LA REALIDAD SOCIAL DEL CORONAVIRUS

La realidad social del coronavirus nos está demostrando las carencias que han producido los recortes, facilitando el desmantelamiento de la sanidad y de todo el sector público en general desde la entrada en vigor de la nefasta Ley 15/1997, de 25 de abril, sobre habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud.

También esta situación nos esta demostrando con claridad la hipocresía y falsedad de todos aquellos que durante todos estos años han provocado el debilitamiento de la sanidad pública en beneficio de la privada, exigiendo ahora lo que ellos mismos nos han estado arrebatando durante años con sus políticas de austeridad y privatizaciones.

Todos los esfuerzos se están centrando en cómo salir de esta crisis sanitaria, pero todas y todos nos preguntamos qué tipo de sociedad nos quedará después de esta catastrófica pandemia

En estos momentos, todos los esfuerzos se están centrando en cómo salir de esta crisis sanitaria, pero todas y todos nos preguntamos qué tipo de sociedad nos quedará después de esta catastrófica pandemia. Obviamente, nadie puede responder con certeza, pero lo que sí está en el imaginario colectivo es que la sociedad ya no será la misma

Quizás podamos desarrollar una sociedad más solidaria, o que los egoísmos se desarrollen aún más. Lo que es una certeza es que será una asignatura pendiente y que, para aprobarla, tendremos que arrimar el hombro recogiendo y continuando los valores más sociales y solidarios. Para ello, es necesario que las personas que creemos en una sociedad mucho más solidaria, justa y social nos preparemos durante estos tiempos de confinamiento para avanzar tras la crisis sanitaria, y no permitir que los egoísmos ganen espacios.

También en estos momentos se está planteando qué hacer para salir de la crisis económica generada por esta pandemia, y en ese sentido es importante resaltar varias cuestiones.

La primera, la entrega y solidaridad de las trabajadoras y trabajadores, fundamentalmente de la sanidad pública, así como las trabajadoras y ​trabajadores de los llamados servicios esenciales —ferroviarios, trabajadores de la alimentación transportistas, etc.— algo que viene a demostrar que solo el pueblo salva al pueblo.

En segundo lugar, hay que destacar cómo los adalides del libre mercado aprovechan esta crisis para aumentar los precios de los EPI y productos de protección sanitarios, así como de los productos alimentarios, y sin escrúpulos llenan sus bolsillos a costa del padecimiento del pueblo.

Los Pactos de la Moncloa apuntalaron esos “pactos del silencio y de la consolidación” de la poco democrática Monarquía

En tercer lugar debemos valorar la propuesta de los llamados nuevos Pactos de la Moncloa o Pactos de Reconstrucción económica y social. Si nos basamos en los Pactos de la Moncloa como base del posible futuro pacto, tendremos que reseñar —más allá de lo idílico de esos pactos que promocionan los firmantes de ellos y sus medios de comunicación— la importancia de sus contenidos. Porque aquellos Pactos de la Moncloa supusieron un retroceso en las condiciones de la clase trabajadora, así como el sometimiento de un movimiento sindical y asambleario muy reivindicativo que, junto con el conjunto de los movimientos surgidos al calor de la lucha antifranquista, también apuntalaron esos “pactos del silencio y de la consolidación” de la poco democrática monarquía.

Los pactos en sí mismos ni son buenos, ni malos, todo dependerá del contenido en ellos pactados. Si esos pactos blindan y potencian lo público en detrimento de lo privado, si no penalizan a la clase trabajadora en beneficio de la élite, si priorizan lo colectivo ante lo individual, esos pactos serán bienvenidos. Pero si esos pactos van a suponer el desembolso del Estado para sanear las economías de las grandes empresas, y una vez saneada devolvérselas a bajo coste [tal y como plantea el “flamante” alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell —destacado miembro del Partido Socialista Obrero Español— nos tendremos que oponer a ello. Si esos pactos van a suponer la protección y cuidado de los más débiles, serán bienvenidos.

Esta crisis nos ha demostrado que lo público y lo colectivo es lo que salva vidas, mientras que lo privado engorda las cuentas bancarias en paraísos fiscales

En la Asamblea de Leganés por la República a la que pertenezco apostamos por una salida que favorezca a las trabajadoras y trabajadores de nuestro país, y apoyamos lo público en detrimento de lo privado. Esta crisis nos ha demostrado que lo público y lo colectivo es lo que salva vidas, mientras que lo privado engorda las cuentas bancarias en paraísos fiscales. Por supuesto, en toda regla hay excepción. Como dice un buen amigo de esta asamblea: “No se trata de lo que se dice, sino de lo que se hace”.

Me gustaría resaltar, para terminar, el sacrificio de la población, sobre todo el de aquellas personas que tienen que convivir encerradas en pisos de 60 metros cuadrados o menos. Por supuesto, no es igual el encierro para unas personas que para otras, ni en lo económico, ni en lo social… ni en la convivencia diaria.

¡Solo el pueblo salva al pueblo!

Fuente: El Salto Diario