo lucha electoral, pues optaron por el retraimiento, además de radicales y constitucionales, los carlistas, que estaban alzados en armas, y los alfonsinos, que no reconocían a la República. En los pocos distritos que hubo disputa electoral fue entre candidatos republicanos federales del sector «moderado» o del «intransigente».21

Las elecciones a Cortes Constituyentes, que debían reunirse el 1 de junio en Madrid, habían sido convocadas por una ley de 11 de marzo de 1873.22​ Los comicios tuvieron lugar los días 10, 11, 12 y 13 de mayo, obteniendo los republicanos federales 343 escaños y el resto de fuerzas políticas, 31.23​ Así pues, la representatividad resultante de estas elecciones fue muy limitada a causa del retraimiento de la totalidad de las fuerzas de oposición política —radicales, constitucionales, carlistas (en guerra desde 1872), monárquicos alfonsinos de Cánovas del Castillo, republicanos unitarios, e incluso las incipientes organizaciones obreras adscritas a la Internacional—.24​ Con un 60 % de abstención, fueron los comicios con la participación más baja de la historia de España.25​ En Cataluña, solo votó el 25 % del electorado; en Madrid, el 28 %. Y eso que se había reducido la edad mínima para votar de 25 a 21 años, «pensando que los jóvenes votarían a los federales».26​ Como señaló Nicolás Estévanez, «España distaba mucho de ser republicana».27

La República federal

Proclamación de la República Federal y huida de Estanislao Figueras

El 1 de junio de 1873 se abrió la primera sesión de las Cortes Constituyentes bajo la presidencia del veterano republicano José María Orense y comenzó la presentación de propuestas. El 7 de junio se debatió la primera de ellas, suscrita por siete diputados, que decía:

Artículo único. La forma de gobierno de la Nación española es la República democrática federal.

El presidente, haciendo cumplir lo que ordenaba el Reglamento de las Cortes para la aprobación definitiva de las propuestas de ley, dispuso celebrar una votación nominal al día siguiente. El 8 de junio se aprobó la propuesta con el voto favorable de 218 diputados y solamente 2 en contra, proclamándose ese día la República Federal.28

A pesar de que los republicanos federales gozaban de una mayoría aplastante en las Cortes Constituyentes, en realidad estaban divididos en tres grupos:29

  • Los «intransigentes» con unos 60 diputados formaban la izquierda de la Cámara y propugnaban que las Cortes se declararan en Convención, asumiendo todos los poderes del Estado —el legislativo, el ejecutivo y el judicial— para construir la República Federal de abajo arriba, desde el municipio a los cantones o Estados y desde estos al poder federal, y también defendían la introducción de reformas sociales que mejoraran las condiciones de vida del cuarto estado. Este sector de los republicanos federales no tenía un líder claro, aunque reconocían como su «patriarca» a José María Orense, el viejo marqués de Albaida. Destacaban dentro de él Nicolás Estévanez, Francisco Díaz Quintero, los generales Juan Contreras y Blas Pierrad, o los escritores Roque Barcia y Manuel Fernández Herrero
  • Los «centristas» liderados por Pi y Margall coincidían con los «intransigentes» en que el objetivo era construir una república federal pero de arriba abajo, es decir, primero había que elaboran la Constitución federal y luego proceder a la formación de los cantones o estados federados. El número de diputados con que contaba este sector no era muy amplio y en muchas ocasiones actuaban divididos en las votaciones, aunque se solían inclinar por las propuestas de los «intransigentes».
  • Los «moderados» constituían la derecha de la Cámara y estaban liderados por Emilio Castelar y Nicolás Salmerón —y entre los que también destacaban Eleuterio Maisonnave y Buenaventura Abárzuza Ferrer— y defendían la formación de una República democrática que diera cabida a todas las opciones liberales, por lo que rechazaban la conversión de las Cortes en un poder revolucionario como defendían los «intransigentes» y coincidían con los pimargalianos en que la prioridad de las Cortes era aprobar la nueva Constitución. Constituían el grupo más numeroso de la Cámara, aunque había ciertas diferencias entre los seguidores de Castelar, que eran partidarios de la conciliación con los radicales y con los constitucionales para incluirlos en el nuevo régimen, y los seguidores de Salmerón que propugnaban que la República solo debían fundamentarse en la alianza de los republicanos «viejos». Su modelo era la República Francesa, mientras que «intransigentes» y «centristas» pimargalianos lo eran Suiza y Estados Unidos, dos repúblicas de estructura federal.

Así narraba Benito Pérez Galdós el clima parlamentario de la I República:

Las sesiones de las Constituyentes me atraían, y las más de las tardes las pasaba en la tribuna de la prensa, entretenido con el espectáculo de indescriptible confusión que daban los padres de la Patria. El individualismo sin freno, el flujo y reflujo de opiniones, desde las más sesudas a las más extravagantes, y la funesta espontaneidad de tantos oradores, enloquecían al espectador e imposibilitaban las funciones históricas. Días y noches transcurrieron sin que las Cortes dilucidaran en qué forma se había de nombrar Ministerio: si los ministros debían ser elegidos separadamente por el voto de cada diputado, o si era más conveniente autorizar a Figueras o a Pi para presentar la lista del nuevo Gobierno. Acordados y desechados fueron todos los sistemas. Era un juego pueril, que causaría risa si no nos moviese a grandísima pena.

Presidiendo un Consejo de Ministros, harto de debates estériles, llegó Estanislao Figueras a gritar en catalán: «Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!»30

En cuanto se reunieron las Cortes Constituyentes, Estanislao Figueras devolvió sus poderes a la Cámara y propuso que se nombrara nuevo presidente del Poder Ejecutivo a su ministro de Gobernación, Francisco Pi y Margall, pero los intransigentes se opusieron y lograron que Pi desistiera de su intento de formar gobierno, por lo que Figueras quedó encargado de formarlo. Entonces Figueras tuvo conocimiento de que los generales «intransigentes» Contreras y Pierrad preparaban un golpe de estado para iniciar la República federal al margen del Gobierno y de las Cortes, lo que le hizo temer por su vida, sobre todo después de que Pi y Margall no se mostrara muy dispuesto a entrar en su gobierno. El 10 de junio Figueras, presa del pánico, huyó a Francia:31​ dejó disimuladamente su dimisión en su despacho en la Presidencia32​ se fue a dar un paseo por el parque del Retiro y, sin decir una palabra a nadie, tomó el primer tren que salió de la estación de Atocha. No se bajó hasta llegar a París.

Pi y Margall accede a la presidencia del Poder ejecutivo, junio de 1873, dibujo de Vierge.

Al día siguiente se produjo un nuevo intento de golpe de Estado, cuando una masa de republicanos federales instigados por los «intransigentes» rodeó el edificio del Congreso de los Diputados en Madrid, mientras el general Contreras, al mando de la milicia de los Voluntarios de la República, tomaba el Ministerio de la Guerra. Entonces los «moderados» Castelar y Salmerón propusieron que Pi y Margall ocupara la presidencia vacante del Poder Ejecutivo, pues era el dirigente con más prestigio dentro del partido republicano. «Castelar y Salmerón creyeron que Pi y Margall, cercano a los intransigentes, el que les había dado su base ideológica y su organización, podría controlar y contentar a la izquierda parlamentaria mediante un Gabinete de conciliación». Finalmente los «intransigentes» aceptaron la propuesta aunque bajo la condición de que fueran las Cortes las que eligieran a los miembros del gobierno que iba a presidir Pi y Margall.33

Según otras versiones no contrastadas, el acceso de Pi y Margall a la presidencia del Poder Ejecutivo fue el resultado de la actuación de un coronel de la Guardia Civil, José de la Iglesia, quien ante el vacío de poder creado por la huida de Figueras y ante la amenaza de que se produjera un golpe de estado, se presentó con un piquete en el edificio del Congreso y anunció a los diputados que de allí no salía nadie hasta que eligieran a un nuevo presidente.[cita requerida]

Gobierno de Francisco Pi y Margall

Retrato de Francisco Pi y Margall, segundo presidente del Poder Ejecutivo de la República.
La república federal para Pi y Margall:
El procedimiento (no hay para qué ocultarlo), era abiertamente contrario al anterior: el resultado podía ser el mismo. Representadas habían de estar en las nuevas Cortes las provincias, y, si éstas tenían formada idea sobre los límites en que habían de girar los poderes de los futuros Estados, a las Cortes podían llevarla y en las Cortes sostenerla. Como determinando la esfera de acción de las provincias habría venido a quedar determinada por el otro procedimiento la del Estado, determinando ahora la del Poder central, se determinaba, se quisiera o no, la de las provincias. Uno y otro procedimiento podían, a no dudarlo, haber producido una misma constitución y no habría sido, a mi manera de ver, ni patriotismo ni político dificultar, por no transigir por este punto, la proclamación de la República.
Si el procedimiento de abajo arriba no era más lógico y más adecuado a la idea de la Federación, era, en cambio, el de arriba abajo más propio de una nacionalidad ya formada como la nuestra, y en su aplicación mucho menos peligroso. No había por él solución de continuidad en el Poder; no se suspendía ni por un solo momento la vida de la nación; no era de temer que surgiesen graves conflictos entre las provincias; era la obra más fácil, más rápida, menos expuesta a contratiempos y vaivenes…
—Francisco Pi y Margall

El programa de gobierno que presentó Pi y Margall ante las Cortes se basaba en la necesidad de acabar con la guerra carlista, la separación de la Iglesia y el Estado, la abolición de la esclavitud y las reformas en favor de las mujeres y los niños trabajadores.34​ Sobre este último punto las Cortes aprobaron el 24 de julio de 1873 una ley que regulaba «el trabajo de los talleres y la instrucción en las escuelas de los niños obreros de ambos sexos».35​ También incluía la devolución a los pueblos de los bienes comunales mediante una ley que modificara la desamortización de Madoz, pero la ley no llegó a ser aprobada. Tampoco llegó a aprobarse otra que tenía como objeto la cesión vitalicia de tierras a los arrendatarios a cambio del pago de un censo. La que sí fue aprobada fue una ley de 20 de agosto que dictaba reglas «para redimir rentas y pensiones conocidas con los nombres de foros, subforos y otros de igual naturaleza».36​ Por último el programa incluía como prioridad la elaboración de la nueva Constitución y el impulso a la enseñanza obligatoria y gratuita.

Enseguida el gobierno de Pi y Margall se encontró con la oposición de los «intransigentes» porque en su programa no se habían incluido algunas de las reivindicaciones históricas de los federales como «la abolición del estanco del tabaco, de la lotería, de los aranceles judiciales y de los consumos repuestos en 1870 por ausencia de recursos». La inoperancia del gobierno a causa de la labor de bloqueo que realizaban los ministros «intransigentes» hizo que se presentara en las Cortes una proposición para que se concediera al presidente del Poder Ejecutivo la facultad de nombrar y destituir libremente a sus ministros. La aprobación de la misma le permitiría a Pi sustituir a los ministros intransigentes por otros del sector «moderado», naciendo así un gobierno de coalición entre los «centristas» pimargalianos y los «moderados» de Castelar y Salmerón. La respuesta de los «intransigentes» fue reclamar que las Cortes, mientras se redactaba y aprobaba la nueva Constitución Republicana federal, se constituyeran en Convención de la cual emanaría una Junta de Salud Pública que detentaría el poder ejecutivo, propuesta que fue rechazada por la mayoría de diputados que apoyaba al gobierno, y a continuación el 27 de junio los «intransigentes» presentaron un voto de censura contra el gobierno, que incluía la paradójica petición de que su presidente Pi y Margall se pasara a sus filas. La crisis se resolvió al día siguiente, como temían los «intransigentes», con la entrada en el gobierno de los «moderados» Maisonnave en Estado, Joaquín Gil Berges en Gracia y Justicia y José Carvajal Hué en Hacienda, además de reforzar la presencia de los pimargalianos con Francisco Suñer en Ultramar y Ramón Pérez Costales en Fomento. El programa del nuevo gobierno se resumió en el lema «orden y progreso».37

El 30 de junio Pi y Margall pidió a las Cortes facultades extraordinarias para acabar con la guerra carlista, aunque limitadas al país vasconavarro y a Cataluña. Los «intransigentes» se opusieron ferozmente a la propuesta porque la entendían como la imposición de la «tiranía» y la pérdida de la democracia, aunque el gobierno les aseguró que solo se aplicaría a los carlistas y no a los republicanos federales. Aprobada la propuesta por las Cortes el gobierno publicó un manifiesto en el que después de justificar los poderes extraordinarios que había recibido, anunció la llamada al Ejército de las quintas y de la reserva, pues «la patria exige el sacrificio de todos sus hijos, y no será liberal ni español, el que no lo haga en la medida de sus fuerzas».38

Proyecto de Constitución Federal

En el programa de gobierno que presentó Pi y Margall a las Cortes se señaló como una de sus prioridades la rápida aprobación de la Constitución de la República, por lo que inmediatamente se eligió una comisión de 25 miembros encargada de redactar el proyecto. Uno de sus miembros, el «moderado» Emilio Castelar, escribió en veinticuatro horas el que sería asumido por el conjunto de la comisión y presentado a las Cortes para su debate.39​ El proyecto no satisfizo ni a los radicales ni a los constitucionales y tampoco a los republicanos federales «intransigentes» que acabarían presentado otro proyecto constitucional.40

En el Proyecto de Constitución Federal de 1873 redactado por Emilio Castelar, este reflejó su concepción de la República como la forma de gobierno más adecuada para que entraran en ella todas las opciones liberales, porque no se podía conciliar la democracia con la monarquía como lo había demostrado la experiencia de la «monarquía democrática» de Amadeo I. Pero para que la República fuera aceptable por las clases conservadoras y medias era necesario poner fin a lo que Castelar llamaba «demagogia roja» que confundía la república con el socialismo. De ahí que el proyecto de Constitución federal que presentó ante las Cortes fuera a su entender una continuación de los principios establecidos en la Constitución de 1869 —de hecho mantuvo su Título I—. Asimismo su proyecto se basaba en una rígida separación de poderes, todos electivos. Así el presidente de la República no era elegido por las Cortes sino mediante unas juntas electorales votadas en cada Estado regional, que emitirían su voto y el candidato que obtuviera la mayoría absoluta sería proclamado por las Cortes —y en caso de que ninguno obtuviera la mayoría absoluta sería elegido por los diputados entre los dos candidatos con mayor número de votos—. Su función fue la de ejercer el llamado «poder de relación» entre las diferentes instituciones. Los diputados y senadores, por su parte, no podían formar parte del Gobierno, ni este asistir a las reuniones de las Cámaras. En cuanto al Poder Judicial se establecía el jurado para todo tipo de delitos y en cuanto a la estructura federal, cada Estado gozaría de «toda la autonomía política compatible con la existencia de la nación» y podría dotarse de una Constitución propia, siempre que no fuera contraria a la federal, y tener su propia Asamblea Legislativa. Por último, los municipios elegirían a sus concejales, alcalde y jueces por sufragio universal.41

El proyecto de Constitución iba «precedido de un preámbulo en el que se razonan las exigencias a las que intenta responder su articulado. Primero la de consolidar la libertad y la democracia conquistadas por la Gloriosa Revolución de Septiembre. Después la de indicar una división territorial, que basada en la historia, asegurase la Federación y con ella la unidad nacional. Por último, diluir los poderes públicos de manera que no pudieran confundirse ni mucho menos facilitar el advenimiento de la dictadura».42​ Después del preámbulo venían los 117 artículos de que constaba organizados en 17 títulos.

Estados de la Nación Española propuestos en el proyecto de Constitución Federal de 1873. Nótese que el mapa no refleja la I República en su conjunto, la cual incluía además la Capitanía General de Filipinas y ciertos territorios en África. Solo se muestran las regiones que, de haber entrado en vigor la Carta Magna, se hubiesen constituido como Estados federados de pleno derecho.

Su artículo más discutido, al que se refirieron la mayoría de las enmiendas que llegaron a discutirse, fue el primero en el que se establecía la división territorial de la República, y en la que se incluyó a Cuba y a Puerto Rico como forma de resolver el problema colonial —añadiéndose más adelante que leyes especiales regularían la situación de las otras provincias ultramarinas—:42

Componen la Nación Española los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas. Los Estados podrán conservar las actuales provincias o modificarlas, según sus necesidades territoriales.

Estos estados tendrían una «completa autonomía económico-administrativa y toda la autonomía política compatible con la existencia de la Nación», así como «la facultad de darse una Constitución política» (artículos 92º y 93º).

El proyecto de Constitución preveía en su Título IV, además de los clásicos poderes legislativo, ejecutivo y judicial, un cuarto poder de relación que sería ejercido por el presidente de la República.

El poder legislativo estaría en manos de las Cortes federales, compuestas por Congreso y Senado, siendo el Congreso una cámara de representación proporcional con un diputado «por cada 50 000 almas» que se renovaría cada dos años, y el Senado, una cámara de representación territorial siendo elegidos cuatro senadores por las Cortes de cada uno de los Estados.

El poder ejecutivo sería ejercido por el Consejo de Ministros, cuyo presidente sería elegido por el presidente de la República.

El artículo 40 del proyecto disponía: «En la organización política de la Nación española todo lo individual es de la pura competencia del individuo; todo lo municipal es del Municipio; todo lo regional es del Estado, y todo lo nacional, de la Federación». El artículo siguiente declaraba que «Todos los poderes son electivos, amovibles y responsables», y el artículo 42 que «La soberanía reside en todos los ciudadanos, y se ejerce en representación suya por los organismos políticos de la República, constituida por medio del sufragio universal», debiéndose tener en cuenta que con «sufragio universal» en aquella época se referían al sufragio masculino, pues las mujeres no tenían derecho de voto.

El poder judicial residiría en el Tribunal Supremo Federal, que se compondría «de tres magistrados por cada Estado de la Federación» (artículo 73) que nunca serían elegidos por el poder ejecutivo ni el legislativo. Además, establecía que todos los tribunales serían colegiados e imponía la institución del jurado para toda clase de delitos.

El poder de relación sería ejercido por el presidente de la República Federal cuyo mandato duraría «cuatro años, no siendo inmediatamente reelegible», como decía el artículo 81 del proyecto.

En cuanto a los derechos y libertades, el proyecto fue una continuación del Título I de la Constitución española de 1869, aunque introducía «algunas innovaciones significativas, como la separación definitiva de Iglesia y Estado y la prohibición expresa de subvencionar cualquier culto. También exigía la sanción civil de los matrimonios, nacimientos y defunciones y se declaraban abolidos los títulos nobiliarios. Se establecía y regulaba con bastante amplitud el derecho de asociación […]».43

El inicio de la rebelión cantonal y la dimisión de Pi y Margall

Caricatura de la revista satírica La Flaca en la que aparece Pi y Margall desbordado por el federalismo, representado por figuras infantiles ataviadas con los distintos trajes regionales.

La respuesta de los «intransigentes» a la política de «orden y progreso» del gobierno de Pi y Margall fue abandonar las Cortes el 1 de julio, alegando como motivo inmediato un bando del gobernador civil de Madrid limitando las garantías de los derechos individuales. Solo quedó en las Cortes el diputado Navarrete quien al día siguiente explicó los motivos del retraimiento acusando al gobierno de Pi y Margal de falta de energía y de haber contemporizado e incluso claudicado frente a los enemigos de la República Federal. Pi y Margall le contestó en esa misma sesión del 2 de julio:44

Lo que pretende el Sr. Navarrete y sus epígonos es que el Gobierno debería haber sido un gobierno revolucionario, que debería haberse arrogado una cierta dictadura, dejando de contar con las Cortes Constituyentes. […] Si la República hubiese venido de abajo-arriba, se habrían constituido los cantones, pero el período habría sido largo, trabajoso y pleno de conflictos, al paso que ahora, por medio de las Constituyentes, traemos la República federal, sin grandes perturbaciones, sin estrépito y sin sangre.

Tras el abandono de las Cortes exhortaron a la inmediata y directa formación de cantones, lo que iniciaría la rebelión cantonal, formándose en Madrid un Comité de Salvación Pública para dirigirla, aunque, según López Cordón, «lo que prevaleció fue la iniciativa de los federales locales, que se hicieron dueños de la situación en sus respectivas ciudades». A pesar de que hubo casos como el de Málaga, en que las autoridades locales fueron las que encabezaron la sublevación, en la mayoría se formaron juntas revolucionarias. En pocos días la revuelta era un hecho en Andalucía, Valencia y Murcia.45

Pi y Margall reconoció que lo que estaban haciendo los «intransigentes» era poner en práctica su teoría del federalismo «pactista» de abajo arriba, pero condenó la insurrección porque esa teoría estaba pensada para una ocupación del poder «por medio de una revolución a mano armada» no para una «República [que] ha venido por el acuerdo de una Asamblea, de una manera legal y pacífica».38

El 30 de junio el ayuntamiento de Sevilla acordó transformarse en República Social. Una semana más tarde, el 9 de julio, Alcoy se declara independiente: desde el día 7 de julio estaba teniendo lugar una ola de asesinatos y ajustes de cuentas al amparo de una huelga revolucionaria (la llamada Revolución del petróleo dirigida por elementos locales de la sección española de la AIT).

Según Jorge Vilches, «puntos comunes en las declaraciones cantonales fueron la abolición de impuestos impopulares, como los consumos y el estanco de tabacos y sal, la secularización de los bienes del clero, el establecimiento de medidas favorables a los trabajadores, el indulto a presos por delitos contra el Estado, la sustitución del Ejército por la milicia y la formación de comités o juntas de salud pública».46

Los focos federales del país no estallaron en forma de estados autónomos, sino como una constelación de cantones independientes. Los levantamientos se produjeron, fundamentalmente, en diversas localidades de Valencia, Murcia y Andalucía. Sin embargo, las experiencia paradigmática del periodo, el famoso Cantón de Cartagena, respondió en verdad a un intento de montar un Cantón Murciano en donde sus promotores se dividieron entre los que pretendían que fuera de tipo regional y los que aspiraban a uno de tipo provincial.47​ Otros de ámbito provincial fueron los de Valencia y Málaga. Otros afectaron a municipios como Alcoy, Algeciras, Almansa, Andújar, Bailén, Cádiz, Castellón, Granada, Motril, Salamanca, Sevilla, Tarifa y Torrevieja. Por último, llegó a haber otros que afectaron a pequeñas localidades como el pueblo manchego de Camuñas o el murciano de Jumilla, aunque sobre este último no existe constancia en el archivo municipal de proclamación de cantón alguno.4849

El más duradero y activo de todos los cantones fue el cantón de Cartagena, que estalló el 12 de julio en aquella base militar y naval, bajo la inspiración del diputado federal murciano Antonio Gálvez Arce, conocido como Antonete.50

Bandera cantonal de Cartagena en 1873.

Los cantonalistas cartageneros toman el castillo de Galeras. Izan una bandera roja y dan un cañonazo como señal previamente acordada, para indicar a la fragata Almansa que se han tomado las defensas y puede sublevarse junto al resto de la escuadra.51​ En realidad, a falta de una bandera roja por completo, se iza una bandera turca. Enseguida se retira la bandera, y a falta de pintura roja, y para evitar confusiones que lleven a pensar que han perdido el control del castillo, un sublevado se corta en el brazo voluntariamente y con su sangre tiñe la media luna y la estrella.51​ El capitán general, al conocer lo sucedido, transmite a Madrid su famoso telegrama: «El castillo de Galeras ha enarbolado bandera turca». Antonio Gálvez Arce apasionó a la marinería con su inflamada oratoria y se apoderó de la escuadra fondeada en el puerto, que en ese momento se componía de lo mejor de la Armada. Con la flota en su poder sembró el terror en la costa mediterránea próxima, y fue declarado «pirata y buena presa» por decreto del gobierno republicano.52​ Ya en tierra, dirigió una marcha sobre Madrid que fue desbaratada en Chinchilla. El cantón de Cartagena acuñó moneda propia, el duro cantonal, y resistió seis meses de asedio.

Dos fragatas cantonales, la fragata de hélice Almansa y la fragata blindada Vitoria, salieron de Cartagena hacia Almería para recaudar fondos. Al negarse la ciudad a pagar, fue bombardeada y tomada por los cantonalistas, quienes se cobraron ellos mismos el tributo. El general Contreras, al mando de la flota, se hizo rendir honores al desembarcar, curiosamente al son de la Marcha Real. A continuación, repitieron hazaña en Alicante y, de vuelta a Cartagena, fueron apresados como piratas por las fragatas acorazadas HMS Swiftsure y SMS Friedrich Carl, británica y alemana respectivamente.

Principales escenarios del levantamiento cantonalista y de la Tercera Guerra Carlista.

El gobierno de Pi y Margall se vio desbordado por la rebelión cantonal y también por la marcha de la Tercera Guerra Carlista, ya que los partidarios de don Carlos campaban por sus respetos con total libertad en las Vascongadas, Navarra y Cataluña, salvo en las capitales, y extendían su acción a todo el país a través de partidas, mientras que el pretendiente Carlos VII había formado en Estella un gobierno con sus propios ministerios, que comenzaba incluso a acuñar moneda, mientras que la connivencia de Francia les permitía recibir ayuda externa.

Para acabar con la rebelión cantonal Pi y Margall se negó a aplicar las medidas de excepción que le proponía el sector «moderado» de su partido, que incluía la suspensión de las sesiones de las Cortes, porque confiaba en que la rápida aprobación de la Constitución federal —lo que no sucedió— y la vía del diálogo —la «guerra telegráfica» que ya le funcionó cuando la Diputación de Barcelona proclamó el Estado catalán— haría entrar en razón a los sublevados.53​ No obstante no dudó en reprimir a los sublevados como lo prueba el telegrama que envió el ministro de la Gobernación a todos los gobernadores civiles el 13 de julio, nada más tener conocimiento de la proclamación del Cantón Murciano el día anterior:54

[…]Obre V.S. en esa provincia enérgicamente. Rodéese de todas las fuerzas de que disponga, principalmente de las de voluntarios y sostenga el orden a todo trance. […] Las insurrecciones carecen hoy de toda razón de ser puesto que hay una Asamblea soberana, producto del sufragio universal y pueden todos los ciudadanos emitir libremente sus ideas, reunirse y asociarse. Cabe proceder contra ellas con rigurosa justicia. V.S. puede obrar sin vacilación y con perfecta conciencia

La política de Pi y Margall de combinar la persuasión y la represión para acabar con la rebelión cantonal se aprecia muy bien en las instrucciones que dio al general republicano Ripoll en su cometido de acabar con la rebelión cantonal en Andalucía al frente de ejército de operaciones con base en Córdoba compuesto por 1677 infantes, 357 caballos y 16 piezas de artillería:55

Confío tanto en la prudencia de Vd. como en su temple de alma. No entre en Andalucía en son de guerra. Haga Vd. comprender a los pueblos que no se forma un ejército sino para garantizar el derecho de todos los ciudadanos y hacer respetar los acuerdos de la Asamblea. Tranquilice Vd. a los tímidos, modere a los impacientes; manifiésteles que con sus eternas conspiraciones y frecuentes desórdenes están matando a la República. Mantenga siempre alta su autoridad. Apele, ante todo, a la persuasión y al consejo. Cuando no basten no vacile en caer con energía sobre los rebeldes. La Asamblea es hoy el poder soberano

Como la política de Pi y Margall no consiguió detener la rebelión cantonal, el sector «moderado» le retiró su apoyo el 17 de julio proponiendo para sustituirlo a Nicolás Salmerón. Al día siguiente Pi y Margall dimitió, tras 37 días de mandato.53​ De esta forma describió las decepciones que le había dado la política:

Han sido tantas mis amarguras en el poder, que no puedo codiciarlo. He perdido en el gobierno mi tranquilidad, mi reposo, mis ilusiones, mi confianza en los hombres, que constituía el fondo de mi carácter. Por cada hombre agradecido, cien ingratos; por cada hombre desinteresado y patriótico, cientos que no buscaban en la política sino la satisfacción de sus apetitos. He recibido mal por bien…

El gobierno de Nicolás Salmerón y la represión de la rebelión cantonal

Nicolás Salmerón Alonso, tercer presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República.

Nicolás Salmerón, elegido presidente del Poder Ejecutivo con 119 votos a favor y 93 votos en contra, era un federalista moderado que defendía la necesidad de llegar a un entendimiento con los grupos conservadores y una lenta transición hacia la república federal. Según Jorge Vilches, «sus intervenciones parlamentarias, excesivamente académicas y altivas, en las dos últimas legislaturas del reinado de Amadeo I, le granjearon popularidad entre los republicanos» y «en las Cortes Constituyentes de la República española lideró una fracción de la derecha republicana, algo lógico no sólo por sus ideas conservadoras, sino por la carencia de hombres de talento, de experiencia en la vida política y de conocimientos constitucionales o jurídicos entre los diputados republicanos de aquella Asamblea».56​ Su oratoria demoledora prosiguió en las Cortes de la Restauración. Francisco Silvela decía que Salmerón, en sus discursos, solo usaba un arma: la artillería. Antonio Maura caracterizaba el tono profesoral de don Nicolás diciendo que «siempre parece que esté dirigiéndose a los metafísicos de Albacete».

Ya durante su etapa como ministro de Gracia y Justicia en el gobierno de Estanisalo Figueras, promovió la abolición de la pena de muerte, así como la independencia del poder judicial frente al político.

Su llegada a la presidencia del Poder Ejecutivo produjo una intensificación del movimiento cantonalista porque los «intransigentes» pensaron que con Salmerón sería imposible ni siquiera alcanzar la República Federal desde arriba, como les había asegurado Pi y Margall, por lo que el mismo día del nombramiento de Salmerón formaron en Madrid un Comité de Salud Pública que se coordinaría con las provincias y una Comisión de Guerra presidida por el general Contreras para organizar la revuelta cantonal. Finalmente el 30 de julio formaron un «Gobierno provisional de la federación española» dirigido por Roque Barcia. En aquel momento, entre carlistas y cantonales, 32 provincias se hallaban levantadas en armas.57

Asedio de Valencia, los intransigentes toman el Matilde y huyen a Cartagena por mar.

El lema del gobierno de Salmerón fue el «imperio de la ley», lo que suponía que para salvar la República y las instituciones liberales había que acabar con carlistas y cantonales. Para sofocar la rebelión cantonal tomó medidas duras como destituir a los gobernadores civiles, alcaldes y militares que había apoyado de alguna forma a los cantonalistas y a continuación nombró a generales contrarios a la República Federal como Manuel Pavía o Arsenio Martínez Campos —lo que no le importó porque lo prioritario era restablecer el orden— para que mandaran las expediciones militares a Andalucía y a Valencia, respectivamente. «Además, movilizó a los reservistas, aumentó la Guardia Civil con 30 000 hombres, nombró delegados del Gobierno en las provincias con las mismas atribuciones que el Ejecutivo. Autorizó a las Diputaciones a imponer contribuciones de guerra y a organizar cuerpos armados provinciales, y decretó que los barcos en poder de los cartageneros se consideraran piratas —lo que suponía que cualquier embarcación podía abatirlos estuviera en aguas españolas o no—».57​ Gracias a estas medidas fueron sometidos uno tras otro los distintos cantones, excepto el de Cartagena que resistiría hasta el 12 de enero de 1874.

En la sesión de las Cortes del 6 de septiembre Pi i Margall realizó una dura crítica sobre la forma como se había reprimido la rebelión cantonal:58

El Gobierno ha vencido a los insurrectos, pero ha sucedido lo que yo temía: han sido vencidos los republicanos. ¿Lo han sido los carlistas? No. Interín ganabais vitalidad en el mediodía, los carlistas la ganaban en el norte. […] Yo no hubiese apelado a vuestros medios, declarando piratas a los buques de que se apoderaron los federales; yo no hubiese permitido el que naciones extranjeras, que ni siquiera nos han reconocido, viniesen a intervenir en nuestras tristísimas discordias. Yo no hubiese bombardeado Valencia. Yo os digo que, por el camino que seguís es imposible salvar la República, porque vosotros desconfiáis de las masas populares y sin tener confianza en ellas, es imposible que podáis hacer frente a los carlistas

Carlistas catalanes

Como todavía persistía la frecuente indisciplina de las tropas —que en algún caso se saldó con el asesinato del oficial al mando— los generales pidieron el restablecimiento completo de las Ordenanzas militares españolas que incluía la pena de muerte para los soldados que incumplieran determinados artículos. La propuesta fue aprobada en las Cortes, con la oposición de Salmerón que era absolutamente contrario a la pena de muerte. Así cuando el 5 de septiembre se le presentó a la firma la aplicación de una sentencia de muerte de ocho soldados que en Barcelona se habían pasado al bando carlista, Nicolás Salmerón prefirió dimitir a manchar su conciencia y presentó su renuncia irrevocable a la presidencia del Poder Ejecutivo, a pesar de que el presidente de las Cortes en aquel momento, Emilio Castelar, intentó convencerle para que no lo hiciera —lo único que consiguió fue aplazarla un solo día—.59​ Cuando murió Salmerón muchos años después se grabó en piedra en su mausoleo: «abandonó el poder por no firmar una sentencia de muerte».

En la decisión de Nicolás Salmerón de dimitir también pudo pesar la conducta del general Pavía de continuo desafío a su autoridad. Manuel Pavía, nombrado por Salmerón al frente del Ejército de Andalucía, quería tomar a toda costa el cantón de Málaga, el último reducto insurgente andaluz, pero el gobierno había sellado un pacto no escrito con el gobernador civil de Málaga por el que se permitía su semiindependencia de facto —lo que incluía que no habría fuerzas del Ejército en la capital malagueña— a cambio de que reconociera plenamente la autoridad del gobierno de Madrid. Pavía presentó por dos veces su dimisión que no le fue aceptada, como lo hizo después con el nuevo presidente del Poder Ejecutivo Emilio Castelar que continuó resistiendo a la presión de Pavía. El problema se resolvió con la salida de Málaga de los cantonalistas encabezados por el gobernador civil, siendo detenidos en Boadilla por las fuerzas de Pavía, quien finalmente consiguió lo que se proponía: entrar en Málaga al frente de las tropas gubernamentales y acabar con el cantón.60

Gobierno de Emilio Castelar

Emilio Castelar, cuarto presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República Española

Al día siguiente, el 7 de septiembre, fue elegido para ocupar la Presidencia del Poder Ejecutivo Emilio Castelar, partidario de la república unitaria, catedrático de Historia y destacado orador, por 133 votos a favor frente a los 67 obtenidos por Pi y Margall. Durante su anterior etapa como Ministro de Estado en el gobierno de Estanislao Figueras, promovió y consiguió que se aprobase la abolición de la esclavitud en Puerto Rico, aunque no en Cuba por la situación de guerra que vivía.

En el discurso de presentación del nuevo gobierno ante las Cortes, Castelar dijo que su ministerio representaba «la libertad, la democracia, la República… pero además somos la federación sin romper la unidad de la patria».61​ De esta forma resumía su concepción de la República como la forma de gobierno en la que debían caber todas las opciones liberales, incluidas las conservadoras.40

Emilio Castelar había quedado hondamente impresionado por el desorden causado por la rebelión cantonal, que cuando él asumió la presidencia del Poder Ejecutivo estaba prácticamente acabada, con la excepción del último reducto del cantón de Cartagena. Así valoró mucho más tarde lo que había supuesto para el país, según él, la rebelión cantonal:

Hubo días de aquel verano en que creíamos completamente disuelta nuestra España. La idea de la legalidad se había perdido en tales términos que un empleado cualquiera de guerra62​ asumía todos los poderes y lo notificaba a las Cortes; y los encargados de dar y cumplir las leyes desacatábanlas sublevándose o tañendo a rebato contra la legalidad. No se trataba allí, como en otras ocasiones, de sustituir un ministerio al ministerio existente, ni una forma de Gobierno a la forma admitida; tratábase de dividir en mil porciones nuestra patria, semejantes a las que siguieron a la caída del califato de Córdoba. De provincias llegaban las ideas más extrañas y los principios más descabellados. Unos decían que iban a resucitar la antigua coronilla de Aragón (sic), como si las fórmulas del derecho moderno fueran conjuros de la Edad Media. Otros decían que iban a constituir una Galicia independiente bajo el protectorado de Inglaterra. Jaén se apercibía a una guerra con Granada. Salamanca temblaba por la clausura de su gloriosa Universidad y el eclipse de su predominio científico […] La sublevación vino contra el más federal de todos los ministerios posibles, y en el momento mismo en que la Asamblea trazaba de prisa un proyecto de Constitución, cuyos mayores defectos provenían de la falta de tiempo en la comisión y de la sobra de impaciencia en el gobierno.63

El 9 de septiembre, solo dos días después de haber sido investido presidente del Ejecutivo, Castelar consiguió de las Cortes, gracias al retraimiento de los «intransigentes», la concesión de facultades extraordinarias, iguales a las pedidas por Pi y Margall para combatir a los carlistas en el país vasconavarro y Cataluña, pero ahora extendidas a toda España para acabar también con la rebelión cantonal. El siguiente paso fue proponer la suspensión de las sesiones de las Cortes, lo que, entre otras consecuencias, supondría paralizar la discusión y la aprobación del proyecto de Constitución federal. La sesión parlamentaria tuvo lugar el 18 de septiembre y dio lugar a un debate muy enconado entre dos bandos: por un lado, los «intransigentes» —que habían vuelto a la Cámara— y los «centristas» de Pi y Margall, que se oponían radicalmente a la propuesta, y por otro, los «moderados» que apoyaban a Castelar. Pi y Margall intervino para exigir que las sesiones continuaran hasta que se aprobara la Constitución alegando que los «períodos de interinidad son peligrosos y ocasionados a turbulencias y desórdenes», además de afirmar que la pretensión de incorporar a la República a los constitucionales y a los radicales era una «ilusión» porque los «partidos en España serán siempre partidos, y tenderán siempre a alcanzar el poder por los medios que puedan». También acusó a Castelar de quebrantar la ley, a lo que este le respondió que fue Pi el que la infringió en su momento cuando el 23 de abril disolvió la Comisión Permanente, a lo que él se opuso. Finalmente, la propuesta fue aprobada con los votos de los republicanos federales moderados y la oposición de los centristas y los intransigentes. Así las Cortes quedaron suspendidas desde el 20 de septiembre de 1873 hasta el 2 de enero de 1874.64​ A partir de entonces Castelar gobernó mediante decretos. El 21 de septiembre publicó una serie de ellos en los que suspendía las garantías constitucionales, establecía la censura de prensa y reorganizaba el cuerpo de artillería disuelto por Manuel Ruiz Zorrilla durante la última presidencia del reinado de Amadeo I.61​ A estos les siguieron otros como el llamamiento a los reservistas y la convocatoria de una nueva leva con lo que Castelar consiguió un ejército de 200 000 hombres, y el lanzamiento de un empréstito de 100 millones de pesetas para hacer frente a los gastos de guerra.65​ Con todas estas medidas se propuso cumplir el programa que había presentado ante Cortes para acabar con la rebelión cantonal y con la Tercera guerra carlista: «para sostener esta forma de gobierno necesito mucha infantería, mucha caballería, mucha artillería, mucha Guardia civil y muchos carabineros».

Asimismo fueron restablecidas las Ordenanzas militares españolas lo que permitirá la aplicación de las sentencias de muerte que provocaron la dimisión de su predecesor, Nicolás Salmerón, y todas las dictadas por los consejos de guerra.65

Tras la suspensión de las Cortes Castelar inició su proyecto de acercamiento a las clases conservadoras, sin cuyo apoyo, según Castelar, la República no podría perdurar ni siquiera alcanzar la estabilidad política para poder hacer frente a las tres guerras civiles en que estaba envuelta —la de Cuba, la carlista y la cantonal—. El 29 de septiembre la Junta directiva del partido constitucional, reunida en Madrid, aprobó la propuesta de Práxedes Mateo Sagasta, el almirante Topete y Manuel Alonso Martínez de dar su apoyo incondicional al gobierno de Castelar, lo que provocó la salida del partido para ingresar en el Círculo alfonsino de Madrid de Francisco Romero Robledo, Adelardo López de Ayala y de Cristóbal Martín de Herrera. A cambio Castelar estaba dispuesto a conceder a constitucionales y radicales los 86 escaños que habían dejado vacantes los diputados «intransigentes» que se habían sublevado y proponer al constitucional Antonio Ríos Rosas como nuevo presidente de la República. Incluso llegó a ofrecer al alfonsino Antonio Cánovas del Castillo un escaño y seis más para sus seguidores. Pero la muerte de Ríos Rosas, el 3 de noviembre, que era el contacto de Castelar con los constitucionales, truncó el proyecto.66

Mientras tanto en Biarritz, Bayona y San Juan de Luz, localidades francesas cercanas a la frontera española, los políticos constitucionales y radicales que se habían instalado allí después de escapar de España tras el fracasado golpe de estado del 23 de abril, se reunieron para dar también su apoyo al gobierno de Castelar e impedir el triunfo de los republicanos federales «intransigentes».67

El golpe de estado de Pavía (3 de enero de 1874)

Entrada de las tropas de Manuel Pavía en el Congreso de los Diputados el 3 de enero de 1874.

La política de Castelar de acercamiento a los constitucionales y a los radicales encontró la oposición del «moderado» Nicolás Salmerón y de sus seguidores —que hasta entonces habían apoyado al gobierno— porque creían que la República debía ser construida por los republicanos auténticos, no por los recién llegados.68​ Esta oposición aumentó cuando Castelar nombró a generales de dudosa afección a la República para los puestos más importantes y cuando cubrió los puestos vacantes de tres arzobispados a mediados de diciembre, lo que indicaba que había entablado negociaciones con la Santa Sede, restableciendo de facto las relaciones con ella, lo que se oponía a la separación de la Iglesia y el Estado que defendían los republicanos.69

La primera muestra de que Salmerón había dejado de apoyar al gobierno de Castelar se produjo por esas mismas fechas cuando en la Diputación Permanente de las Cortes sus partidarios votaron junto a pimargallianos e «intransigentes» en contra de la propuesta de Castelar de que se celebraran elecciones para ocupar los escaños vacantes, por lo que fue rechazada.70

A raíz de la derrota parlamentaria de Castelar, Cristino Martos, líder de los radicales, y el general Serrano, líder de los constitucionales, que hasta entonces habían estado preparándose para las elecciones parciales que ya no se iban a celebrar, acordaron llevar a cabo un golpe de fuerza para evitar que Castelar fuera reemplazado al frente del Poder Ejecutivo por un voto de censura que previsiblemente iban a presentar Pi y Margall y Salmerón en cuanto volvieran a abrirse las Cortes el 2 de enero de 1874.68

Memorable batalla de Pavía, caricatura del golpe de Estado de Pavía, en La Madeja Política, n.º 13 (24 de enero de 1874). Dibujo de Tomás Padró Pedret.

Cuando el 20 de diciembre Emilio Castelar tuvo conocimiento del golpe que se preparaba llamó a su despacho el 24 al capitán general de Madrid, el general Pavía, para intentar convencerle de que se atuviera a la legalidad y no participara en la intentona. En esa reunión, según relató después Pavía, este le pidió a Castelar que promulgara un decreto ordenando que continuasen suspendidas las Cortes y que «yo hubiera fijado en la Puerta del Sol con cuatro bayonetas», a lo que se negó rotundamente Castelar manifestándole que no se separaría un ápice de la legalidad. Sin embargo Castelar no destituyó a Pavía.71

Castelar supo que Nicolás Salmerón iba a sumarse al voto de censura cuando el 30 de diciembre (o el 26 de diciembre según otras fuentes) mantuvo una entrevista con él, en la que Castelar no aceptó las condiciones que le había puesto Salmerón para seguir dándole su apoyo: sustituir a los generales que Castelar había nombrado por otros adictos al federalismo; revocación del nombramiento de los arzobispos; cese de los ministros más conservadores dando entrada en el gobierno a seguidores suyos; y discusión y aprobación inmediata de la Constitución federal.7072​ Al día siguiente, 31 de diciembre, Pi y Margall, Estanislao Figueras y Salmerón se reunieron para acordar presentar un voto de censura contra Castelar el día 2 de enero, aunque no llegaron a decidir quién lo sustituiría.70​ Cuando se reabrieron las Cortes a las dos de la tarde del 2 de enero de 1874 el capitán general de Madrid, Manuel Pavía, tenía preparadas a sus tropas para el caso de que Castelar perdiera la votación parlamentaria.73​ En el lado contrario batallones de Voluntarios de la República estaban preparados para actuar si vencía Castelar –de hecho, según Jorge Vilches, «los cantonales cartageneros habían recibido la contraseña de resistir hasta el 3 de enero, día en que siendo derrotado el Gobierno Castelar se formaría uno intransigente que «legalizaría» su situación y «cantonalizaría» España»»–, aunque según otros autores no existe prueba documental de ello.74​ Al abrirse la sesión intervino Nicolás Salmerón para anunciar que retiraba su apoyo a Castelar, que le respondió haciendo un llamamiento al establecimiento de la «República posible» con todos los liberales, incluidos los conservadores, y abandonando la «demagogia».75

Eduardo Palanca Asensi, el candidato de los republicanos federales para sustituir a Emilio Castelar cuya elección fue impedida por el golpe de Pavía.

Pasada la medianoche se produjo la votación de la cuestión de confianza en la que el gobierno salió derrotado por 100 votos a favor y 120 en contra, lo que obligó a Castelar a presentar la dimisión, y a continuación se hizo un receso para que los partidos consensuaran el candidato que habría de sustituir a Castelar al frente del Poder Ejecutivo de la República. En aquellos momentos el diputado constitucional Fernando León y Castillo ya había hecho llegar el resultado adverso a Castelar al general Pavía.75​ Este dio entonces la orden de salir hacia el Congreso de los Diputados a los regimientos comprometidos y él personalmente se situó en la plaza frente al edificio. La Guardia Civil, que custodiaba el Congreso, se puso a sus órdenes.76​ Era la madrugada del 3 de enero, cuando se estaba procediendo a la votación para elegir al candidato federal Eduardo Palanca Asensi.

Salmerón, al recibir la orden del capitán general en una nota entregada por uno de sus ayudantes en la que le decía «Desaloje el local», suspendió la votación y comunicó lo que estaba sucediendo. Seguidamente intervinieron varios diputados para protestar por la acción de Pavía pero entonces fuerzas de la Guardia Civil y del Ejército entraron en el edificio del Congreso disparando tiros al aire por los pasillos y los diputados lo abandonaron rápidamente.77

El general Pavía nada más desalojar el Congreso envió un telegrama a los jefes militares de toda España en el que les pedía su apoyo al golpe, que Pavía llamaba «mi patriótica misión», «conservando el orden a todo trance». En el telegrama justificaba así lo que más tarde llamará «el acto del 3 de enero»:78

El ministerio de Castelar […] iba a ser sustituido por los que basan su política en la desorganización del ejército y en la destrucción de la patria. En nombre, pues, de la salvación del ejército, de la libertad y de la patria he ocupado el Congreso convocando a los representantes de todos los partidos, exceptuando los cantonales y los carlistas para que formen un gobierno nacional que salve tan caros objetivos

El general Pavía intentó que se formara un «gobierno nacional» presidido por Emilio Castelar, pero a la reunión de los líderes políticos constitucionales, radicales, alfonsinos y republicanos unitarios que Pavía convocó con tal fin —los republicanos federales de Salmerón y de Pi y Margall y los «intransigentes» quedaron obviamente excluidos—, Castelar rehusó asistir al no querer mantenerse en el poder por medios antidemocráticos. En la reunión Pavía defendió la república conservadora y por eso impuso al republicano unitario Eugenio García Ruiz como ministro de la gobernación, y el general Serrano fue nombrado jefe del nuevo gobierno.79

Estos hechos supusieron el final de facto de la Primera República, aunque oficialmente continuaría casi otro año más, con el general Serrano al frente; «nominalmente la República continuaba pero completamente desnaturalizada», afirma José Barón Fernández.80​ Como ha señalado María Victoria López Cordón, «la facilidad y la escasa resistencia con que Pavía terminó con la República federal, irrumpiendo con sus tropas en el Congreso, es el mejor exponente de la fragilidad de un régimen que apenas contaba con base para sustentarse».81

El líder del partido alfonsino Antonio Cánovas del Castillo le comunicó a la reina exiliada Isabel II que «los principios democráticos están heridos de muerte» y que tan solo es cuestión de «calma, serenidad, paciencia, tanto como perseverancia y energía» para lograr la restauración de la Monarquía borbónica.82

La República unitaria: la dictadura de Serrano

Retrato del general Serrano, último presidente de la I República, desde enero hasta diciembre de 1874.

El general Francisco Serrano, recién regresado de su exilio en Biarritz por su implicación en la intentona golpista del 23 de abril del año anterior, formó un gobierno de concentración que agrupó a constitucionales, radicales y republicanos unitarios, y del que se excluyó a los republicanos federales. Los radicales Cristino Martos, José Echegaray y Tomás Mosquera ocuparon los ministerios de Gracia y Justicia, Hacienda y Fomento, mientras los constitucionales Práxedes Mateo Sagasta, el almirante Topete y Víctor Balaguer, ocupaban las carteras de Estado, Marina y Ultramar. El republicano unitario Eugenio García Ruiz, tal como había impuesto el general Pavía, ocupó el ministerio de la Gobernación, y el general Juan Zavala de la Puente el ministerio de Guerra.79

Francisco Serrano, duque de la Torre, de 63 años y antiguo colaborador de Isabel II y que ya había desempeñado por dos veces la jefatura del Estado durante el Sexenio Democrático al asumir la presidencia del Poder Ejecutivo de la República y la presidencia del gobierno se fijó como objetivo acabar con la rebelión cantonal y la Tercera Guerra Carlista y luego convocar unas Cortes que decidieran la forma de gobierno. En el manifiesto que hizo público el 8 de enero justificó el golpe de Pavía afirmando que el gobierno que iba a sustituir al de Castelar hubiera supuesto la desmembración de España o el triunfo del absolutismo carlista y a continuación anunció, dejando abiertas todas las posibilidades sobre República o Monarquía hereditaria o electiva, que se convocarían Cortes ordinarias que designarían la forma y modo con que han de elegir al supremo Magistrado de la Nación, marcando sus atribuciones y eligiendo al primero que ha de ocupar tan alto puesto.83

Quedó así establecida la dictadura de Serrano, pues no existían Cortes que controlaran la acción del gobierno al haber quedado disueltas las Cortes republicanas ni ley suprema que delimitara las funciones del gobierno, porque se restableció la Constitución de 1869 pero a continuación se la dejó en suspenso «hasta que se asegurase la normalidad de la vida política». La instauración de la dictadura apenas encontró resistencia popular excepto en Barcelona donde los días 7 y 8 se levantaron barricadas y se declaró la huelga general84​ —hubo una docena de víctimas en los enfrentamientos con el ejército y los sucesos más graves se produjeron en Sarriá a causa de un levantamiento encabezado por el «Xich de les Barraquetes» al mando de unos 800 hombres—.85

El manifiesto del 8 de enero definía «la dictadura como el «duro crisol» y «fuerte molde» que haría ver a la «nobleza y las clases acomodadas», a la Iglesia también, que el orden es posible con la libertad y la democracia definidas en la revolución de 1868 y la Constitución de 1869». Antonio Cánovas del Castillo identificó el proyecto de Serrano, y así se lo hizo saber a Isabel II y al príncipe Alfonso, con el régimen del general Mac Mahon quien se había hecho con el poder en Francia tras la caída de Napoleón III, la derrota de la Comuna de París y la imposibilidad de la restauración de la monarquía borbónica con el conde de Chambord —porque este no aceptó la bandera tricolor republicana— y que estaba apoyado tanto por monárquicos como por republicanos.86​ Según Jorge Vilches, «el general Serrano, definido como un «soldado de fortuna» por Cánovas, dudaba entre su poder personal con la dictadura y el protagonismo que podía obtener si se erigía en restaurador de Alfonso, con el beneplácito que sabía iba a contar por parte de Isabel II». En cambio el otro líder del partido constitucional, Práxedes Mateo Sagasta, «trabajó sin tapujos por la monarquía constitucional con la dinastía legítima [los Borbones] como única vía para evitar el derrumbe completo de la revolución de 1868».87

Recién formado el nuevo gobierno se puso fin a la rebelión cantonal con la entrada en Cartagena el 12 de enero del general José López Domínguez, sustituto de Martínez Campos, mientras Antonete Gálvez, con más de mil hombres, lograba eludir el cerco a bordo de la fragata Numancia, y poner rumbo a Orán. El final de la experiencia cantonal fue pagado por Gálvez con el exilio, pero la Restauración le permitió, mediante amnistía, regresar a su Torreagüera natal. En esta época entablaría una extraña y entrañable amistad con Antonio Cánovas del Castillo, máximo responsable de la Restauración, quien consideraba a Gálvez un hombre sincero, honrado y valiente, aunque de ideas políticas exageradas.

Las primeras medidas que tomó el gobierno de Serrano pusieron de manifiesto su carácter conservador, como lo puso de manifiesto la inmediata disolución de la sección española de Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), gracias a que la Constitución de 1869 estaba suspendida, por atentar «contra la propiedad, contra la familia y demás bases sociales» o el decreto de movilización del 7 de enero, confirmado por el llamamiento extraordinario del 18 de julio, en el que se volvió al viejo sistema de las quintas, con el sorteo y la redención en metálico. La supresión de los consumos, la tercera reivindicación popular de la Revolución de 1868 junto con el reconocimiento del derecho de asociación y la abolición de las quintas, tampoco fue respetada por la dictadura de Serrano que el 26 de junio restablecía este impuesto sobre los artículos de «beber, comer y arder» además de otro sobre la sal y uno extraordinario sobre los cereales. Como ha señalado María Victoria López Cordón, «la presión de la guerra, las exigencias económicas de los grupos dirigentes y el déficit crónico del Tesoro se aliaban para poner fin al ciclo revolucionario».88

Acabada la rebelión cantonal, Serrano marchó al norte el 26 de febrero para encargarse personalmente de las operaciones contra los carlistas dejando al general Juan de Zavala y de la Puente al frente del gobierno y quedando él como presidente del Poder Ejecutivo de la República.86

Tras su éxito en el levantamiento del sitio de Bilbao, Serrano reforzó su posición en el gobierno con el nombramiento en mayo de Sagasta al frente del ministerio de la Gobernación, lo que provocó la salida del mismo de los tres ministros radicales y del único ministro republicano, el unitario García Ruiz. Así se formó un gobierno exclusivamente constitucional que siguió presidido por el general Zavala, quien fue sustituido el 3 de septiembre por Sagasta tras evitar que Zavala intentara que los republicanos volvieran al gobierno, ya que en aquel momento los constitucionales propugnaban la Restauración «parlamentaria y democrática» del príncipe Alfonso. Serrano nombró a Andrés Borrego para que negociara con los alfonsinos de Cánovas, pero este rechazó las propuestas de los constitucionales porque suponía reconocer la Jefatura del Estado de Serrano hasta que fueran derrotados los carlistas y aceptar que la restauración borbónica llegaría a través de la convocatoria de unas Cortes generales extraordinarias —la exreina Isabel II le escribió a su hijo el príncipe Alfonso: «Serrano sigue empeñado en su propósito de ser presidente de la República por 10 años con 4 millones de reales anuales»—.89

En ese mes de septiembre en que Sagasta sustituyó al general Zavala al frente del gobierno, la República consiguió el ansiado reconocimiento internacional y uno tras otro los distintos Estados fueron restableciendo las relaciones diplomáticas con España.90

Por iniciativa de Nicolás María Rivero los radicales, contrarios al nuevo rumbo restauracionista que estaba tomando el gobierno —sobre todo tras la llegada de Sagasta a la presidencia—, iniciaron los contactos con los republicanos de Castelar, en los que el protagonista de los mismos fue el antiguo líder radical Manuel Ruiz Zorrilla que volvió a la vida política después más de un año apartado de ella —desde febrero de 1873 en que abdicó Amadeo I–. El objetivo de la propuesta de unión de los dos grupos políticos era impedir la restauración borbónica mediante la formación de un partido republicano conservador que propugnara una nueva República que tuviera como base la Constitución de 1869 reformada por unas Cortes ordinarias –que empezarían por cambiar el artículo 33: «La forma de gobierno de la Nación española es la Monarquía»—. La iniciativa fue apoyada también por el constitucionalista almirante Topete que, según Jorge Vilches, no quería «ver restaurada la dinastía a la que él creía haber dado el primer empujón para su destronamiento». Pero el proyecto de alianza republicana finalmente fracasó por el acuerdo que alcanzó Ruiz Zorrilla con los republicanos federales de Nicolás Salmerón que fue rechazado rotundamente por Castelar y Rivero.91

El 1 de diciembre Cánovas tomó la iniciativa con la publicación del Manifiesto de Sandhurst, escrito por él y firmado por el príncipe Alfonso, en el que este se definía «como hombre del siglo, verdaderamente liberal» —afirmación con la que buscaba la reconciliación de los liberales en torno a su monarquía— y en el que unía los derechos históricos de la dinastía legítima con el gobierno representativo y los derechos y libertades que le acompañan.92​ Era la culminación de la estrategia que había diseñado Cánovas desde que había asumido la jefatura de la causa alfonsina el 22 de agosto de 1873 —en plena rebelión cantonal— que, como le había explicado a la exreina Isabel y al príncipe Alfonso en sendas cartas de enero de 1874 —tras el golpe de Pavía— consistía en crear «mucha opinión en favor de Alfonso» con «calma, serenidad, paciencia, tanto como perseverancia y energía».86

El 10 de diciembre Serrano comenzó el sitio de Pamplona, pero el pronunciamiento de Sagunto del 29 de diciembre de 1874 lo interrumpió.

Final de la República

«Cánovas no deseaba que la Restauración fuera obra de un partido, del Ejército o de un grupo de éste, ni de una elección parlamentaria o pronunciamiento militar», pero el 29 de diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez Campos se pronunció en Sagunto a favor de la restauración en el trono de la monarquía borbónica en la persona de don Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II. Luego Martínez Campos telegrafió al presidente del gobierno Sagasta y al ministro de la Guerra Francisco Serrano Bedoya, quienes a su vez se comunicaron por vía telegráfica con el presidente del Poder Ejecutivo de la República, el general Serrano, que se encontraba en el Norte combatiendo contra los carlistas. Serrano les ordenó no resistir y el gobierno aceptó la decisión sin protestar, por lo que no ofreció ninguna resistencia cuando se presentó en la sede del gobierno el capitán general de Madrid Primo de Rivera, implicado en el pronunciamiento, y les ordenó disolverse.93

El único que tomó alguna iniciativa para oponerse al golpe fue el almirante Topete quien convenció a otros revolucionarios de 1868 como Manuel Ruiz Zorrilla para que formaran una comisión que se entrevistara con el presidente Sagasta. Este los recibió en el ministerio de la Gobernación y pareció acceder a su petición de que sustituyera en la capitanía general de Madrid a Primo de Rivera por el general Lagunero y que llamara a las tropas de Ávila que estaban mandadas por un general familiar de Ruiz Zorrilla. Sagasta se despidió de ellos diciéndoles que si les necesitaba les llamaría. Ni les llamó ni cumplió lo que al parecer había prometido.94

El 31 de diciembre de 1874 se formó el llamado Ministerio-Regencia presidido por Cánovas a la espera de que el príncipe Alfonso regresara a España desde Inglaterra. En ese gobierno estaban dos hombres de la revolución de 1868 —y ministros con Amadeo I—, Francisco Romero Robledo y Adelardo López de Ayala, quien había sido el redactor del manifiesto «Viva España con honra» que había dado inicio a la revolución.95

Mito y realidad de la Primera República

El historiador José María Jover dedicó su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia a la «República de 1873» que fue ampliado y reeditado en 1991 con el título Realidad y mito de la Primera República.96​ En este estudio Jover se propuso analizar la visión estereotipada y deformada que se tenía de la Primera República, que él circunscribía al año 1873. Según Jover la «intensa actividad mitificadora» de lo que había sucedido la inició Emilio Castelar con el discurso que pronunció en las Cortes el 30 de julio de 1873, solo dos semanas después de que Pi y Margall fuera sustituido por Salmerón. De hecho, del discurso se hizo un folleto con doscientos mil ejemplares de tirada, una cantidad extraordinaria para la época. En él Castelar equiparaba la rebelión cantonal al «socialismo» y a la «Comuna de París» y lo calificaba de movimiento «separatista» —«una amenaza insensata a la integridad de la Patria, al porvenir de la libertad»— contraponiendo la condición de español y la condición de cantonal.97

Continuador de la visión de Castelar fue Manuel de la Revilla, catedrático de literatura de la Universidad Central, quien consideraba el federalismo como algo absurdo en «naciones ya constituidas» y que respondió al libro de Pi y Margall Las nacionalidades alegando que la puesta en práctica del pacto federal solo traería «la ruina y la vergüenza».9899​ Sin embargo, la persona que más se distinguió en su ataque a la República (Federal) fue Marcelino Menéndez y Pelayo quien en su Historia de los heterodoxos españoles escribió:100

Imperaba aquí una especie de república… Eran tiempos de desolación apocalíptica; cada ciudad se constituía en cantón; la guerra civil crecía con intensidad enorme; […] Andalucía y Cataluña estaban, de hecho en anárquica independencia; los federales de Málaga se destrozaban entre sí…; en Barcelona el ejército, indisciplinado y beodo, profanaba los templos con horribles orgías; los insurrectos de Cartagena enarbolaban bandera turca y comenzaban a ejercer la piratería por los puertos indefensos del Mediterráneo; dondequiera surgían reyezuelos de taifas

Los rasgos característicos de la imagen de la «República del 73» que legaron a la posteridad estos autores, según José María Jover Zamora, «se corresponden con otros tantos aspectos reales de la situación histórica de referencia, si bien deformados por una visión antagónica»:96

Así, el federalismo se convierte en «separatismo» (Castelar, Menéndez Pelayo); la neutralidad religiosa del Estado es expresada como «irreligión» y como «ruptura de la unidad católica», si bien coadyuvan a ello las sectarias medidas anticlericales, no específicas del 73, adoptadas en determinados puntos de Cataluña y Andalucía (Coloma, Menéndez Pelayo); el predominio del poder civil —sobre todo bajo las presidencias de Figueras y Pi— es traducido como «crisis de autoridad» en relación con el «desorden» existente en la España levantina y meridional y que curiosamente parecerá merecer más duros dicterios que la sangrienta guerra civil encendida en el norte (Bermejo, Menéndez Pelayo…); el formidable aliento popular del Sexenio, y específicamente del 73, será manifestación de «desorden», de «anarquía», de «ineducación», de «tiranía de la plebe» (Bermejo, Coloma, Pereda); la vinculación ética de actitudes y comportamientos políticos será presentada, bien como coartada de pequeñas ambiciones o resentimientos sociales («intereses bastardos»: Pereda), bien como manifestación de un idealismo ajeno a la realidad y, por tanto, de eficacia negativa; la vigorosa proyección utópica del 73 será asignada por su nombre —«utopías»—, sin bien dando a esta palabra la significación vulgar de ensueño irrealizable, sin valor de futuro y ajeno a la razón y al sentido común (Revilla); las actitudes críticas y reformistas ante las formas de propiedad establecidas y sacralizadas tras el proceso desamortizador recibirán, por tímidas que sean, un solo nombre vitando, que evoca los fantasmas de la Comuna de París: «socialismo» (Castelar). En fin, la misma forma de Estado propia del 73, la república, ganará una nueva acepción en el el lenguaje coloquial, como si la venerable palabra clásica fuera obligada a recoger y simbolizar el conjunto de contravalores acumulados sobre la frustrada experiencia del 73. En efecto, la edición de 1970 del Diccionario de la Lengua Española de la Academia nos trae esta séptima acepción: «lugar donde reina el desorden por exceso de libertades».

el 10 de junio de 1988 fallece en Barcelona (España) Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat de Cataluña en el exilio, desde 1954 a 1977

Fallece en Barcelona (España) Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat de Cataluña en el exilio, desde 1954 a 1977, y presidente provisional desde 1977 hasta las primeras elecciones autonómicas, en 1980

Josep Tarradellas

 

Josep Tarradellas
i marqués de Tarradellas
(Josep Tarradellas) Adolfo Suárez junto al presidente de la Generalitat de Cataluña a su llegada a Barcelona. Pool Moncloa. 24 de febrero de 1979 (cropped).jpeg

Tarradellas fotografiado en febrero de 1979.

Senyal de la Generalitat de Catalunya.svg
Presidente de la Generalitat de Cataluña
(en el exilio hasta el 17 de octubre de 1977)
7 de agosto de 1954-8 de mayo de 1980
Predecesor Josep Irla
Sucesor Jordi Pujol

Escudo de la provincia de Barcelona.svg
Presidente de la Diputación Provincial de Barcelona
24 de octubre de 1977-2 de mayo de 1980
Predecesor Juan Antonio Samaranch
Sucesor Francesc Martí

Senyal de la Generalitat de Catalunya.svg
Consejero primero del Gobierno de Cataluña
21 de abril de 1954-7 de agosto de 1954
Presidente Josep Irla

26 de septiembre de 1936-5 de mayo de 1937
Presidente Lluís Companys
Predecesor Joan Casanovas

Información personal
Nacimiento 19 de enero de 1899
Cervelló
Fallecimiento 10 de junio de 1988 (89 años)
Barcelona
Nacionalidad Española
Partido político ERC (1931-1933) (expulsado)
PNRE (1933-1936)
ERC (1936-1979)
Familia
Cónyuge Antònia Macià (1927-1988)
Información profesional
Ocupación Político Ver y modificar los datos en Wikidata
Distinciones
  • Hijo Adoptivo de Madrid (1986) Ver y modificar los datos en Wikidata
Firma Firma Josep Tarradellas sense fons.png

Josep Tarradellas Joana​ (Cervelló, Barcelona, 19 de enero de 1899 – Barcelona, 10 de junio de 1988) fue un político español, presidente de la Generalidad de Cataluña en el exilio desde 1954 hasta 1977, y de la Generalidad provisional desde esta fecha hasta 1980.

En 1986 se le concedió el título nobiliario de marqués de Tarradellas.

Biografía

Juventud y primeros años

Nacido el 19 de enero de 1899 en la localidad de Cervelló, en la provincia de Barcelona. Sus padres, Salvador y Casilda, se habían casado en el mes de noviembre del año anterior y era el mayor de dos hermanos. En 1914 se trasladó a la ciudad de Barcelona con sus padres y su hermana y empezó a trabajar en varios trabajos como aprendiz sin cobrar por ello, también estuvo como dependiente de un comercio. Al año siguiente, se inscribió como socio en el Centro Autonomista de Dependientes del Comercio y de la Industria (CADCI), donde estudió catalán, español, francés, inglés, aritmética, contabilidad y cultura general. Su militancia catalanista hizo que empezase en la vida política siendo muy joven, llegando a secretario de propaganda del CADCI.

En 1919 fundó los semanarios Abrandament y El Intransigente, y se unió a la Federación Democrática Nacionalista de Francesc Macià (a quien había conocido en 1916). En 1920 militó en la Joventut Nacionalista La Falç. Contrajo matrimonio con Antònia Macià, en 1927.4​ Empezó a destacar con la fundación de Esquerra Republicana de Catalunya, formación con la cual sería elegido diputado a las Cortes y al Parlamento de Cataluña.

República y Guerra civil

Tarradellas en 1931

Fue diputado y consejero de Gobernación y de Sanidad de la Generalidad de Cataluña entre 1931 y 1932, y del primer gobierno posterior a las elecciones al Parlamento de Cataluña de 1932. Por divergencias ideológicas con Francesc Macià y sus críticas a Estat Català, en 1933 fue expulsado de Esquerra Republicana de Catalunya y salió del Gobierno, creando con otros miembros de L’Opinió el Partit Nacionalista Republicà d’Esquerra.5​ Sin embargo, a pesar de no estar implicado en la Revolución de 1934 contra el gobierno de la República, fue igualmente encarcelado. Pudo regresar nuevamente a ERC en 1936 y tras el triunfo electoral del Frente Popular ese mismo año, se le dio el cargo de consejero de Servicios Públicos, Economía y Finanzas. Al comenzar la Guerra Civil Española, fue miembro del Consejo, y como conseller en cap impulsó varias leyes. También fue presidente de la Comisión de Indústrias de Guerra donde colaboró en la lucha contra el Bando Nacional.

En 1938 fue nombrado secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya.Exilio

Ya casi terminada la guerra, en febrero de 1939 se marchó a Francia. El gobierno franquista pidió su extradición, que fue denegada a raíz de la protesta indignada que llevó a cabo la delegación de México ante el mariscal Pétain en ocasión de la entrega a Franco del presidente Companys. Pudo así ir a Suiza, donde obtuvo el derecho de asilo.

Volvió a París en 1944 y rechazó el cargo de ministro en el gobierno de la República Española en el exilio. En 1954, cuando el presidente de la Generalitat en el exilio, Josep Irla, dimitió por motivos de salud, se convocó en la ciudad de México —donde residía el grupo más numeroso de diputados— la elección de la Mesa del Parlamento de Cataluña, de la Diputación Permanente y del presidente de la Generalidad. El día 7 de agosto fue elegido presidente de la Generalitat en la embajada de la República Española en México, por los diputados del Parlamento de Cataluña, aunque su presencia fue sólo testimonial (9 diputados); otros fueron representados o enviaron su voto. Renunció a formar gobierno en el exilio, y después de viajar por diferentes países de América, fijó su residencia en Francia, en Saint-Martin-le-Beau (Tours). En 1954 renunció al cargo de secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya. Hasta la muerte del general Franco mantuvo una actitud testimonial en defensa de la legitimidad de la presidencia de la Generalitat como único poder catalán.6

Su padre Salvador, pudo esconder bajo tierra – en los terrenos de la finca donde vivían-, la gran cantidad de archivos personales del President y de la misma institución de la Generalitat. Estos archivos están hoy en día en un ala del monasterio de Poblet en Cataluña, llamado «Arxiu Montserrat Tarradellas i Macià».

Retorno a España

Saludándose con Adolfo Suárez en 1980

Tras la muerte del dictador Francisco Franco, regresó nuevamente a España. El 29 de septiembre de 1977 el Gobierno presidido por Adolfo Suárez restableció la Generalidad de Cataluña de forma provisional. Tras realizar varias negociaciones con Salvador Sánchez-Terán y el presidente del Gobierno, se le reconoció la legitimidad del cargo que ostentaba, nombrándole presidente de la Generalidad preautonómica el 17 de octubre del mismo año. Seis días después, el 23 de octubre, desde el balcón del Palacio de la Generalidad gritó a la multitud concentrada en la plaza de Sant Jaume la famosa frase «Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!». Hoy en día, a estas palabras se les atribuye un gran simbolismo histórico, especialmente para los catalanes, pues de alguna forma ponen punto final a la dictadura franquista, y todo lo que ella implicaba, para dar paso a la democracia en España. Muchas personas le dan gran importancia a esta frase, sosteniendo que las palabras que usó Tarradellas no fueron casuales: dijo «Ciutadans de Catalunya» (Ciudadanos de Cataluña), en vez de «catalans» (catalanes), pues según estos su intención era aludir a todos los habitantes de Cataluña, no solamente a los nacidos en dicho territorio.7​ Tras la aprobación del nuevo Estatuto de autonomía de Cataluña de 1979 y la celebración de las primeras elecciones autonómicas, se retiró de la vida política.

Durante este tiempo mantuvo unas relaciones tensas con el nacionalista catalán Jordi Pujol,8​ relaciones que no se verían exentas de conflictos y reproches mutuos. En 1980, durante una entrevista con el periodista Julio Merino, en referencia a Pujol llegó a contestarle: «Señor Merino, yo de enanos y corruptos no hablo».9​ Tarradellas también comentó respecto a Banca Catalana:

Conociendo al personaje, yo lo tengo claro. Luchará y pactará hasta con el diablo para ser president, porque ahí espera tener su mejor escudo. Mire, amigo mío, este hombre en cuanto estalle el escándalo de su banco se liará la estelada a su cuerpo y se hará víctima del centralismo de Madrid… Ya lo estoy viendo: ‘Catalans, España nos roba… No nos dan ni la mitad de lo que nosotros les damos y además pisotean nuestra lengua… Catalans, ¡Visca Catalunya!’. Sí, esa será su política en cuanto llegue a la Presidencia, el victimismo y el nacionalismo a ultranza.9

Con posterioridad, tras su salida del gobierno regional, Tarradellas llegaría a calificar al pujolismo como una «dictadura blanca»,10​ y también criticó «la peligrosa deriva rupturista, sectaria y victimista que había tomado [Pujol]».11

En 1980 fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Toulouse. En ese mismo año cedió su archivo a la comunidad monástica de Poblet (Tarragona). En 1985, fue titulado marqués de Tarradellas por el rey Juan Carlos I. Murió en Barcelona el 10 de junio de 1988.

Ideología

Su pensamiento político era republicano y catalanista. Siempre defendió la cultura catalana desde un prisma no separatista que no vulnerara los derechos lingüísticos y culturales de los castellanohablantes.12

Afirmaba que Cataluña debía ser autocrítica, entender al pueblo español e integrarse en España.13​ En su tarea política siempre pretendió establecer la conciliación y la concordia entre Cataluña y el resto de España. Abogó por los gobiernos de unidad en Cataluña con el propósito de que ésta fuese más fuerte, así como del diálogo positivo y constructivo con Madrid.

Su actitud contraria a la independencia y al concepto de unos «Países Catalanes» 14​ hizo que fuese criticado por parte de diversos sectores nacionalistas e independentistas,15​ que lo tacharon de traidor a Cataluña, de mal político y de vendido a la monarquía española. Uno de los personajes más críticos fue el historiador Josep Benet. Sin embargo, por parte del catalanismo moderado y de sectores no nacionalistas, Tarradellas es considerado un gran político, avanzado a su tiempo e incluso un visionario de hacia dónde se dirigiría la política catalana.16

Fue muy crítico con Jordi Pujol, llegando a afirmar en 1985 que «La gente se olvida de que en Cataluña gobierna la derecha; que hay una dictadura blanca muy peligrosa, que no fusila, que no mata, pero que dejará un lastre muy fuerte»

El 9 de junio de 1952 nace Luis Pastor, músico español.

https://youtu.be/moyfyNxksZg  

El 9 de junio de 1952 nace Luis Pastor, músico español.

Luis Pastor

Luis Pastor
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Datos generales
Nacimiento 9 de junio de 1952 (65 años)
Bandera de España Berzocana (Cáceres),España
Nacionalidad Española
Ocupación Cantautor
Información artística
Género(s) Folk, música de cantautor
Instrumento(s) Voz, guitarra
Período de actividad 1972–19791
1981–
Artistas relacionados Bebe
Cesarea Evora
Pedro Guerra
Maria Pagés
Web
Sitio web luispastor.com
Ficha Luis Pastor en IMDb

Luis Pastor Rodríguez (Berzocana, Cáceres, 9 de junio de 1952) es un cantautor español.

Inicios

Llegó a Madrid a principios de los sesenta, a la colonia Sandi (barrio de Vallecas).

Desde pequeño quería ser cantante. A los catorce años, dejó el colegio y entró a trabajar de botones en unacompañía de seguros. A los dieciséis años compró su primera guitarra. A los diecisiete escuchó un disco de Paco Ibáñez y descubrió la poesía.

Comenzó cantando en la iglesia de su barrio, en centros juveniles, en casas particulares y en reuniones de amigos. Estos locales no tenían la infraestructura mínima, y sin embargo lograba llenarlos a causa de la temática de protestaque sus canciones transmitían al colectivo español desasistido de entonces y que elevaba desde cualquier lugar donde pudieran reunirse, con cualquier pretexto, unos centenares de personas.

En el verano de 1970 sale a Europa, recorriendo con su guitarra los centros de emigrantes en Alemania, Francia yBélgica. A punto de cumplir los veinte años, en la primavera de 1972, abandona su empleo en la compañía de seguros y decide dedicarse profesionalmente a cantar, oficio en el que permanece hasta nuestros días.

Famosa es una frase que dijo en un momento determinado y que hizo pensar a muchos: “la música es el modo de hacer volar las palabras hacia los corazones, tanto los más lejanos como los más cercanos“.

Carrera

La censura franquista hizo que sólo vieran la luz cuatro canciones de su primer disco.

El sello discográfico catalán Als 4 Vents le da una oportunidad pese a cantar únicamente en castellano, decidiéndose a editar sus primeras grabaciones. Es en1972 cuando un sencillo que contiene “La huelga del ocio” y “Con dos años” le hace comenzar a ser apreciado en los círculos de protesta social y política.

En 1973 aparece un nuevo single que incluye una versión musical de “El niño yuntero” de Miguel Hernández junto al temaHace falta saber” .

La compañía Movieplay le rubrica un nuevo contrato discográfico en abril de 1975, meses antes del final de la dictadura franquista o franquismo. De esta unión nace su primer LP con el título de Fidelidad, reafirmando así su postura combativa y comprometida pese a haber firmado con una compañía grande.

Vallecas aparece en 1976, cuando aún corren tiempos difíciles. Carlos Arias Navarro es el Presidente del Gobierno de un país ingobernable que no se decide a abrirse a la democracia.

En 1977 aparece su tercer disco, Nacimos para ser libres, que resulta ser todo un éxito para un artista de estas características: tres LPs en tres años era el ritmo habitual de los solistas y grupos de música pop de la época, no el de un cantautor minoritario que no buscaban el éxito fácil. La situación política seguía crispada, siendo buena prueba de ello el escándalo que generó el propio Pastor desde el programa de televisión que dirigía Alfonso Ungría y que, dentro de la serie Yo canto, dedicaba el reportaje del día al barrio de Vallecas. Este suceso terminó con la dimisión del director de los programas musicales de TVE.

Después de estos tres primeros discos comenzó a colaborar con la Sala El Gayo Vallecano, componiendo música para algunos de sus montajes. Por aquel entonces, el mundo de los cantautores había entrado en crisis: votada y aceptada la Constitución y con un Parlamento en el que se podían expresar las diferentes opiniones, el papel de los cantautores como voz de los sin voz pierde una de sus razones de ser. Tras cuatro años de silencio, vuelve a los estudios de grabaciónpara dar forma a su cuarto disco, titulado Amanecer.

El Ente Público de Radio y Televisión Española le contrata en 1983 para desempeñar el papel de ciego. Las coplillas que allí cantaba, siempre alusivas a la realidad cotidiana, sirvieron para que una nueva compañía de discos, la RCA, le ofreciera grabar su quinto álbum Coplas del ciego.

En 1985 edita con la compañía Fonomusic Nada es real, disco en el que empieza a notarse el cambio hacia los modos musicales de cantautor urbano que experimentaría a partir de entonces. La llegada de 1986 da lugar a la aparición de Por la luna de tu cuerpo.

En 1988 edita con una nueva compañía, Polygram, Aguas Abril. Es éste uno de sus álbumes más personales, ya que excepto en dos canciones en las que aparece como coautor con Pablo Guerrero y Cástor, el resto lleva sólo su firma.

En agosto de 1991 graba en directo un LP doble en el Teatro Romano de Mérida (Directo), que se editará el año siguiente con una nueva casa discográfica,Pasión. El concierto tuvo dos invitados de honor: la voz de Pablo Guerrero y la guitarra de Raimundo Amador.

Demostrando una gran capacidad de supervivencia graba su décimo álbum en 1994, ya directamente en formato compacto: La torre de Babel, que edita Fonomusicy que tiene su base en un recital en directo en un local de Cáceres llamado precisamente La Torre de Babel.

En 1995 crea su propio sello musical dentro de la discográfica independiente extremeña Jammin con el nombre de Flor de Jara, editando un nuevo CD triple, Flor de jara, que reúne el doble de Mérida y el directo acústico La torre de Babel.

En 1996 edita, adjunto con la revista El europeo, un discolibro con el título de Diario de a bordo. Ya en 1998 y de nuevo en doble formato, la misma publicación edita Por el mar de mi mano, llevando el número 11 de la colección de El europeo. Posteriormente, El europeo sacaría como número 25 de su colección en mayo de2002 el discolibro Soy.

Piedra de sol es el primer volumen de una trilogía, iniciada en 2000, de nuevas versiones dedicadas a recuperar las canciones históricas de Luis Pastor.

Realiza una incursión en el mundo de los documentales bajo la dirección de Moncho Armendáriz en agosto de 2003, titulando a la producción Escenario móvil.

Recibe la Medalla de Extremadura en septiembre de 2003.

En marzo de 2004, Chico César le graba y produce Pásalo en marzo de 2004 en Brasil.

En marzo de 2006 publica una recopilación de dúos junto a compañeros suyos como Pedro Guerra, Javier Álvarez, Miguel Ríos, Leo Minas, João Afonso, Luis Barbería, Lourdes Guerra, Dulce Pontes, Bidinte, Martirio, Leo Minax y Chico César. El álbum lleva por título Dúos e incluye una canción inédita cantada a dúo conBebe que tiene el nombre de Aguas abril.

En noviembre de 2006 se edita el discolibro En esta esquina del tiempo / Nesta esquina do tempo, donde canta a José Saramago y que se presenta en doble versión: español y portugués. Está acompañado de artistas como Pasión Vega, João Afonso y Lourdes Guerra.

Discografía

Estudio

Sencillos

  • La huelga del ocio / Con dos años (Als 4 Vents, 1972)
  • El niño yuntero / Hace falta saber (Als 4 Vents, 1973)

Larga duración

  • Fidelidad (Movieplay, 1975)
  • Vallecas (Movieplay, 1976)
  • Nacimos para ser libres (Movieplay, 1977)
  • Amanecer (Movieplay, 1981)
  • Coplas del ciego (RCA, 1983)
  • Nada es real (Fonomusic, 1985)
  • Por la luna de tu cuerpo (Hispavox, 1986)
  • Aguas abril (PolyGram, 1988)
  • Diario de a bordo (El Europeo, 1996)
  • Por el mar de mi mano (El Europeo, 1998)
  • Piedra de sol (El Europeo, 2000)
  • Soy (El Europeo, 2002)
  • Pásalo (52PM16, 2004)
  • En esta esquina del tiempo (Ariola, 2006)
  • ¿Qué fue de los cantautores? (Sony, 2012)

Hilario Camacho nace el 8 de junio de 1948

una de sus mas emblematicas canciones

Hilario Camacho Velilla (Madrid, 8 de junio de 1948Ib., 16 de agosto de 2006) fue un cantautor español.

Carrera musical

Comienzos

Camacho nació en el barrio madrileño de Chamberí. A los catorce años obtuvo su primera guitarra y a los quince compuso su primera canción.1​ Mientras cursaba estudios universitarios de Economía, se incorporó al colectivo Canción del Pueblo junto a otros cantautores como Elisa Serna, Adolfo Celdrán, Ignacio Fernández-Toca o Carmina Álvarez y al que más adelante se unió también Manuel Toharia2​ y Julia León.3​ El acto fundacional de este grupo tuvo lugar en un concierto en noviembre de 1967 en el Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid.3​ Desde entonces amplían el ámbito universitario al que habían limitado sus actuaciones.

Este grupo supuso un fenómeno paralelo a la nova cançó catalana aunque, tal y como ellos declaraban, «sin la financiación y el apoyo de la burguesía como en Cataluña».4​ Ese mismo año 1967, se creó la sociedad anónima Editorial Universitaria Madrileña (Edumsa), que produjo discos del colectivo musical Canción del Pueblo56​ con el título unitario de Ensayo.7

Proyecto en solitario

Abandonó sus estudios de Económicas y se dedicó a recorrer Suecia, Inglaterra y Holanda con su guitarra, según el propio Camacho, «procurando resolver el problema de la existencia». Regresa a España para realizar el servicio militar8​ y comienza su trayectoria profesional en 1971 con el álbum A pesar de todo, en el que se incluye una de sus canciones más populares: Los cuatro luceros.9

En 1974 grabó su segundo disco, De paso y después La estrella del alba, un trabajo que fue tildado como obra de transición, más maduro y profesional.10​ Obtuvo uno de sus mayores éxitos en 1985 con la publicación del álbum Tristeza de amor, contenedor de la canción que servía de entrada a la serie del mismo nombre y que consiguió grandes cifras de audiencia en TVE.

En enero de 1989 colabora con el Gran Wyoming, Moncho Alpuente, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute y Luis Pastor en Todos por el humo,11​ proyecto que se erigió en protesta ante lo que consideraban como excesivo proteccionismo del Estado de los no fumadores. Participó en conciertos de diversos eventos como la Exposición Universal de Sevilla en agosto de 1992, el Encuentro de Cantautores de Orense en septiembre de 1993 con motivo del Xacobeo, la I Semana de la Canción de Autor en junio de 1995 o el Día Mundial de la Música en junio de 1996, sucediéndose estos dos últimos eventos en Madrid. Se suicidó en su domicilio de Madrid el 16 de agosto de 2006.1012

Colaboraciones

Compuso para artistas como Joaquín Sabina (¡Taxi!, Whisky sin soda, Negra noche…), Pablo Guerrero, Luz Casal, Pedro Ruy-Blas (La niña de los Montoya, La cometa) o Maria del Mar Bonet.

Colaboró con el grupo Cucharada13​ de Manolo Tena, tanto en actuaciones en directo como en composiciones (Made in USA, No soy formal, la primera de ellas con Moncho Alpuente y ambas en el disco El limpiabotas que quería ser torero de 1979). También trabajó con Martirio y con grupos de teatro.

Algunas de sus obras más conocidas son las canciones que compuso para la serie de animación David el Gnomo. También colaboró y participó (1979) en el primer disco del grupo catalán-valenciano Pernil Latino, poniendo su voz en canciones como «Rumba-Tango De La Mar Brutal», junto a músicos como Coto Aldas. En 2004 inicia su colaboración en los Encuentros de creación afectiva de Ecocentro Madrid, encuentros dirigidos por su amigo y colaborador en múltiples composiciones, Carlos Villarrubia.

El 7 de junio de 1937 en México, Puerto de Veracruz, llegan casi 500 niños españoles que huyen de la Guerra Civil. Son conocidos como “Los niños de Morelia”.

Niños de Morelia

Los Niños de Morelia conocidos también como «Niños de la Guerra» es un grupo conformado en 1937 por 456 menores de edad, hijos de Republicanos españoles, que fueron traídos a México desde España en el vapor de bandera francesa Mexique, a petición del Comité Iberoamericano de Ayuda al Pueblo Español, con sede en Barcelona. Las gestiones se desarrollaron mediante el Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español, presidido por la señora María de los Ángeles A. de Chávez Orozco, y en el que también formaban parte del Comité de honor, la señora doña Amalia Solórzano Bravo, esposa del Presidente de México, General Lázaro Cárdenas del Río, la señora Carmela Gil de Vázquez Vela y la señora Matilde Rodríguez Cabo de Múgica.1

Los Niños de Morelia en la reunión del 68avo aniversario de su llegada a México el 7 de junio de 2005.
Relación de los niños españoles de Morelia, 7 de junio de 1937 «Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español» 1/3.

El 27 de mayo el grupo de niños y niñas inscritos para este viaje de «colonias» vacacionales embarcaron en Burdeos rumbo a México, donde llegaron el 7 de junio de 1937. Los menores fueron acogidos y alojados en dos edificios de la escuela España-México, que estaba situada en Morelia, Michoacán, por lo que acabaron siendo conocidos como los “Niños de Morelia”. Si bien se esperaba inicialmente que su retorno se produjera al cabo de unos meses, cuando finalizara la guerra civil española, la derrota republicana y el inicio de la Segunda Guerra Mundial dieron como resultado un largo exilio que para muchos se convirtió en definitivo. Sobre este grupo de niños existe una amplia bibliografía, a menudo elaborada a partir de fuentes biográficas y de estudios sobre la documentación republicana española en México.2

Relación de los niños españoles de Morelia, 7 de junio de 1937 «Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español» 2/3.

[[Archivo:Relacion Ninos Espanoles 7 de Junio 1937 3⁄3.jpeg|thumb|Relación de los niños españoles de Morelia, 7 de junio de 1937 «Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español…

Desde la ciudad de México, en junio de 1937, el Presidente Cárdenas envía un telegrama al Presidente Manuel Azaña que anota en sus «Apuntes»:Error en la cita: Error en la cita: existe un código de apertura <ref> sin su código de cierre </ref> [Federación de Organismos de Ayuda a los Republicanos Españoles], que desde 1942 promovió el «Patronato Pro Niños Españoles» presidido por el pedagogo extremeño Rubén Landa Vaz, el vicepresidente Fernández Egocheaga, la secretaria general Matilde Cantos y el tesorero Verna Millán. Este comité ejecutivo contaba con el apoyo de una comisión técnica pedagógica en la que participaba Rubén Landa, el doctor Ricardo Fandiño, los profesores Lladó, Joaquín Xirau, Elena Torres y Regina Lagos. La comisión de acción social estaba integrada por la profesora Veneranda García Manzano y los doctores Margarita Lozano Garza y Fernando Carmona, Emilio Prados, David Serrano, Piedad Aguirre, Ricardo Castellote, Serra Hemter y De Buen Lozano.3​ El objetivo educativo del Patronato iba acompañado de propuestas de protección jurídica y moral y material, tal como se recogía en su reglamento fundacional:4

PRIMERO.- Organizar y prestar la protección y ayuda de los menores españoles necesitados residentes en México.
SEGUNDO.- Impedir, por todos los medios que estén a su alcance la repatriación de los niños contra sus propios intereses, teniendo en cuenta la trágica situación de España, los peligros de la travesía y las posibles contingencias de la guerra actual.
TERCERO.- Hacer una estadística, lo más completa posible, precisando en ella los datos personales, familiares, residencia y condiciones de vida en que se desenvuelve cada menor.
CUARTO.- Legalizar su situación o estancia en México, realizando las gestiones convenientes en los organismos policiales de Migración y recabando para ello la ayuda económica de las entidades españolas que disponen de medios.
QUINTO.- Se procurará así mismo [sic], la asistencia moral y material de los muchachos, su adaptación profesional, facilitándoles ocupación adecuada a in de que cumplan si misión social de ciudadanos libres.
SEXTO.- Organizar en México D.F., o lugar próximo, una CASA HOGAR donde puedan residir todos los menores que lo necesiten.
SÉPTIMO.- Relacionarlos con sus familiares respectivos donde quiera que se encuentren y con aquellos españoles residentes en México, que se interesen por la situación de los menores.

A partir de 1943, el El «Patronato Pro Niños Españoles» obtuvo el apoyo del general Lázaro Cárdenas, entonces Secretario de Defensa de México, para desarrollar un proyecto de casas-hogar que habían de dar continuidad educativa a los niños de la Escuela España-México de Morelia, a la sazón dirigida por el profesor Ponce de León.5​ Los promotores de las primeras casas-hogar, José María Argüelles y Muñoz Cota, obtuvieron de Indalecio Prieto la cesión de los terrenos necesarios, dando lugar a la realización del proyecto. En una primera fase, en 1943 se crearon tres casas-hogar con una media de 20-25 alumnos acogidos:6

  • La primera casa-hogar para señoritas, situada en la calle Michoacán 64, fue dirigida por la profesora española Hortensia Salvadores Izquierdo.
  • La segunda casa-hogar, esta vez para muchachos, se situaba en la calle Alfonso Herrera 88, y tuvo como director al filósofo Adolfo Sánchez Vázquez,7​ quien fue sustituido al año siguiente por Alfonso Aragonés.
  • La tercera casa, también para chicos, en la calle Miguel Ángel 81, fue dirigida inicialmente por el profesor Martín Navarro.

Ante el éxito de la iniciativa, que permitía acompañar en un entorno familiar a los menores durante sus estudios y sus primeras experiencias laborales, en 1944, se encargó a José María Argüelles la creación de tres casas-hogar más para los niños de Morelia. Argüelles consiguió, junto con Miguel Vargas Solórzano, que substituía por entonces a José Muñoz Cota como representante de Lázaro Cárdenas en el patronato, la apertura de tres casas-hogar, en una segunda fase:

  • La primera, dirigida por el reconocido poeta y pedagogo Manuel Giner de los Ríos, se ubicaba en la calle de Caravaggio 30, en Mixcoac.
  • La segunda fue de dirigida el profesor y abogado Manuel Galés Martínez, en la calle Cerrada de Otoño 33.
  • La tercera, en la calle de Pánuco 19, constituiría la segunda casa de niñas y tuvo como directora a la profesora Amalia Salvadores.

La normativa de estas seis casas-hogar se regía por los principios de la educación activa y personalizada que había inspirado la pedagogía en la República española, para promover el estudio y la inserción laboral:

«Son creadas para los alumnos de la antigua Escuela España-México, a fin de encauzarlos y dirigirlos, dentro de un tipo de vida familiar, por medio del estudio o del trabajo, debiéndose caracterizar la conducta de los residentes en ellas, tanto dentro como fuera de la casa hogar, por la fidelidad a la España Republicana que los alejó de la guerra y por el respeto a México que los acogió fraternalmente»8.

Las casas-hogar atendieron a los Niños españoles de Morelia hasta más de diez años después de su llegada a México. En 1947 cerró la casa-hogar de la calle Caravaggio; pocos meses después se abandonaron las de la calle Miguel Ángel y la calle Pánuco; en 1948 se clausuró la casa pionera de Michoacán; las dos últimas en cerrar, a finales de 1948, fueron la casa-hogar para chicos en la calle Cerrada de Otoño y la casa-hogar para chicas, de la calle Alfonso Herrera

5 de junio de 1998 nace Federico Garcia Lorca

https://youtu.be/nfKaoHBfDIk

Federico García Lorca

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Federico García Lorca
Federico García Lorca. Huerta de San Vicente, Granada.jpg
Información personal
Nombre de nacimiento Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 5 de junio de 1898
Fuente Vaqueros (España)
Fallecimiento 18 de agosto de 1936 (38 años)
Camino de Víznar a Alfacar
Causa de la muerte Fusilamiento Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Española
Lengua materna Castellano
Familia
Padres Federico García Rodríguez
Vicenta Lorca Romero
Educación
Educado en Facultad de Filosofía y Letras (Universidad de Granada) (Ciencia de la literatura; desde 1915) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Director de teatro, letrista, autor, dramaturgo, poeta, músico y dibujante Ver y modificar los datos en Wikidata
Movimiento Generación del 27 Ver y modificar los datos en Wikidata
Géneros Dramaturgia, teatro y poesía Ver y modificar los datos en Wikidata
Obras notables
Firma Federico García Lorca signature.svg

Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 5 de junio de 1898-camino de Víznar a Alfacar, 18 de agosto de 1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX y como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español del siglo XX. Fue asesinado por el bando sublevado un mes después del golpe de Estado que provocó el inicio de la guerra de España.

Biografía

Nació el 5 de junio de 1898 en el municipio granadino de Fuente Vaqueros,1​ en el seno de una familia de posición económica desahogada, y fue bautizado como Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca.2​ Su padre fue el hacendado Federico García Rodríguez (1859-1945) y su madre, Vicenta Lorca Romero (1870-1959), segunda esposa de su padre,3​ maestra de escuela que fomentó el gusto literario de su hijo. Su primera casa, en Fuente Vaqueros, es en la actualidad un museo.

Federico García Lorca a los seis años de edad.

En 1909, cuando tenía once años de edad, la familia se mudó a la ciudad de Granada. En su adolescencia, se interesó más por la música que por la literatura; estudió piano con Antonio Segura Mesa y entre sus amigos de la universidad lo conocían más como músico que por escritor novel. En 1926, en la casa solariega de la familia García-Trevijano en Órgiva, estrenó al piano una mazurca compuesta por Manuel de Falla para Carmen García-Trevijano, a la sazón tía del abogado y político antifranquista Antonio García-Trevijano.4

Juventud y primeras obras

En 1914 se matriculó en la Universidad de Granada para estudiar las carreras de Filosofía y Letras y de Derecho. Durante esta época, el joven Lorca se reunía con otros jóvenes intelectuales en la tertulia El Rinconcillo del café Alameda.

En la Universidad recibió clases de Martín Domínguez Berrueta, el cual llevó a Lorca y a sus compañeros de viaje por Baeza, Úbeda, Córdoba, Ronda, León, Burgos y Galicia. Estos viajes por distintas partes de España fueron los que despertaron su vocación como escritor. De hecho, fruto de esto surgió su primer libro en prosa Impresiones y paisajes, publicado en 1918, una pequeña antología de sus mejores páginas en prosa sobre temas políticos y sobre sus intereses estéticos.

Vida en la Residencia de Estudiantes

En la primavera de 1919, varios de sus amigos de la tertulia El Rinconcillo se trasladaron a Madrid, y Lorca, gracias a la ayuda de Fernando de los Ríos, quien le ayudó a convencer a sus padres a seguir sus estudios en la Residencia de Estudiantes, no tardó en unirse a ellos. Así pasó el poeta a formar parte de esta institución.

La Residencia de Estudiantes era en aquella época un hervidero intelectual, que acogió a figuras de la talla de Albert Einstein, John Maynard Keynes y Marie Curie, lo que influyó enormemente en la formación intelectual de Lorca. De esta forma, entre 1919 y 1926, se relacionó con muchos de los escritores e intelectuales más importantes de España, como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí y consiguió huir del tedio cultural provinciano, que odiaba, como escribió a su amigo el compositor Adolfo Salazar:

Estoy encendío como una rosa de cien hojas, pero la realidad me encierra en su casa fea de espartos. Me escriben de la Residencia diciéndome que no tienen habitación. ¡Esto es terrible! ¿Cómo voy yo a irme a otra parte? Me asustan los ambientes Baroja y Galdós, la patrona, el estudiante vicioso… ¡Qué horror! Pues no digamos nada los ambientes Zamacois, etc… ¡Es horrible! Así pues, hasta que tenga habitación sola en la Residencia no voy a Madrid… ¡Qué pena! […] Tengo mala sombra. Y me hace falta salir, ¿lo oyes? Yo me ahogo. Este ambiente provinciano terrible y vacío llena mi corazón de telarañas.
5

Entre 1919 y 1921, Lorca publicó Libro de poemas, compuso sus primeras Suites, estrenó El maleficio de la mariposa y desarrolló otras piezas teatrales. También durante esta etapa, gracias otra vez a la ayuda de Fernando de los Ríos, tuvo ocasión de conocer a Juan Ramón Jiménez, que influyó en su visión de la poesía y con el que llegó a tener mucha amistad.

En mayo de 1921, Lorca volvió a Granada, teniendo así la oportunidad de conocer al maestro Manuel de Falla, que se había instalado en la ciudad en septiembre del año anterior. Su amistad les llevó a emprender varios proyectos en torno a la música, el cante jondo, los títeres, y otras actividades artísticas paralelas. Ese mismo año, Lorca escribió el Poema del cante jondo, obra que se publicó en 1931. Esos años en Granada giraron alrededor de dos focos culturales: Falla y la tertulia El Rinconcillo, reunida en el café Alameda.

Excursión realizada en Granada por Federico García Lorca y amigos (1926)

El 6 de enero de 1923, festividad de los Reyes Magos, Falla participó en una fiesta privada montada por Federico, Adolfo Salazar y Hermenegildo Lanz, dedicada a dos niñas de la familia, su hermana Isabel y Laura, la hija de Fernando de los Ríos.6​ Se representó una adaptación lorquiana para títeres de cachiporra del cuento andaluz La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, un entremés atribuido a Cervantes y el Misterio de los Reyes Magos, un auto sacramental del siglo XIII, para el que Falla había colaborado en la composición de la música incidental.7​ Aquel mismo año, Lorca y Falla trabajaron en una opereta lírica, Lola, la comedianta, obra que nunca terminaron.

Postal de Federico y Dalí para Antonio de Luna García «Querido Antoñito: En medio de un ambiente delicioso de mar, fonógrafos y cuadros cubistas te saludo y te abrazo. Dalí y yo preparamos una cosa que estarà moll bé. Una cosa moll bonic. Sin darme cuenta me he impuesto en el catalán. Adiós Antonio, saludame a tu padre y saludate tu con mi mejor inalterable amistad. ¡Has visto lo que han hecho con Paquito!, (silencio).»

Santo peregrino. Dibujo a tinta y lápices de colores sobre papel. Regalo personal a Antonio de Luna García (Granada, 1926)

En 1925 viajó a Cadaqués para pasar la Semana Santa en casa de su amigo Salvador Dalí. Esta visita y otra más larga en 1927 marcaron profundamente la vida y obra de ambos. Fruto de esta intensa amistad fue la «Oda a Salvador Dalí», que se publicó en la Revista de Occidente en 1926. Además, fue el mismo Dalí el que animó al escritor a iniciarse en la pintura, consiguiendo que en 1927 presentase su primera exposición en las Galeries Dalmau de Barcelona. Por su parte, Lorca alentó a Dalí como escritor, y lo denominó como su «amor erótico». En 1925 conoció a Emilio Aladrén con quien compartiría relaciones sexuales8​ hasta el año 1927, cuando Emilio lo dejaría por Eleanor Doven, con la que más tarde se casaría.

Generación del 27

El término parte de la fecha de diciembre de 1927, cuando se reúnen varios poetas españoles en Sevilla, en un acto organizado por la Sociedad Económica de Amigos del País9​ para conmemorar los trescientos años de la muerte de Luis de Góngora.10​ Cabe destacar que esta reunión es el origen de lo que algunos llaman la Generación del 27 en la que se incluyen escritores como Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados.

No todos los estudiosos reconocen el concepto de generación a la generación del 27 al no cumplir los criterios establecidos por el historiador Julius Petersen10​ (fechas de nacimiento próximas; formación educativa semejante; buenas relaciones entre ellos; fecha próxima en la publicación de sus primeras obras; hecho histórico generacional; ideas comunes; lenguaje generacional; presencia de un guía ideológico; y anquilosamiento de la generación anterior). Algunos han propuesto un cambio de nombre como «Generación de la Dictadura», «Generación Guillén-Lorca», «Generación de 1925», «Generación de las Vanguardias» o «Generación de la amistad». Sin embargo, es un término muy admitido por comodidad y costumbre.

Este grupo se caracteriza por fundir las formas de la poesía tradicional (neopopularismo) con los movimientos de vanguardia; por tratar los mismos temas de una manera similar (la muerte en sentido trágico; el amor como fuerza que da sentido a la vida; preocupaciones sociales como la injusticia, la miseria, etc.), por el uso de la metáfora y la imagen; etc.

Volviendo a la vida de Lorca, se puede decir que la etapa de 1924 a 1927 fue el momento en el que el escritor llegó a su madurez como poeta.

Sin embargo, también es en esta época cuando Federico García Lorca vive, según sus palabras, «una de las crisis más hondas de mi vida»,11​ a pesar de que sus obras Canciones y Primer romancero gitano, publicados en 1927 y 1928 respectivamente, están gozando de gran éxito crítico y popular. Esta crisis fue provocada por varios acontecimientos en su vida. Por un lado, con el éxito del Romancero gitano, comenzó a verse a Lorca como costumbrista, defensor de los gitanos, ligado al folclore andaluz. Este se quejaba en una carta a Jorge Guillén diciendo: «Me va molestando un poco mi mito de gitanería. Los gitanos son un tema. Y nada más. Yo podía ser lo mismo poeta de agujas de coser o de paisajes hidráulicos. Además, el gitanismo me da un tono de incultura, de falta de educación y de poeta salvaje que tú sabes bien no soy. No quiero que me encasillen. Siento que me va echando cadenas».11​ Y, por otro lado, se separó de Emilio Aladrén, un escultor con el que había mantenido una intensa relación afectiva. Además, esta crisis debió agravarse cuando Lorca recibió las duras críticas de Dalí y Luis Buñuel sobre el Romancero gitano.11​ A pesar de esto, Lorca siguió trabajando y comenzando nuevos proyectos, como la revista Gallo de la que solo se publicaron dos números o la obra Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, la cual intentó estrenar en 1929 pero fue prohibida por la censura de la dictadura de Primo de Rivera.1112

Viaje a Nueva York

En la primavera de 1929, Fernando de los Ríos propuso a Lorca que le acompañase en su viaje a Nueva York. Este aceptó viendo la oportunidad de alejarse de Aladrén ,13​ aprender inglés, cambiar de vida y renovar su obra. Se embarcaron en el Olympic —buque hermano del malogrado Titanic— a principios de junio de 1929 y llegaron el 26 de junio a Nueva York; él mismo describió su estancia en dicha ciudad estadounidense como «una de las experiencias más útiles de mi vida». Describió a la ciudad como un lugar «de alambre y muerte» y se vio sorprendido por la economía capitalista y el trato a los negros. Según él, Estados Unidos era «una civilización sin raíces. [Los ingleses] han levantado casas y casas, pero no han ahondado en la tierra». Volcó sus impresiones en Poeta en Nueva York, que no se publicó hasta cuatro años después de su muerte.1415​ En su trabajo Lorca buscó expresar «la esclavitud dolorosa del hombre y máquina juntos» en una ciudad a la que denominó como «geometría y angustia».15

En marzo de 1930 dejó Nueva York para viajar a La Habana, donde exploró la cultura y la música cubana y trabajó en nuevos proyectos como El público y Así que pasen cinco años. En junio de 1930, Lorca ya estaba en Madrid.

La Barraca ambulante

Facsímil del cartel original con el logotipo de La Barraca.

Con la instauración de la Segunda República Española en abril de 1931, comenzó una nueva etapa para Lorca. Junto a Eduardo Ugarte, el escritor granadino codirigió La Barraca, un grupo de teatro universitario16​ que representó obras teatrales del Siglo de Oro (Calderón de la Barca, Lope de Vega, Miguel de Cervantes) por ciudades y pueblos de España. Financiado por el Ministerio de Educación que dirigía el socialista Fernando de los Ríos, tuvo por primera vez en sus manos un proyecto propio. El estallido de la guerra civil española frustraría el empeño.

En la primavera de 1936 La Barraca realizó su última función en el Ateneo de Madrid, por petición expresa de Juana Capdevielle, bibliotecaria de la institución, al grupo de teatro ambulante, que representó El caballero de Olmedo de Lope de Vega.17

En América

En 1933 la compañía de Lola Membrives estrenó en Buenos Aires Bodas de sangre con un gran éxito popular. Por ello, Lorca recibió la invitación de Membrives y de su marido para viajar a esa ciudad argentina. Allí, consiguió triunfar profesionalmente y, gracias a esto, consiguió su independencia económica. A lo largo de los seis meses que permaneció en Buenos Aires, tuvo la oportunidad de dirigir Bodas de sangre, que fue representada más de ciento cincuenta veces; Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa, El retablillo de don Cristóbal y una adaptación de La dama boba de Lope de Vega. También durante este tiempo tuvo la ocasión de dar varias conferencias y de hacer nuevas amistades, como Pablo Neruda, Juana de Ibarbourou, Ricardo Molinari, Salvador Novo y Pablo Suero.

Cuando García Lorca volvió a España en 1934, mantuvo un elevado ritmo creativo: terminó obras como Yerma, Doña Rosita la soltera, La casa de Bernarda Alba y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías; revisó obras como Poeta en Nueva York, Diván del Tamarit y Suites; hizo un viaje a Barcelona para dirigir algunas de sus obras, recitar sus poemas y dar conferencias, visitó Valencia18​ y siguió representando obras con La Barraca; organizó clubes de teatro; etc. También tuvo una gran estadía en Montevideo (Uruguay), donde terminó de escribir un par de obras (posiblemente Yerma) y tuvo contacto con los artistas locales, tales como Juana de Ibarbourou.19

Sin embargo, es también en este momento cuando en España se empieza a vivir una época de violencia e intolerancia. La situación política era insostenible. Estaba a punto de estallar la Guerra civil española. Desde los sectores más reaccionarios se seguía con fuerza la campaña de desprestigio y odio hacia el régimen democrático republicano y sus partidarios. Lorca, debido a su amistad con personajes progresistas como Fernando de los Ríos o Alberti, fue ya señalado por una parte de la prensa más conservadora y desde 1935 fue considerado un enemigo de la derecha. La revista satírica antirrepublicana Gracia y Justicia en enero de ese mismo año insultaba al poeta en su portada, y en el interior de la misma tachaba sus dramas de blasfemos (la revista pertenecía a la Editorial Católica), aludían a su homosexualidad de modo despectivo e insinuaban en tono amenazante: «¡No debiera jugar al corro con ciertas cosas!».20

Últimos días y fusilamiento

Lorca en una terraza del paseo de Recoletos en el verano de 1936

Colombia y México, cuyos embajadores previeron que el poeta pudiera ser víctima de un atentado debido a su puesto de funcionario de la República, le ofrecieron el exilio, pero Lorca rechazó las ofertas,21​ y se dirigió a la Huerta de San Vicente para reunirse con su familia. Llegó allí el 14 de julio de 1936, tres días antes de que estallara en Melilla la sublevación militar contra la República que dio lugar a la Guerra civil. Inicialmente, la situación en la capital granadina fue tranquila y no hubo ningún incidente. Sin embargo, el día 20, la guarnición militar de la ciudad se sublevó y en poco tiempo el centro de Granada estaba en poder de las fuerzas sublevadas. El cuñado de Federico y alcalde de la ciudad, Manuel Fernández-Montesinos, fue arrestado en su despacho del ayuntamiento. Sería fusilado un mes más tarde.11

Huerta de San Vicente (hoy día un museo), casa de verano de García Lorca en Granada, a donde partió pocos días antes del estallido de la guerra civil.

Alguien le preguntó sobre su preferencia política, aunque desconocemos la fecha, y él manifestó que se sentía a su vez católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico.22​ Sin embargo, siempre se mostró «partidario de los que no tienen nada», como declaró en 1934. Como ha destacado el historiador Paul Preston, Lorca «animado por una profunda conciencia social creó su compañía de teatro itinerante, La Barraca, firmó regularmente manifiestos antifascistas y colaboró con organizaciones como Ayuda Roja Internacional. Por ello se ganó el desprecio de la Falange y el resto de la derecha. En su propia ciudad mantuvo una estrecha relación con los grupos de izquierda moderada». Su familia era muy amiga del socialista Fernando de los Ríos.23

Lorca nunca se afilió a ningún grupo y jamás discriminó o se distanció de ninguno de sus amigos, por ninguna cuestión política. Conocía al líder y fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, muy aficionado a la poesía.2425​ El propio Lorca dijo de él al joven Gabriel Celaya, en marzo de 1936:

José Manuel [Aizpurúa] es como José Antonio. Otro buen chico. ¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo ni a mí me conviene que me vean con él.26

Esta declaración es entendida por los estudiosos como una exageración o una broma, como lo apuntó el propio Celaya al relatar esta anécdota.27​ Al describir la escena, resume las consecuencias dramáticas de la actitud insensata de García Lorca:

Federico se reía. Creía que aquello no era más que una travesura de niños. No veía nada detrás. Se reía como de una buena broma. Pero esa risa, esa confianza en que el hombre es siempre humano, ese creer que un amigo, fascista o no, es un amigo, le costó la muerte. Porque fueron unos amigos, amigos que él contaba entre sus mejores, quienes en el último momento resultaron ser ante todo y sobre todo fascistas.28

Se sentía, como dijo al periodista y caricaturista Luis Bagaría en una entrevista para El Sol de Madrid poco antes de su muerte, íntegramente español, pero «antes que esto hombre del mundo y hermano de todos».

Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.29

El olivo donde podría haber sido fusilado

En Granada buscó refugio en casa de la familia de su amigo el poeta Luis Rosales, donde se sentía más seguro ya que dos de sus hermanos, en los que confiaba, eran destacados falangistas de Granada.11​ A pesar de ello, el 16 de agosto de 1936, se presentó allí la Guardia Civil para detenerlo. Acompañaban a los guardias Juan Luis Trescastro Medina, Luis García-Alix Fernández y Ramón Ruiz Alonso, exdiputado de la CEDA, que había denunciado a Lorca ante el gobernador civil de Granada José Valdés Guzmán. Valdés consultó con Queipo de Llano lo que debía hacer, a lo que este le respondió: «Dale café, mucho café».30​ Según el historiador Ian Gibson, se acusaba al poeta de «ser espía de los rusos, estar en contacto con estos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual».31​ Fue trasladado al Gobierno Civil, y luego al pueblo de Víznar donde pasó su última noche en una cárcel improvisada, junto a otros detenidos.11

Después de que la fecha exacta de su muerte haya sido objeto de una larga polémica, parece definitivamente establecido que Federico García Lorca fue fusilado a las 4:45 h de la madrugada del 18 de agosto,323330​en el camino que va de Víznar a Alfacar. Su cuerpo, que jamás se recuperó,21​ permanece enterrado en una fosa común anónima en algún lugar de esos parajes, junto con el cadáver de un maestro nacional, Dióscoro Galindo, y los de los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, ejecutados con él.34​ Juan Luis Trescastro presumiría después de haber participado personalmente en los asesinatos, recalcando la homosexualidad de Lorca.35

H. G. Wells envió el siguiente despacho a las autoridades militares de Granada:

H. G. Wells, presidente Pen Club de Londres, desea con ansiedad noticias de su distinguido colega Federico García Lorca, y apreciará grandemente la cortesía de una respuesta,36

cuya respuesta fue la siguiente:

Coronel gobernador de Granada a H. G. Wells.—Ignoro lugar hállase D. Federico García Lorca.—Firmado: Coronel Espinosa.36

El 23 de abril de 2015 se hizo público un informe policial fechado el 9 de julio de 1965,37​ basado en una investigación realizada ese mismo año, que corroboraba la ejecución de Lorca por las autoridades franquistas.38​ En el informe se le acusaba de «socialista», amigo de Fernando de los Ríos, y «masón, perteneciente a la logia ‘Alhambra’, en la que adoptó el nombre simbólico de ‘Homero’», y le atribuía «prácticas de homosexualismo y aberración». También afirma que fue condenado a muerte tras «haber confesado», aunque no especifica qué habría confesado. El informe fue redactado por la 3.ª brigada regional de investigación social de la Jefatura Superior de la Policía de Granada a petición de la hispanista francesa Marcelle Auclair, aunque nunca obtuvo respuesta, ya que el informe fue ocultado por la dictadura franquista.39​ La existencia del dicho informe fue mencionada por primera vez por el periodista falangista Eduardo Molina Fajardo en su libro póstumo, Los últimos días de García Lorca (1983). Según Gibson, es evidente que Molina Fajardo había tenido acceso al informe policial.37

Después de su muerte

Monumento a García Lorca en la plaza de Santa Ana de Madrid.

Después de su muerte se publicaron Primeras canciones y Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín.

Una de las obras más estremecedoras sobre el hecho de su muerte es el poema «El crimen fue en Granada», escrito por Antonio Machado en 1937. En el otro bando, Unidad, un periódico falangista de San Sebastián,, publicó el 11 de marzo de 1937, una sentida elegía firmada por Luis Hurtado Álvarez y titulada «A la España imperial le han asesinado su mejor poeta».

Una de las biografías sobre Federico García Lorca más documentadas, controvertidas y populares es el best-seller publicado en 1989 y titulado Federico García Lorca: A life (Vida pasión y muerte de Federico García Lorca, edición en español en 1998), del hispanista de origen irlandés Ian Gibson. Conmemorando el centenario de su nacimiento, el 5 de junio de 1998, comenzaron las emisiones de televisión de Canal 2 Andalucía.40

En 2009, en aplicación de la ley para la recuperación de la memoria histórica aprobada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se abrió la fosa donde supuestamente descansaban los restos del poeta, sin encontrarse nada.41

En mayo de 2012 salió a la luz su última carta, dirigida a su amigo íntimo, el escritor y crítico de arte Juan Ramírez de Lucas.4243​ En 2014 se iniciaron trabajos de localización de la fosa donde fue enterrado y de identificación de cuerpos, aunque dada la negativa de la familia del poeta parece improbable la exhumación de su cuerpo.44a​ En 2015 la escritora Marta Osorio publica un libro en el que analiza la información que Agustín Penón recopiló sobre el emplazamiento del cuerpo del poeta (principalmente de Emilia Llanos, amiga íntima del poeta), apuntando a un traslado del cuerpo a otro emplazamiento del mismo camino donde fue enterrado o incluso a Madrid.47

Obra

Manuscrito de Poema doble del lago Eden (Poeta en Nueva York)

El universo lorquiano se define por un palpable sistematismo: la poesía, el drama y la prosa se alimentan de obsesiones —amor, deseo, esterilidad— y de claves estilísticas constantes. La variedad de formas y tonalidades nunca atenta contra esa unidad cuya cuestión central es la frustración.

Estilo

Los símbolos: de acuerdo con su gusto por los elementos tradicionales, Lorca utiliza frecuentemente símbolos en su poesía. Se refieren muy frecuentemente a la muerte aunque, dependiendo del contexto, los matices varían bastante. Son símbolos centrales en Lorca:

  • La luna: es el símbolo más frecuente en Lorca. Su significación más frecuente es la de muerte, pero también puede simbolizar el erotismo, la fecundidad, la esterilidad o la belleza.48
  • El agua: cuando corre, es símbolo de vitalidad. Cuando está estancada, representa la muerte.
  • La sangre: representa la vida y, derramada, es la muerte. Simboliza también lo fecundo, lo sexual.
  • El caballo (y su jinete): está muy presente en toda su obra, portando siempre valores de muerte, aunque también representa la vida y el erotismo masculino.
  • El toro: García Lorca era aficionado a los toros; según sus palabras: «Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo. Es el drama puro en el cual el español derrama sus mejores lágrimas y su bilis. Es el único sitio a donde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbradora belleza (…)».49
  • Las hierbas: su valor dominante, aunque no único, es el de ser símbolos de la muerte.
  • Los metales: también su valor dominante es la muerte. Los metales aparecen bajo la forma de armas blancas, que conllevan siempre tragedia.

La metáfora: es el procedimiento retórico central de su estilo. Bajo la influencia de Góngora, Lorca maneja metáforas muy arriesgadas: la distancia entre el término real y el imaginario es considerable. En ocasiones, usa directamente la metáfora pura. Sin embargo, a diferencia de Góngora, Lorca es un poeta conceptista, en el sentido de que su poesía se caracteriza por una gran condensación expresiva y de contenidos, además de frecuentes elipsis. Las metáforas lorquianas relacionan elementos opuestos de la realidad, transmiten efectos sensoriales entremezclados, etc.

El neopopularismo: aunque Lorca asimila sin problemas las novedades literarias, su obra está plagada de elementos tradicionales que, por lo demás, demuestran su inmensa cultura literaria. La música y los cantos tradicionales son presencias constantes en su poesía. No obstante, desde un punto de vista formal no es un poeta que muestre una gran variedad de formas tradicionales; sin embargo, profundiza en las constantes del espíritu tradicional de su tierra y de la gente: el desgarro amoroso, la valentía, la melancolía y la pasión.

Poesía

Autorretrato de Federico García Lorca para Poeta en Nueva York

La obra poética de Lorca constituye una de las cimas de la poesía de la generación del 27 y de toda la literatura española. La poesía lorquiana es el reflejo de un sentimiento trágico de la vida, y está vinculada a distintos autores, tradiciones y corrientes literarias. En esta poesía conviven la tradición popular y la culta. Aunque es difícil establecer épocas en la poética de Lorca, algunos críticos diferencian dos etapas: una de juventud y otra de plenitud.

Época de juventud

Aquí se incluyen sus primeros escritos: Impresiones y paisajes (en prosa, aunque sin embargo muestra procedimientos característicos del lenguaje poético) y Libro de poemas (escrito bajo el influjo de Rubén Darío, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez); en este poema García Lorca proyecta un amor sin esperanza, abocado a la tristeza.

La Diputación de Granada editó en 1986 una antología poética, seleccionada, presentada y anotada por Andrew A. Anderson.50​ Esta antología aporta Suites (1920-1923) y Poemas en prosa (1927-1928). En Suites se encuentra «Cancioncilla del niño que no nació» (pág. 71), y en Poemas en prosa «Degollación de los Inocentes» (pág. 150). En estos escritos el poeta hace referencia al drama del aborto.

La viudita y el conde Cabra, basada en una historia real y que llegó a sus oídos a través de una canción infantil.

Época de plenitud

Comienza con el Poema del cante jondo (1921) que, mediante la unidad temática, formal, conceptual y la expresión de los sentimientos, debida en parte a su inspiración folclórica, describe la lírica neopopularista de la generación del 27.

García Maroto y García Lorca. Pintura de Rafael Barradas (1926).

En Primeras canciones (1926) y Canciones (1927) emplea las mismas formas: la canción y el romance. Los temas del tiempo y la muerte se enmarcan en el alba, la noche, la ciudad andaluza y los paisajes lunares.

La muerte y la incompatibilidad moral del mundo gitano con la sociedad burguesa son los dos grandes temas del Romancero gitano. Destacan los procedimientos habituales de poesía de origen popular, y la influencia del compositor Manuel de Falla. No se trata de una obra folclórica; está basada en los tópicos con que se asocia lo gitano y andaluz. Lorca eleva al personaje gitano al rango de mito literario, como después hará también con el negro y el judío en Poeta en Nueva York. En el Romancero gitano emplea el romance, en sus variantes de novelesco, lírico y dramático; su lenguaje es una fusión de lo popular y lo culto.

Lorca escribió Poeta en Nueva York a partir de su experiencia en Estados Unidos, donde vivió entre 1929 y 1930. Para Lorca la civilización moderna y la naturaleza son incompatibles. Su visión de Nueva York es de pesadilla y desolación, propia de un mal sueño. Para expresar la angustia y el ansia de comunicación que lo embargan, emplea las imágenes visionarias del lenguaje surrealista. Su libertad expresiva es máxima, aunque junto al verso libre se advierte el uso del verso medido (octosílabo, endecasílabo y alejandrino).

El Diván del Tamarit (1940) es un libro de poemas de atmósfera o sabor oriental, inspirado en las colecciones de la antigua poesía arábigoandalusí. El tema central es el del amor sujeto a experiencias frustrantes y amargas; su lenguaje está muy próximo al de Poeta en Nueva York.

Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (1935) es una elegía de incontenible dolor y emoción que actúa de homenaje al torero sevillano que tanto apoyó a los poetas de la generación del 27.

La obra poética de García Lorca se cierra con Seis poemas gallegos y la serie de once poemas amorosos titulada Sonetos del amor oscuro. Lorca siempre ha contado con el respeto y admiración incondicional de los poetas de generaciones posteriores a la Guerra Civil. Considerado un poeta maldito, su influencia se ha dejado sentir entre los poetas españoles del malditismo.

Libros de poesía

De Profundis en Leiden

Teatro

El teatro de García Lorca es, con el de Valle-Inclán, el de mayor importancia escrito en castellano en el siglo XX. Es un teatro poético, en el sentido de que gira en torno a símbolos medulares —la sangre, el cuchillo o la rosa—, de que se desarrolla en espacios míticos o presenta un realismo trascendido, y de que, en fin, encara problemas sustanciales del existir. El lenguaje, aprendido en Valle-Inclán, es también poético. Sobre Lorca influyen también el drama modernista (de aquí deriva el uso del verso), el teatro lopesco (evidente, por ejemplo, en el empleo organizado de la canción popular), el calderoniano (desmesura trágica, sentido de la alegoría) y la tradición de los títeres. La producción dramática de Lorca puede ser agrupada en cuatro conjuntos: farsas, comedias «irrepresentables» (según el autor), tragedias y dramas.

Entre las farsas, escritas entre 1921 y 1928, destacan La zapatera prodigiosa, en la que el ambiente andaluz sirve de soporte al conflicto, cervantino, entre imaginación y realidad, y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, complejo ritual de iniciación al amor, que anuncia los «dramas irrepresentables» de 1930 y 1931: El público y Así que pasen cinco años, sus dos obras más herméticas, son una indagación en el hecho del teatro, la revolución y la presunta homosexualidad —la primera— y una exploración —la segunda— en el ser humano y en el sentido del vivir.

Consciente del éxito de los dramas rurales poéticos, Lorca elabora las tragedias Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934), conjugación de mito, poesía y sustancia real. Los problemas humanos determinan los dramas. Así, el tema de la «solterona» española (Doña Rosita la soltera, 1935), o el de la represión de la mujer y la intolerancia en La casa de Bernarda Alba (1936), para muchos la obra maestra del autor.

Obras teatrales

IN MEMORIAN: JOSETE 50 AÑOS DE LUCHA FEMINISTA, ANTICAPITALISTA, ANTIFASCISTA, POLÍTICA, SOCIAL Y SINDICAL.

 

la asamblea de leganes por la república reproducimos el comunicado en memoria de Josete,buen conocido siempre estuvo en los actos republicanos

mucha tristeza

SOLIDARIDAD OBRERA – AVISO 50/2021
4 de junio de 2021
IN MEMORIAN: JOSETE
50 AÑOS DE LUCHA FEMINISTA, ANTICAPITALISTA, ANTIFASCISTA, POLÍTICA, SOCIAL Y SINDICAL.

El 2 de junio nos dejaba nuestro querido compañero José Luis de Roa Sanz, “Josete”, un nombre que va a ser difícil de olvidar, ya que era muy querido por todos y todas, además de un ejemplo de lucha, que unía colectivos, sindicatos, partidos, asociaciones de vecinos, centros sociales en pro de la clase trabajadora y la solidaridad obrera.

Lo despidieron de Metro en 2013 con el ERE, algo que le proporcionó tiempo para implicarse más a fondo en las reivindicaciones sociales en la calle, convirtiéndose una vez más en uno de los imprescindibles. Pero en los últimos años la enfermedad le robó tiempo, mas no entusiasmo ni ganas de vivir, pues hasta el final se mantuvo luchador y optimista. Como era él, el “Josete” que todos conocemos.

Superó dos cánceres en los últimos años, pero una fibrosis pulmonar de origen aún desconocido, le deterioró los pulmones fatalmente hasta provocarle el fallecimiento. Una vez más la enfermedad nos quita el descanso y nos recuerda que la vida es corta y que debemos disfrutar y luchar; algo que él compaginaba muy bien- al ser tanto en la calle como en las celebraciones -siempre uno de los más cercanos.

En Metro de Madrid los trabajadores y trabajadoras le debemos mucho. Él puso en valor las negociaciones para la Multifuncionalidad, que parecía que se iba a acordar de cualquier manera, y apostó siempre porque la negociación de esta reestructuración tuviera coherencia; sentó las bases que han marcado las negociaciones hasta hoy. Fue delegado de Prevención y también Secretario General de esta Sección Sindical en años muy duros en los que no nos dejaban tener voz ni voto, pero desde luego la voz nunca se la callaron.

En los años más oscuros del franquismo ya era militante de la Oposición Sindical Obrera y del FRAP en el Barrio del Pilar y se “jugaba el tipo” en aquel entonces, se desmarcó de los oficialistas, entreguistas, peregrinos y cobardes, siendo represaliado, torturado por Billy el Niño, y cumpliendo meses de cárcel en Carabanchel. Con más “josetes” podríamos construir un mundo nuevo, por eso ha sido y es un imprescindible.

Fue un feminista incansable y no de “ultima hora”. Ya en los años 70 participaba junto a las compañeras en todas las movilizaciones y, año tras año, organizó y promovió actos por la memoria histórica y el papel revolucionario de las mujeres, como el homenaje a Rosario Sánchez Mora, “La Dinamitera”, y a las “Trece Rosas”.
Hizo que la movilización creciera a su alrededor, dejó las raíces para que los demás nos mantengamos firmes y sigamos creciendo. Hasta siempre Josete. Hasta la victoria de la lucha obrera y popular.
En la página web de Solidaridad Obrera abriremos un espacio dedicado a Josete donde se pondrán los actos que en su homenaje iremos realizando a lo largo del resto del año. Agradecemos las numerosas muestras de solidaridad y afecto que nos han llegado desde el mundo sindical (Plataforma Sindical EMT, SAS, CCOO, CoBas, CNT, ASC) social (Asociación de Vecinos “La Flor” del Barrio del Pilar, Escuela Popular de Adultos, ARBA, Ateneo Republicano de Vallekas, Asociaciones en defensa de la vivienda pública, Convivir, Federación Regional de Asociaciones de Vecinos…) y político (PCE, IU, IzCa, etc.) y a todas las personas, compañeras y compañeros de trabajo y de barrio, que acudieron al Tanatorio y a la cremación.

Madrid a 4 de junio de 2021
Por Solidaridad Obrera
La junta Sindical

Fosa de La Algaba: no hay fusilados, todos murieron de hambre y frío en un campo de exterminio franquista en Sevilla

La represión del campo de Las Arenas fue terrible: ninguna de las víctimas, que serán exhumadas, tenía orificios de bala.

Trabajos en el campo de las Arenas.

«Restos de los cadáveres enterrados sin cajas, hacinados y sepultados como animales. Aterra ver las fotografías de lo ocurrido» aquellos días de posguerra. En Andalucía se construyeron más de medio centenar de campos de concentración para el trabajo esclavo de presos políticos. Muchos vivieron en las peores condiciones de trabajo, higiene y hacinamiento. Sin embargo poco se conoce de uno en particular, un campo de exterminio, ubicado en el municipio de la Algaba (Sevilla), conocido como las Arenas, que comienza esta semana los trabajos de exhumación de sus 144 víctimas.

Sus presos eran «mendigos» reincidentes «tratados como presos políticos en la dictadura franquista en la medida que las autoridades los encarcelaban y actuaban las autoridades de los vencedores nunca Tribunales de Justicia». María Victoria Fernández Luceño, historiadora experta en este campo señala a Público que aquellos reclusos «no los castigaban y encerraban por delincuentes sino por su forma de vida». No se puede decir a medias tintas. Era lo que se conocía en la Alemania Nazi como un campo exterminio.

Luceño afirma con rotundidad que «en los documentos del Archivo Municipal [se refleja] que el médico informó de que no le dejaban el régimen hospitalario a los enfermos necesitados de cuidados especiales. Tampoco que fueran hospitalizados». Todos murieron entre agosto de 1941 y diciembre de 1942. En la fosa de las Arenas hay 144 víctimas de varias nacionalidades, entre ellos algún portugués y otro argelino.

Juana González nunca conoció a su tío, Juan Luis Monge, pero sí el dolor de por vida de su abuela que nunca olvidó «como a su niño se lo llevaron en un coche desde Chucena, Huelva, y nunca más se supo de su paradero». Francisca, abuela de Juana, intentaría en aquellos años del hambre conocer, descifrar dónde estaba. «Sabía que el alcalde franquista que llegó después de la guerra había dado la orden de quitarlo de en medio. No hacía daño a nadie, pero tenía una discapacidad intelectual y no tuvieron piedad», aclara Juana a Público.
Juan Luis paseaba por las calles del pueblo. «Se paraba con las vecinas, a veces se sentaba con ellas, pero aquello que hicieron no tuvo nombre y era imposible en aquellos días de la dictadura meterse a investigar». Juan Luis tenía 18 años y murió en el campo de las Arenas el 7 de mayo de 1942.

La misma edad tenía Manuel Pereira Buzón, natural de San Pedro de Ancorados, en Pontevedra, cuando muere en el campo de las Arenas sin conocer qué ocurrió en su viaje a Cádiz, donde quería embarcarse en busca de una vida mejor. Fina destaca a Público que «Manuel era su tío por parte de padre. Sabemos que se marchó muy joven para irse a Cádiz. No sabemos bien qué ocurrió en aquel viaje, dónde acabó y menos las circunstancias que lo llevaron a aquel campo» en el que murió el 14 de julio de 1942.

Gracias a la Asociación Comarcal Pro Memoria Democrática Vega Media del Guadalquivir se han logrado rescatar a algunos familiares, pero sin apenas datos de aquel proceso ni qué ocurrió para morir en las peores infecciones en aquel campo de muerte. «Ha sido y sigue siendo un trabajo muy complicado, porque han pasado muchos años y por las especiales circunstancias personales en que vivían muchas de las víctimas del campo de exterminio», destaca Celestino Sánchez-Espuelas Gutiérrez, secretario de la Asociación. «Nos hemos tenido que poner en contacto con los ayuntamientos de procedencia de las víctimas, comunicarles los datos de que disponíamos de las personas fallecidas y si nos podían aportar información sobre posibles familiares».

La Asociación no ha podido rescatar muchos datos por la falta de contacto entre unas generaciones y otras, pero es real que cuando conocen la historia «les impresiona cuando se enteran de las circunstancias en que fallecieron de hambre, frío, enfermedad y faltos de cuidados».

Gracias a los registros civiles, donde están identificadas las víctimas, se ha podido conocer por ejemplo como el tío de Juana acabó en el campo de exterminio y murió el 7 de mayo de 1942 de tifus exantemático. «Cosas así te impresionan y te sobrecogen, pero te dan ánimos para seguir trabajando en la recuperación de la memoria y de dignificación de las víctimas».

Juan Manuel Guijo, arqueólogo encargado de la localización, exhumación e identificación de víctimas en el campo de las Arenas, señala a Público que «los reclusos de Las Arenas representarían en la mayor parte de los casos un grupo humano muy dañado por la enfermedad y el hambre antes de su realojo».

El equipo evidencia cómo va a encontrar «esqueletos que no deben tener muchas afecciones por violencia directa dado que las víctimas sufrieron un total abandono hasta que su resistencia por la enfermedad o el hambre se quebró». Al estar muchas de estas personas vinculadas a la marginalidad, muchos de los daños que presenten se podrían deber a esas etapas anteriores. «Posiblemente nos podamos encontrar a un grupo humano terriblemente castigado. Desconocemos si en el encierro sufrieron además otro tipo de malos tratos» concluye Guijo.

Es relevante conocer «procesos infecciosos, traumas, repercusión del hambre y otras evidencias que permitan ver un deterioro físico». En ninguno de los casos se encontrarán orificios de salida ni fusilados, como ocurre en la mayoría de fosas.

La necesidad de este trabajo en su primera fase se centrará en «exhumar todo lo posible, pero tendrá que haber otra si el depósito se conserva razonablemente bien». El objetivo esencial además de exhumar lo posible es evaluar la cantidad de sujetos que se pueden encontrar allí. «Deberían ser unos 144, pero la actividad funeraria del espacio puede haber provocado daños», señala el informe arqueológico previo.

Vestigios y restos en el campo de las Arenas.

Es imprescindible que la ciudadanía conozca que fueron las «autoridades sevillanas, gobierno civil y ayuntamiento las que hicieron desaparecer a la población molesta de los pobres vencidos en la guerra civil», señala la investigadora Luceño. Más de 140 hombres de distintas edades que en unos diez meses «fueron encerrados en un terreno con vallas y personal de vigilancia para que no escaparan y así fueron condenados a morir de frío, hambre y enfermedades«.

Santiago Benítez Castro, hermano de abuelo Francisco Benítez Castro, se encuentra entre las víctimas. Ignacio Benítez, catedrático de la Universidad de Jaén, señala: «Me he enterado hace poco y me encuentro consternado por la noticia. Si sabían algo, nunca lo dijeron», aclara. Es la radiografía de la represión: silenciar el rastro y no dejar que nunca las historias pudieran salir a la luz. «Ambos nacieron en Alhama de Granada. pero primero vino la guerra y luego la posguerra, donde con el miedo y la ruina no se podía hablar». Su tío Santiago Benítez parece que no tenía pareja ni hijos.

«Si algún hermano sabía algo de su vida se lo llevó al otro mundo» De forma que cayó en el olvido. Ignacio señala a Público que «este campo de exterminio, como así fue, es un ejemplo de las barbaridades que se practicaron en la aplicación de la ley de vagos y maleantes, que consideraba cómo peligroso a estos méndigos» que pasaron las peores situaciones de carestía y que hoy «merecen recuperar su dignidad como seres humanos».

El 31 de mayo de 1949 fallece Fernando de los Ríos, político español (n. 1879).

El 31 de mayo de 1949 fallece Fernando de los Ríos, político español (n. 1879).

Fernando de los Ríos Urruti (Ronda, 8 de diciembre de 1879-Nueva York, 31 de mayo de 1949) fue un político, dirigente e ideólogo socialista español. Es considerado una de las figuras más relevantes del pensamiento socialista español, destacando su propuesta de un socialismo humanista, desde una perspectiva reformista y norevolucionaria y dentro del marco político de la democracia liberal burguesa. [cita requerida]

Biografía[editar]

Formación y primeros años[editar]

Nació en Ronda el 8 de diciembre de 1879.1​ Huérfano a los cuatro años, realizó los estudios de bachillerato enCórdoba. Tras finalizar dichos estudios, su familia se estableció, en 1895, en Madrid, donde el joven Fernando de los Ríos continuó sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por su tío Francisco Giner de los Ríos.

En la capital de España realizó los estudios de Derecho obteniendo la licenciatura en 1901, tras lo que comenzó su labor como profesor en la Institución Libre de Enseñanza. Después de doctorarse en 1907, obtuvo en 1911 la cátedra en la Universidad de Granada, donde fue profesor del más tarde poeta y dramaturgo Federico García Lorca, con quien mantuvo una estrecha amistad.

Militante socialista[editar]

En 1919 se afilió al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y participó como candidato en las elecciones de ese mismo año, resultando elegido diputado por la circunscripción de Granada. En el congreso extraordinario de 1920fue elegido miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE y comisionado junto con Daniel Anguiano para viajar a laUnión Soviética, para ver las posibilidades de ingreso del partido en la Tercera Internacional. Durante su entrevista con Lenin, De los Ríos le preguntó cuándo permitiría su gobierno la libertad de los ciudadanos. Según el relato de De los Ríos, Lenin habría rematado una extensa respuesta cuestionando “¿Libertad para qué?”.2​ Fernando de los Ríos habría deducido de esta respuesta que se produciría una deriva totalitaria de la Revolución Soviética. Por ello, en el siguiente congreso extraordinario del PSOE, De los Ríos se opuso al ingreso del partido en la citada Internacional. Esto provocaría la posterior escisión de un sector pequeño del partido que habría de fundar el Partido Comunista de España.

En 1923 fue elegido nuevamente diputado a Cortes, en esta ocasión por la circunscripción de Madrid.

Desde 1926 perteneció a la masonería, afiliado a la logia Alhambra de Granada, del Gran Oriente Español, adoptando como nombre simbólico Jugan. Fue elegido entre 1927 y 1929 como representante de la Gran Logia Regional del Mediodía en las sucesivas asambleas anuales del Gran Oriente Español.[cita requerida]

Fue testigo de excepción del golpe militar del general Miguel Primo de Rivera en 1923. Inmediatamente, y en contra de la opinión de la corriente sindicalista del PSOE, se opuso a la colaboración con la dictadura militar.

Fernando de los Ríos, que fue en 1927 uno de los seis socialistas nombrados como miembros de la Asamblea Nacional Consultiva de la dictadura rechazó, como los otros cinco, tomar posesión de dicho cargo.3

Universidad de Columbia[editar]

En junio de 1929, De los Ríos sale para Nueva York para una estancia de un año. Ya en la primavera de ese año, Fernando de los Ríos acuerda con el padre de Federico García Lorca que el joven poeta le acompañara a laUniversidad de Columbia (Nueva York), donde tendría la oportunidad de aprender inglés y cambiar de aires. Se sabe que embarcaron en el Olympic —buque hermano del malogrado Titanic— a principios de junio de 1929 y arribaron el 26 de junio a la Gran Manzana.4

Ministro de la Segunda República[editar]

Participó en el Pacto de San Sebastián de 1930, que desembocó en la fracasada Sublevación de Jaca, un golpe de Estado que pretendía la proclamación por la fuerza militar de la Segunda República Española, lo que supuso su encarcelamiento.

Fue liberado justo antes de la proclamación de la Segunda República Española y, tras ser ésta proclamada, participó en las elecciones que se celebraron en junio, siendo elegido nuevamente por Granada y pasando a formar parte, como ministro de Justicia, del Gobierno provisional que entre el 14 de abril y el 14 de octubreformó Niceto Alcalá Zamora. Cartera que ocupará nuevamente entre el 14 de octubre y el 16 de diciembre de 1931 en el primer Gobierno del Bienio reformista bajo la presidencia de Manuel Azaña.

En el debate de totalidad del proyecto de Constitución fue el portavoz del grupo parlamentario socialista.5​ Hacia el principio de su intervención en apoyo del proyecto afirmó:

En una autocracia, la desobediencia es un deber; en una democracia, la obediencia es una necesidad

Y a continuación justificó uno de los puntos más polémicos del proyecto, la “socialización” de la propiedad:

Allá donde las fuerzas económicas son potentes, estructuradas en “trusts“, “cartels“, “concerns“, sindicatos de industrias, etc., no hay posibilidad de garantía para la libertad política. (…) “Economía libre” quiere decir “hombre esclavo” y, en cambio, una economía sojuzgada y sometida es lo único que hace posible una verdadera posición de libertad para el hombre. Y eso es lo que nosotros representamos; vamos hacia una economía planificada, hacia una economía sojuzgada, hacia una economía sometida, hacia una economía disciplinada y subordinada al interés público. (…) La economía tiene que organizarse de un modo público, y los órganos de gestión de esa Economía habrán de ser los Sindicatos; Sindicatos en los que estén verticalmente contenidos todos los elementos que los constituyen, desde el técnico gestor hasta el obrero; pero el Sindicato, en nuestra concepción, es esto, no más, pero tampoco menos: es el órgano de gestión de la economía supeditado a intereses de carácter público. Aquí comienza nuestra discrepancia teórica con el sindicalismo. (…) La República ha venido por un hambre de justicia que existía en España y para satisfacer ese hambre de justicia

Fernando de los Ríos también tuvo un destacado protagonismo en el debate de los artículos sobre religión, familia y enseñanza celebrado entre 8 y el 13 de octubre de 1931, ya que fue el encargado de abrirlo, como Ministro de Justicia, aunque sin representar ni al Gobierno Provisional ni al grupo parlamentario socialista, y desde el punto de vista de una persona que “ha vivido siempre dentro del grupo minoritario que ha sufrido en la carne de su espíritu la persecución”. En primer lugar defendió la libertad de cultos y la secularización del Estado que eran los dos principios que habían guiado la política religiosa del Gobierno Provisional:

El Estado no puede solicitar del hombre ni emociones, ni sentimientos, ni creencias, y es, sin embargo, en el reino de la emoción, del sentimiento y de la creencia donde viven la fe y la confesión. Por eso, ante el dintel de la fe… el Estado no es que no puede, es que debe mantenerse alejado y neutral; es decir, el Estado tiene que ser aconfesional

Partiendo del principio de la aconfesionalidad del Estado se opuso a otorgar a la Iglesia el estatus de Corporación de Derecho público, porque ésta no puede existir más que dentro del Estado, y “separar la Iglesia del Estado lleva consigo que el Estado ni colabore en la realización de los fines de la Iglesia, ni la ayude, ni la proteja sino que la deje en libertad internamente. No más; nada menos, tampoco”. Preconizó en su lugar alcanzar un “modus vivendi” con la Iglesia Católica, “de igual suerte que la hubo con Francia en 1924”, partiendo del hecho de “que el problema religioso, incluso en su aspecto externo, el problema eclesiástico, es el problema más íntimo, más profundo que hay en la vida española”. Acabó su discurso dirigiéndose a los católicos de la Cámara en nombre de “nosotros losheterodoxos españoles” a los que la Iglesia Católica les ha hecho “constante objeto de las más hondas vejaciones”:6

Voy, pues, a pediros -os lo ruego- que tengáis mucho cuidado con las palabras que pronunciéis: no renovéis nuestro dolor, no toquéis tambores de guerra, porque en la guerra fuisteis y sereis siempre vencidos en nombre de la emoción liberal española. Y a nosotros, señores Diputados, que el limo del dolor que en el fondo de nuestra alma sea un limo que no nos inspire resentimiento, que es ponzoña e incapacidad para elaborar una norma de respeto, como exige el principio de la libertad; seamos sentidos, no resentidos. Hemos, desgraciadamente, carecido de nuestro edicto de Nantes, de nuestro edicto de paz religiosa. Siempre es hora. ¡Ojalá que esta hora se aproveche, en nombre de los intereses históricos permanentes de nuestra República y de esta nuestra Patria española, tierra profundamente dramática y que hoy vive angustiada por la esperanza!

Tras la aprobación, el 9 de diciembre de 1931, del nuevo texto constitucional, De los Ríos volverá a formar parte del nuevo gobierno, nuevamente bajo la presidencia de Manuel Azaña, ocupando la cartera de Instrucción Pública y Bellas Artes hasta el 12 de junio de 1933 en que pasó a ocupar la cartera de Estado que mantuvo hasta la dimisión, el 12 de septiembre de ese mismo año, de Manuel Azaña y la elección de un nuevo gobierno bajo la presidencia de Alejandro Lerroux.

Fue nuevamente elegido diputado por la circunscripción de Granada en las elecciones de 1933.

En las Elecciones generales de España de 1936 fue candidato por el Partido Socialista Obrero Español obteniendo el acta de diputado por la provincia de Granadacon 99 749 votos. La votación fue anulada por la Comisión de Actas y repetida el 3 de mayo de 1936 obteniendo 224 498 votos de un total de 260 448.7

Embajador[editar]

Cuando estalló la Guerra Civil se encontraba en Ginebra visitando a Pablo de Azcárate, que era secretario general adjunto de la Sociedad de Naciones. Ambos se desplazaron a reorganizar la embajada española en Francia, de la que De los Ríos se hizo cargo hasta la toma de posesión de Álvaro de Albornoz.

Entre el 31 de agosto y el 5 de octubre de 1936 ejerció de rector de la Universidad de Madrid, que durante la guerra se vería obligada a trasladarse a Valencia.8​ Posteriormente fue nombrado embajador en los Estados Unidos, permaneciendo al frente de la legación republicana hasta el final de la guerra en 1939, pasando entonces a ejercer como profesor en la New School for Social Research de Nueva York, ciudad en la que fijó su residencia hasta su muerte.

La depuración como catedrático por el bando franquista, sin lugar a proceso contradictorio alguno, se produjo mediante Orden Ministerial en febrero de 1939, junto a otros catedráticos: