CRÓNICA DEL HOMENAJE A YOLANDA GONZÁLEZ

Las 11.15 de el 1 de febrero de 2020 cuarenta años atrás fue asesinad Yolanda González unos cuantos militantes de la Asamblea de Leganés por la República traen en una base de hormigón la placa que la homenajea, azadón en mano cavan en la tierra la cubren con una bandera republicana, no deja de emocionarnos.

A las 12.10 con diez minutos de retraso comienza el acto , interviene el portavoz de la Asamblea de Leganés por la Republica.
Tras unas palabras levanta la bandera republicana, produciéndose un aclamado aplauso unánime.

Tras ello vuelve a intervenir Luis Gimeno Lopesino ubicando el momento histórico y denunciando la pasividad del equipo de gobierno municipal que incumple sus propios acuerdo de pleno municipal y esaltando el tesón de esta asamblea para hacer cumplir nuestras peticiones en esta y otras que se puedan producir.

Rememoro la historia de Yolanda González su lucha y la intransigencia de la ultraderecha de entonces como la de ahora
Tras estas palabras se puso el audio del hermano de Yolanda Asier González mostrando su agradecimiento a este acto y lamentando no poder estar presente.

Intervino Alfonso Araque compañero de la misma en la coordinadora de estudiantes resaltando u lucha anticapitalista. Intervino también la compañera Esther que vino en exclusiva desde Barcelona a este acto También destaco la lucha revolucionaria de Yolanda.

Intervino el compañero de parla Florencio Aguado resaltando la necesidad de la unidad de los revolucionarios de la zona sur de Madrid

También destacar LA MENCION A LAS PROXIMAS CONSULTAS DEL 9 DE MAYO EN LA QUE LA Asamblea de Leganés junto a la coordinadora de pueblos de Madrid esta organizando y llamando a la participación en ella
Se cierra el acto con un grito de esperanza y de futuro

Fuente: Teleganés

HOMENAJE A YOLANDA GONZÁLEZ

Este 1 de febrero la Asamblea de Leganés por la República ha homenajeado a Yolanda González cobardemente asesinada por el fascismo durante la mal denominada «trancisión» que costó la vida de muchas militantes de la clase estudiantil y trabajadora. Nosotros no olvidamos. Ni olvido ni perdón! Que su asesino esté libre y trabajando para la policía del estado dice mucho. ———————————————————————————————–

El 1 de febrero de 1981 -cinco años después de la muerte de Franco, dos años después de la ratificación de la Constitución española, tres semanas antes del intento de golpe de Estado del 23 de febrero- la estudiante de diecinueve años Yolanda González es secuestrada, torturada y asesinada en Madrid por una célula de la organización armada ultraderechista Batallón Vasco Español (BVE). Pocos días después, el grupo cae por la delación de uno de sus pistoleros, que resulta ser también agente de policía. El líder del comando, Emilio Hellín, es detenido en casa de un policía en Vitoria. Entre los implicados figura también un ex-guardia civil, jefe de seguridad del partido fascista Fuerza Nueva. En la operación se incautan explosivos y armamento reglamentario del Ejército, equipo informático y de telecomunicaciones de la Guardia Civil y documentación que señala a la joven asesinada como objetivo de seguimiento policial. Yolanda González no milita en ETA, como pretenden hacer creer sus asesinos durante el juicio, sino en el trotskista Partido Socialista de los Trabajadores y en la Coordinadora de Estudiantes madrileña. Se están produciendo, y Yolanda participa activamente de ellas, importantes movilizaciones contra la Ley de Autonomía Universitaria y el Estatuto de Centros Docentes, reformas educativas de signo neoliberal que promueve el gobierno de UCD, partido gestado en el seno del franquismo como salvoconducto democrático para su casta dirigente, y que hereda, material e ideológicamente intacto, el aparato represivo del franquismo: “¡UCD, UCD, la pistola se te ve!”, se grita en el funeral de Yolanda [1], como en el de muchas de las aproximadamente doscientas víctimas de la violencia policial y parapolicial que jalonan la Transición española [2]. El diputado socialista Juan Barranco declara: ¿Cómo los autores de la muerte de Yolanda González obtuvieron en el mercado las armas y los aparatos electrónicos que poseían? ¿Con qué organizaciones, incluso extranjeras […], tenían relaciones los implicados? ¿Qué información tiene el Gobierno sobre el denominado Batallón Vasco Español? [Este asesinato] se achaca en su superficie a elementos de la extrema derecha, pero va más allá y se relaciona con instituciones del Estado [3]. Hellín es condenado en 1982 a cuarenta y tres años de prisión, tras una insuficiente instrucción que no profundiza en el entramado ultraderechista ni esclarece sus conexiones con las fuerzas de seguridad. En 1987, aprovechando un inexplicablemente benévolo permiso carcelario, huye a Paraguay, donde colabora con los servicios represivos del dictador Alfredo Stroessner. Allí es descubierto por la prensa, detenido y finalmente extraditado a España. Tras penar un total de trece años, es puesto en libertad en 1996, para desaparecer por completo de la actualidad informativa. Hasta que en febrero de este año el diario El País informa de su nueva actividad como empresario de seguridad privada, colaborador de alto nivel de los ministerios de Interior y Defensa y varias fuerzas de seguridad estatales y autonómicas, además de perito de la Audiencia Nacional en casos de terrorismo y crimen organizado. Entre otros servicios, el hombre que en febrero de 1981 descerrajó dos tiros en la cabeza de Yolanda González y arrojó su cadáver a un descampado a las afueras de Madrid “ha impartido numerosos cursos y talleres de formación en la Dirección General de la Guardia Civil sobre teléfonos espías, obtención de evidencias en Mac, iPhone e iPod, e interpretación de datos binarios obtenidos de teléfonos móviles” [4].

Fuente: Quién mató a Yolanda González

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La lucha antifascista marca los actos de homenaje a Yolanda González en Madrid

A 40 años: Yolanda González, militante trotskista, asesinada por los fascistas en la Transición española

Yolanda González ya tiene su placa en Leganés

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Yolanda González

 

Las rapadas de Lekeitio: víctimas de la represión franquista

RAPADAS DE LEKEITIO

Las rapadas de Lekeitio: víctimas de la represión franquista

Humillaban a mujeres y niñas públicamente y convirtieron el castigo de género en arma política durante la guerra y la posguerra.

Tam-Tam, tampatantam. Gregori Goitia Izurieta (1919) tenía 16 años pero recuerda como si fuese ayer el sonido del tamboril que anunciaba el «paseo de la vergüenza». Con el apoyo de los «señoritos», los alguaciles y guardias civiles testaban en Lekeitio un castigo que se extendió por muchos pueblos y ciudades del nuevo Estado dictatorial, aunque los registros de aquellashumillaciones públicas sean escasos. De norte a sur, solamente se conservan tres únicas fotografías que ilustran esa barbarie.

Rufo Atxurra, historiador autodidacta y una de las fuentes más fiables de información del pueblo no pudo recabar documentos de lo acaecido en Lekeitio porque «las víctimas hicieron lo posible por enterrar esas vejaciones» y «las autoridades no escribieron un listado de las atrocidades cometidas».

Tampoco figuran expedientes sobre estas mujeres en los tribunales militares del franquismo. Han sido las grandes olvidadas. Son los propios familiares los que, con su testimonio, pueden ayudar a escribir el relato de aquellos escarnios.

Para que os hagáis una idea, era tal la brutalidad con la que fueron tratadas estas mujeres que, en el periódico madrileño ahora, fechado el 2 de octubre de 1936, hablaban de «bárbaros instintos de las hordas fascistas que dejaban sus huellas en estas mujeres vascas». 

Hacia el modelo de una nueva mujer

Los ataques sistemáticos de los «vencedores» contra las mujeres de Lekeitio eran castigos por haber cuestionado los principios básicos y el orden que pretendía establecer el nuevo estado dictatorial.

«Las potxuas» – chicas en el lenguaje coloquial de la zona- eran mujeres que destacaban por tener un fuerte carácter y desafiaban la autoridad de los alzados con sus costumbres y tradiciones; el euskera era dominado por la gran mayoría de las madres, abuelas y nietas. Algo que el régimen no veía con buenos ojos por considerarlo el lenguaje del demonio y de los nacionalistas.

 

Eusebia Barinagarrementeria (dch) en 1975. Le cortaron el pelo con 42 años en Berriatua en mayo de 1937.Eusebia Barinagarrementeria (dcha) en 1975. Le cortaron el pelo con 42 años en Berriatua en mayo de 1937.

Devotas acérrimas de la Antiaguako Ama- La Virgen de la Antigua- aún conservaban bailes paganos en los que eran exclusivamente mujeres las que bailaban la danza del sol o el aurresku femenino. Esos bailes quedaron proscritos.

Javier Martin Burgaña las describe trabajando en el puerto: «cosiendo las redes de los marineros, descargando el pescado, encestándolo, limpiando el muelle, etc». Además, se encargaban del cuidado de los niños y del bienestar de la familia; hacían de padre y madre porque sus maridos estaban en la mar, habían fallecido en combate o- en el mejor de los casos- porque habían abandonado el país en un exilio forzado.

Por «rojas» y «vascas»

Brijida, Mari «Ondarru», Miren «Ponpon», Rosario «Akorda», Claudia y Carmen «Antzarra» no salen en los libros de historia pero tienen algo en común: fueron despojadas de uno de los símbolos más visibles de feminidad de la época.

Sin haber «torturado, violado y asesinado» a nadie, les raparon el pelo de la cabeza al cero en el ayuntamiento y, a alguna de ellas, también el de las cejas. Ese sería solamente el inicio de un calvario que iban a experimentar en sus propias carnes, una venganza y un ensañamiento que supera lo imaginable.

«Les dejaban una cabellera más blanca que el color de mi brazo», explica Gregori señalando una de sus articulaciones agarrotadas por el exceso de trabajo de años y años. A punto de cumplir un siglo de edad , Gregori todavía suspira al hablar de la guerra «entre hermanos»: «Ay la guerra, ay la guerra», lamenta con un debilitado hilo de voz.

 

Gregori Goitia en uno de los momentos de la entrevista.Gregori Goitia en uno de los momentos de la entrevista.

Una falsa denuncia de un vecino del propio pueblo, el simple hecho de tener un familiar en el bando republicano, vizcaíno o nacionalista sin la necesidad de que ellas compartieran esas ideas y, en definitiva «porque a ellos les daba la gana», concluye Mila Mendia. Cualquier pretexto era válido para que una mujer acabase en prisión.

«A mi abuela María se la llevaron simplemente por haber estado ayudando en el puesto de la Cruz Roja a los gudaris que llegaban heridos del frente», explica Iñaki Ruiz Laka. «A la mía, en cambio, por llevar una ikurriña», responde el nieto de otra. «A fulana y a mengana por no cantar el «Cara al sol».

Documentos de la condena de Mari Egaña ´Ondarru`Documentos de la condena de Mari Egaña ´Ondarru`

«Fueron trasladadas a una prisión que habían improvisado en una casa donde actualmente se encuentra el bar Itxasalde», informa Mari Nieves Erkiaga, «donde está el primer mirador». Dormían hacinadas y arrinconadas en el suelo, en un espacio que no superaba los 60 centímetros de ancho. «La comida escaseaba y los contados alimentos que llevaban a la boca estaban podridos».

En el centro, el edificio con miradores blancos donde se ubicaba la prisión femeninaEn el centro, el edificio con miradores blancos donde se ubicaba la prisión femenina

La inquisición franquista

Una de las secuencias más memorables de Juego de Tronos es el «Walk of Shame»- el paseo de la vergüenza- al que sometieron a Cersei. «La Lannister era obligada a ir hasta el castillo real atravesando desnuda y sin su larga melena por las calles de Desembarco del Rey».

Un padre que prefiere mantenerse en el anonimato no es capaz de buscar un símil mejor para contarle a su hijo lo que aconteció entre 1937 y 1940 en Lekeitio. «Aquí pasó algo parecido», afirma tajante. Su mujer compara los sucesos de la villa marinera con otra figura de la «España Negra», «con los sambenitos esos que imponía la inquisición española a los acusados de brujería, a los falsos conversos y a los herejes».

Tras ser arrestadas, a las mujeres peladas las forzaban a ingerir grandes cantidades de aceite de ricino, un laxante al que muchos le otorgaban propiedades abortivas. En el mejor de los casos el nauseabundo líquido les provocaba fuertes dolores de barriga y quemazón estomacal, en el peor de los casos diarrea y vómitos.

La vida de las mujeres de Lekeitio está ligada a su puertoLa vida de las mujeres de Lekeitio está ligada a su puerto

«Bebe esto», le dijeron a Claudia, «porque tú eres vieja y para que mueras antes» y, así hizó ella. Pero afortunadamente, la primera vez que la bebió, Claudia consiguió tirar gran parte de la sustancia a un pañuelo que le habían dado los verdugos para limpiarse las «babas». «Vais a echar todas las tonterías comunistas fuera del cuerpo», les advertían. 

«Las fuerzas vivas» del municipio obligaban a desfilar a las mujeres desde la plaza hasta el rompeolas en un teatro tumultuoso que duró más de un mes. Caminaban dando pequeños pasos amortiguados por el sonido de un txistu y un tambor, defecando por el poderoso laxante que les habían dado. En otras ocasiones les acompañaba la banda de música del pueblo. De esa manera, habían sido señaladas para el resto de sus vídas para su propio escarnio y el de sus propias familias. Estaban avisadas las futuras disidentes femeninas.

Según afirma el psiquiatra Enrique González Duro en su libro Las rapadas, el franquismo contra la mujer (S.XXI) , «las víctimas quedaban marcadas indefinidamente, aunque no tuvieran secuelas físicas». Quedaron grabadas en el imaginario colectivo de toda la población.

La rapada Mari Egaña, de negro y sujetando a la bebé que alumbró en la cárcelLa rapada Mari Egaña, de negro y sujetando a la bebé que alumbró en la cárcel

«Vagaban como almas en pena» narra Nicolasa Laka Egaña «Niko» con la firmeza del que conoce bien la historia. Su madre, Mari «Ondarru» se libró de milagro del ricino porque estaba a punto de dar a luz a su hermana , pero la exhibieron de modo deshonroso. «A la pobre le subieron la minifalda por encima de las rodillas y la pasearon de aquí para allá entre las sonrisas de algunas personas y la cara de pena de otras», agrega con tristeza. «La dejaron libre para traer al mundo a Txaro, que caprichos del destino, nació el mismo día en el que cumplía años el Caudillo», esboza una sonrisa tendenciosa. «Al de tres días nos la metieron presa otra vez», lamenta.

«Se les dejaba un pequeño mechón de pelo al que le anudaban un «txori» – un lazo en euskera – rojo y amarillo», amplia Mila Mendia , «llevaban los colores de la bandera monárquica como mofa».

A las hermanas María y Alejandra Erkiaga Bengoetxea les obligaron a limpiar los palacetes y las casas de los terratenientes y ricachones. «Dejábamos el suelo como la patena y, al acabar, los soldados echaban escupitajos al parqué mientras gritaban “puta vasca, limpia otra vez», solía contarle en vida María a su hija Rosa Bárcena Erkiaga. «Otras mujeres se encargaban de dejar como la patena la Basílica de Santa María, los cuartelitos de la Guardia Civil y el ayuntamiento», apostilla Rosa, «todo con jabón y frotando con la arena de la playa pequeña, eh».

El horror hecho lugar

A muy pocos kilómetros de Lekeitio, en la playa de Saturrarán de Mutriku, límite entre Bizkaia y Gipuzkoa, se encontraba la Prisión Central de la playa de Saturrarán. El bello entorno asalvajado, antiguo balneario, lugar de veraneo y descanso para turistas con dinero en otros tiempos, distaba mucho de la embajada de la muerte en el que se convirtió. Guarda una historia cruenta real que habría que recordar.

Vista de la antigua cárcel de SaturraránVista de la antigua cárcel de Saturrarán

Entre 1938 y 1944 por sus celdas pasaron más de cuatro mil presas republicanas de 18 a 80 años . «Lekeitianas habían pocas pero trajeron a 700 asturianas» comenta Jesusa Goiogana. Allí encontraron la muerte 116 mujeres y 57 niños a los que consideraban «débiles mentales» y los pequeños que sobrevivieron fueron entregados en adopción a afines a los gobernantes franquistas.

De entre las guardianas las presas distinguían a la superiora sor María Aranzazu Vélez de Mendizábal «por lo mala que era». «Le pusimos el mote de sor «Pantera blanca» porque tenía el hábito blanco pero el corazón muy negro», apuntó una superviviente. «Todas las monjas eran unas déspotas y les faltaba humanidad», dejaron escrito las demás.

Diez prisioneras con sus "monjas guardianas"Diez prisioneras con sus «monjas guardianas»

Las presidiarias fueron sometidas a la férrea disciplina impuesta por las monjas de la orden Mercedarias –hasta negaban la leche a los niños pequeños- y eran frecuentes las palizas y violaciones a las que les sometían las monjas.

En todos los pueblos se conocen historias parecidas. «Pregunta, pregunta», me reta una señora. En Berriatua, sin ir más lejos «en el pueblo de al lado de Lekeitio, a partir de mayo de 1937 cortaron el pelo a otras siete y fusilaron a otras dos», dice tajante para acallar las preguntas.

Oropesa (Toledo) , Montilla (Córdoba), Marín (Pontevedra), La Peña (entre Jaca y Ayerbe), Fuente de Cantos (Badajoz)… son algunos de los otros ejemplos de esta práctica extendida. No hay territorio ni municipio en el que las mujeres no pudieron evitar el rapado sistemáticocomo forma de castigo.

Un grupo de niñas y jovenes rapadas en Montilla ( Córdoba) haciendo el saludo franquista.Un grupo de niñas y jovenes rapadas en Montilla ( Córdoba) haciendo el saludo franquista.

El general Gonzalo Queipo de Llano –la máxima autoridad militar de Sevilla–, solo cinco días después de empezada la guerra civil, decía en la radio: «Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a sus mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que pataleen y forcejeen». 

Feminicidas de altas esferas

Los instigadores o altos mandos del levantamiento militar no escondían sus pretensiones ante la opinión pública.

Queipo de Llano, uno de los militares golpistas más feroces y máxima autoridad en Sevilla, lanzó este mensaje contra la mujer en Unión Radio Sevilla, perteneciente a la Cadena Ser tan solo cinco días después de empezar la guerra civil: «Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y de paso también a sus mujeres […] Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen».

Queipo de Llano lanza uno de sus discursos propagandísticos por la radio.Queipo de Llano lanza uno de sus discursos propagandísticos por la radio.

Ahí no acaba todo

Las «liberadas» que vivieron esos episodios volverían al ámbito privado del hogar, avergonzadas y estigmatizadas. Hasta que les volvía a crecer el cabello, las mujeres se escondían en sus casas y se cubrían el pelo que no tenían con un pañuelo (en el caso del País Vasco tapaban la cabellera con una txapela).

En muchas ocasiones, al ver que no llevaban «sus vergüenzas a la vista», los falangistas les arrancaban las telas que protegían sus cabezas cuando las veían por las calles para así aumentar su vergüenza.

Pero el rapado del cabello y las purgas de ricino no fueron las únicas formas represivas y ejemplificadoras. En el peor de los casos, las mujeres se enfrentaron a agresiones sexuales, a abusos y a violaciones por parte de las fuerzas falangistas, moras y regulares o cualquiera que las consideraba exclusivamente un cuerpo y se creía el derecho de hacer uso de la fuerza contra ellas.
En ocasiones, fruto de estas relaciones no consentidas se dieron infinitos casos de embarazos no deseados.

Pura Sánchez, autora de la represión de las mujeres en Andalucía (2009) cree que en la guerra civil al igual que «en las guerras antiguas, como en las guerras contemporáneas, (…) la mujer es considerada un territorio en el que el hombre proyecta sus deseos». Por eso, era frecuente que, sufrieran el acoso de los autoridad y hombres con poder que les pedían relaciones sexuales para favorecer a familiares encarcelados.

Al igual que los hombres, sufrieron brutales torturas en interminables interrogatorios para dar cuenta del paradero de amigos y conocidos contrarios al franquismo , fueron obligadas a realizar trabajos forzados y las excluyeron de la sociedad de diversas maneras.

Cuatro mujeres rapadas al cero por los franquistas en Oropesa (Toledo) por ser familiares de republicanos.  Fundación: Pablo IglesiasCuatro mujeres rapadas al cero por los franquistas en Oropesa (Toledo) por ser familiares de republicanos.  Fundación: Pablo Iglesias

Cabe destacar que como subraya Ana Verdugo en Represión franquista sobre mujeres (2012) «muchas de ellas habían ejercido de cargos públicos durante la República, como alcaldesas y concejalas, o distintas profesiones como farmacéuticas, enfermeras o maestras». Les fue prohibido trabajar condenándolas a la más absoluta miseria.

Patxi Juaristi Larrinaga (Markina-Xemein, 1967) es Doctor en Sociología y ha publicado numerosos artículos y libros relacionados con la Guerra Civil. Habla de una «represión atroz generalizada» contra la mujer que «cambió de raíz» su forma de vida.

Los partidarios de Franco eliminaron de golpe todos los avances y los derechos que habían conseguido las mujeres en la República. «Una de las banderas del régimen franquista fuese esa», afirma el experto. Durante décadas, se valieron del fanatismo religioso, misógino y homófobo para moldear la cimientos del machismo más opresor. La familia, la tradición y Dios estaban por encima de cualquier otra cosa y bajo el eje de esta triada, la mujer era sometida a la cultura patriarcal más humillante.

Las «incorregibles» eran fusiladas sin ningún miramiento y a acababan enterradas en fosas comunes.

A las «rojas» les fueron arrebatados muchos bebés para acabar en manos de familias acaudaladas, una práctica normalizada gracias a la cooperación de religiosas y doctores que operaron en una red organizada hasta bien entrada la democracia.

Justicia y reparación

Las difamaciones sobre las Trece Rosasvertidas abiertamente y sin ningún tipo de rigor histórico que ha vertido el secretario general de VOX, Ortega-Smith, y la escalada de declaraciones guerracivilistas de sus socios en Madrid, deja de manifiesto que sin alimentar rencores, hay que hacer un ejercicio de memoria colectiva.

Las difamaciones sobre las Trece Rosasvertidas abiertamente y sin ningún tipo de rigor histórico que ha vertido el secretario general de VOX, Ortega-Smith, y la escalada de declaraciones guerracivilistas de sus socios en Madrid, deja de manifiesto que sin alimentar rencores, hay que hacer un ejercicio de memoria colectiva.

Ahora, más que nunca, es necesario que conozcamos el pasado que nos pertenece para que generaciones venideras sean conscientes de lo peligroso que es el fascismo y lo importante que es proteger una democracia. No se trata de que reconstruyamos aquella oscura época en la que cambió el modo de vida y la convivencia de toda la sociedad, sino de conocer lo que hemos podido dejar atrás y cerrar heridas en un acto de sanación.

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«Hay que recordar que nosotros estábamos tranquilos», opina el familiar de una de las víctimas, «nosotros no iniciamos la guerra y nos acusan por habernos defendido», zanja el tema. 

Gabriel Akordarrementeria perdió a su madre hace cinco años. Rosario «Akorda», su ama era una de las lekitxarras a las que raparon el pelo pensando que nunca sería libre e independiente. «Se equivocaron», asegura. «Ya que el martirio que vivieron era un tema tabú, sería bonito que hablásemos por ella, se lo merecen», manifiesta abiertamente.

Akordarrementeria se despide, nos sin antes haber prometido que la próxima vez que vea a Koldo Goitia, el alcalde de Lekeitio, le pedirá que haga un homenaje público a «las rapadas que tenían sus nombres, fueron señalas y han sido olvidadas».

Sin embargo, en la copia borrosa que preserva la memoria siguen presentes. Cada una de ellas aún vive en las cabezas de quienes se acuerdan de sus nombres. Debería estar prohibido por ley no recordar. 

Fuente: Público

 

 

 

 

 

Centro Cultural José Saramago proyección del documental Los Labios Apretados

Hoy día a las 11:30 en el Centro Cultural José Saramago proyección del documental Los Labios Apretados con la presencia de Sergio Montero, director del mismo.

«Los Labios Apretados» es un largometraje documental de investigación sobre la Revolución de Octubre de 1.934 en España. Este acontecimiento poco conocido en la historia social es el comienzo de un trayecto a través de la memoria colectiva.

En 2005, Sergio, el hijo de un minero asturiano emprende un viaje a Buenos Aires sin saber que, en paralelo, inicia otro viaje: el de la memoria. Allí descubre un acontecimiento histórico de talla mundial que ocurrió al lado de su casa. Y en ninguna clase de Historia le habían contado nada…

El joven navega a ambos lados del océano persiguiendo la estela de la revolución; que si bien escuchó nombrar alguna vez a los ancianos de su pueblo natal, desconoce por completo.

Aguafuertes asturianas escritas desde Oviedo por Roberto Artl.

La tortura de Manuel Otero.

Dinamita para el parque San Francisco ( Oviedo). Rostro de Ramón González Peña. Revista Tiempos Nuevos.

https://www.facebook.com/loslabios.apretados/videos/401678456930714/

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NO TE LO PUEDES PERDER!!

Asturies 1934, el sangriento laboratorio de una guerra colonial en suelo europeo

Cerca de 2.000 asturianos y asturianas perdieron la vida en la represión de la fallida revolución de octubre, de la que este mes se cumplen 85 años. Las brutalidad de la guerra colonial, importada a la península por los militares curtidos en Marruecos, trataría a la clase obrera asturiana con la misma violencia que a las poblaciones norteafricanas rebeldes. Sería el ensayo de la guerra total practicada a partir de 1936 por el Ejército sublevado.

 

La represión al movimiento obrero asturiano después del fracaso de la huelga revolucionaria de octubre de 1934, va a anunciar un nuevo tiempo de brutalización de la vida política española, que tendrá su culminación en la Guerra Civil. La presencia de militares africanistas tanto al mando de la represión de la Comuna Asturiana como del bando sublevado en julio de 1936, empezando por el propio Francisco Franco o el general Yagüe, responsable de la matanza de la plaza de toros de Badajoz, no va a ser casual.

La guerra de Marruecos va a ser el laboratorio de un nuevo tipo de campaña militar, a sangre y fuego, casa por casa, caracterizado por la ausencia de reglas y la completa deshumanización no solo del enemigo armado, sino también de sus familias y de su comunidad. El papel jugado por el racismo en la deshumanización de las poblaciones colonizadas lo va a jugar el anticomunismo en la represión a la clase obrera asturiana y en el proceso de limpieza política que los militares sublevados van a impulsar a partir de julio de 1936.

Hannah Arendt y la guerra colonial como laboratorio del totalitarismo

Tanto en su monumental obra de 1951, Los orígenes del totalitarismo, como en sus posteriores escritos sobre el Estado totalitario, la filósofa alemana Hannah Arendt señala las inquietantes continuidades existentes entre el colonialismo europeo y los totalitarismos del siglo XX. Arendt nos recuerda, por ejemplo, que el campo de concentración, el gran símbolo del totalitarismo, fue sistemáticamente utilizado por los británicos en Sudáfrica durante la llamada Guerra de los Boéres, para recluir y castigar a la población civil que daba apoyo a los colonos de origen holandés que se oponían a la nueva dominación anglosajona.

Frente a la exitosa guerra de guerrillas practicada por los granjeros Boéres, el Imperio Británico respondería con una política de tierra quemada que dejaría sin alimentos ni soporte en el terreno a los resistentes, además de tomar como rehenes a sus familias: destrucción de granjas, pueblos y cosechas, confiscación de ganado, envenenamiento de pozos de agua y creación de campos de concentración para limpiar el territorio. Casi 50.000 personas, en su mayoría menores de 16 años, murieron en ellos a causa de la escasez de alimentos, la falta de asistencia médica y las malas condiciones de vida en los campos en los que el ejército británico recluía a las familias de los granjeros rebeldes y a sus sirvientes negros.

Efectos de los bombardeos en Uviéu, en 1934.

Según esta tesis, de algún modo la brutalidad ensayada por el imperialismo europeo en las guerras coloniales desembocaría finalmente en los horrores del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. No estamos hablando solo el campo de concentración, probablemente inventado por el general español Valeriano Weyler en la guerra de Cuba, escasos años antes de la Guerra de los Boéres. El bombardeo desde aviones sobre población civil, tan común en las guerra contemporánea y apenas practicado en la Primera Guerra Mundial, sería inventado y sistemáticamente utilizado por España e Italia en el transcurso de sus aventuras coloniales en el norte de África.

En los saqueos de casas y de tiendas, palizas y fusilamientos que van a acompañar la toma de la capital asturiana por el Ejército, los mercenarios de origen norteafricano van a distinguirse por una violencia y crueldad desconocida inusual

El historiador José Manuel Moreno-Aurioles explica que el bombardeo aéreo moderno nació en 1911, durante la guerra de Libia, cuando “al aviador Giulio Gavotti se le ocurrió la idea de dejar caer bombas durante un vuelo de reconocimiento sobre las posiciones enemigas”. En 1913 esta técnica, ya perfeccionada, sería ampliamente utilizada por el ejército español durante la Guerra de Marruecos, hasta el punto de ser rebautizada como el llamado vuelo a la española. El objetivo ya no era solo atacar posiciones militares enemigas, sino también castigar, desmoralizar y aterrorizar a las poblaciones civiles, acusadas de dar apoyo a los combatientes armados.

Entre 1924 y 1925, tras la humillante derrota militar en Annual, el ejército español bombardearía con gas mostaza diversos pueblos del valle del Rif. Las armas químicas, empleadas en la Primera Guerra Mundial contra soldados enemigos en el campo de batalla, serían ahora rociadas sobre campos de cultivo, para envenenar las cosechas y matar de hambre a las poblaciones rifeñas, así como sobre zocos y otras aglomeraciones de multitudes desarmadas.

España no sería el único país en hacer uso de las armas químicas contra poblaciones civiles consideradas colectívamente culpables de rebelión. Italia en Etipoía y Gran Bretaña en Irak también emplearían esta tecnología en unas guerras coloniales sin las reservas éticas y morales que aún se conservaba en la Europa anterior a la Segunda Guerra Mundial.

Octubre de 1934: Asturies ocupada por el ejército colonial

En octubre de 1934 las derechas republicanas, apoyadas por la Confederación de Derechas Autónomas, se enfrentarían a una huelga general revolucionaria que fracasaría en toda España. Sin embargo, en Asturies y el norte de León, donde el movimiento era más fuerte, estaba mejor organizado y contaba con el apoyo del poderoso sindicato minero, la convocatoria se transformaría en una insurrección armada. Durante dos semanas la República perdería el control de la región y tendría que enviar al Ejército para aplastar la llamada Comuna Asturiana, dirigida por un Comité Revolucionario que integraba a socialistas, comunistas y anarquistas.

Manifestación de los huérfanos de la revolución de 1934.

Temiendo que los soldados del servicio militar o movilizados para la ocasión pudieran amotinarse y ponerse del lado de los revolucionarios, el Gobierno enviaría a Asturies al Ejército de Marruecos, formado por profesionales, muchos de ellos norteafricanos, acostumbrados a una guerra sin reglas, sin ninguna empatía por los obreros a los que iban a combatir. Los mandos del Tercio y de la Legión partían de una hipótesis típicamente colonialista, pero trasplantada a suelo europeo: el triunfo de la insurrección no se había debido solo a los combatientes armados, sino también al apoyo de las familias, y en general de toda la comunidad. Por ello, toda ella debía ser castigada, portara o no armas. Eliminar la barrera entre milicianos y civiles suponía elevar el nivel de la represión conocida hasta entonces en la lucha contra el movimiento obrero.

La decisión gubernamental de poner a Francisco Franco, un militar africanista con fama de duro e implacable, al mando de las operaciones militares, sería controvertida incluso en el seno de las derechas, que ostentaban el gobierno republicano desde noviembre de 1933. Finalmente se impondría la posición de los partidarios de un castigo ejemplar al movimiento revolucionario. Franco, que ya había reprimido la gran huelga general de 1917 en Asturies, dirigiría desde Madrid las operaciones militares, y los generales Yagüe y López Ochoa se encargarían de las operaciones sobre el terreno.

Tal y como señala el historiador Paul Preston, el Ejército africano desplegó contra los revolucionarios asturianos “una brutalidad similar a sus prácticas habituales al arrasar aldeas marroquiés” e infringir castigos colectivos a la población civil. El bombardeo sobre poblaciones, apenas conocido en Europa hasta entonces y que en la Guerra Civil va a tener dramáticos episodios en Gernika, Madrid o Barcelona, será ensayado sobre las cuencas mineras asturianas, epicentro del movimiento revolucionario, para aterrorizar y desmoralizar a los resistentes. Como explica el viajero belga Mathieu Corman en su diario de viaje por Asturies, el Ejército arrojaría las bombas no solo sobre las posiciones de los milicianos, sino también sobre los pueblos mineros, sabiendo que estos “habían sido abandonados por los hombres, que habían salido a combatir en el frente”, pero con otro objetivo: destruir “la moral de los combatientes revolucionarios”, que se daban cuenta “de que la vida de los suyos estaba tan cruelmente expuesta”.

El General López Ochoa

Tras las bombas llegaría el lanzamiento por los aviones militares de octavillas informando sobre el fracaso de la huelga en el resto de España e instando a los “rebeldes de Asturias” a deponer las armas y entregarse, so pena de sufrir nuevos castigos “hasta destruiros, sin tregua ni perdón”. En los barrios obreros y de la periferia de Uviéu, como Pumarín y La Tenderina, y en las zonas rurales del concejo, como Villafría y la falda del monte Naranco, el ejército colonial va a matar de forma indiscriminada a más de 60 vecinos acusados de haber apoyado el movimiento revolucionario. En los saqueos de casas y de tiendas, palizas y fusilamientos que van a acompañar la toma de la capital asturiana por el Ejército, los mercenarios de origen norteafricano van a distinguirse por una violencia y crueldad desconocida inusual.

Los ecos del baño de sangre causado por estos en Uviéu va a llegar hasta unas fuerzas revolucionarias desmoralizadas y en retirada hacia las cuencas mineras. Cuando el comité revolucionario de la batalla definitivamente por perdida y el líder socialista Belarmino Tomás negoció la rendición con el general López Ochoa, Tomás puso precisamente como una de las condiciones que no sean las tropas moras las primeras en entrar en las cuencas mineras. Una condición que Ochoa va a respetar, pero que no va a ser suficiente para impedir la ola represiva de los meses siguientes a la “pacificación” de Asturies.

‘Fake News’ y represión en una Asturies ocupada

Los episodios de violencia indiscriminada no concluirían con la derrota del movimiento huelguístico de octubre. Es más, se intensificarán a finales de mes, cuando la Comuna de Asturies ya es solo un recuerdo. A la ocupación militar de Asturies por 15.000 soldados y 3.000 guardias civiles, de asalto y carabineros, le seguirán días de plomo marcados por la llegada el 1 de noviembre de 1934, procedente de Marruecos, del oficial de la Guardia Civil Lisardo Doval, para tomar posesión del cargo de delegado especial del gobierno para el restablecimiento del orden público en las provincias de Asturies y León. Doval ejercerá esta responsabilidad durante tan solo un mes, lo suficiente intenso como para dejar un recuerdo imborrable tanto entre las clases trabajadoras de la región, como entre la burguesía asturiana, que le convertirá en su particular héroe libertador.

Bajo el pretexto de apresar a los dirigentes del movimiento revolucionario y de localizar tanto los arsenales de armas como el dinero robado de la delegación del Banco de España en Uviéu, se generalizará la tortura de prisioneros en cárceles y comisarías. También se producirían saqueos de las Casas del Pueblo y ateneos obreros, clausurados por orden gubernamental, quema de libros y represalias y humillaciones públicas contra familiares de los líderes revolucionarios, como Purificación Tomás, hija del principal dirigente socialista, que será obligada a recorrer descalza las calles de Sama, Llangréu durante horas bajo una torrencial lluvia. Además, las fuerzas armadas se tomarán su propia venganza por los 300 militares y guardias caídos en los combates de octubre.

Franco, director desde Madrid de la campaña en Asturies, con el presidente de la República Niceto Alcalá Zamora.

Aunque no será el único caso de una ejecución sin juicio previo, tendrá una especial repercusión la historia de los llamados “Martires de Carbayín”. La matanza Carbayín escandalizará al propio general López Ochoa y anticipará los “paseos” de la Guerra Civil: 24 hombres de la cuenca minera del Nalón detenidos arbitrariamente por soldados y guardias civiles, dos de ellos incluso simpatizantes de las derechas, trasladados de noche en camión a un monte cercano para ser salvajemente apuñalados, mutilados, torturados y fusilados, antes de ser arrojados a una fosa común.

Con la prensa obrera clausurada, las garantías constitucionales suspendidas y buena parte de las izquierdas en prisión, las derechas no van a encontrar apenas oposición a su relato

La prensa conservadora regional y nacional jugará un papel clave no solo en silenciar estos excesos, sino también en legitimar la represión oficial, gubernamental. Todo tipo de exageraciones y mentiras acerca de sacerdotes degollados por los revolucionarios, así como otras invenciones sobre supuestos crímenes sádicos cometidos durante la revolución, fundamentalmente contra religiosos, van a ser amplificados profusamente por los medios derechistas, creando con ello un estado de ánimo favorable a la mano dura y la aplicación de medidas de excepcionalidad.

Hay que “barrer todo lo que sea antipatria, extranjerismo, doctrina exótica”, escribiría en 1934 el diputado monárquico Honorio Maura en las páginas del ABC. La deshumanización y la desnacionalización de los revolucionarios, presentados como seres sedientos de sangre, miembros de un complot bolchevique y traidores a su patria, anticipará el nacimiento del concepto de la Anti-España, fundamental a partir de 1936 para justificar el proceso de limpieza política en la España en manos de los golpistas. Al enemigo interior se le podía destruir con la misma falta de compasión que a un invasor o un pueblo colonizado. Una parte de la clase obrera, envenenada por las “doctrinas exóticas” y al servicio de Moscú, se había convertido de algún modo en extranjera a los ojos de las derechas.

El líder socialista y dirigente de la revolución de octubre de 1934, Belarmino Tomás.

Con la prensa obrera clausurada, las garantías constitucionales suspendidas y buena parte de las izquierdas en prisión, las derechas no van a encontrar apenas oposición a su relato hasta que algunos periodistas progresistas españoles y la presión internacional de diputados laboristas y socialistas franceses comience a airear los excesos represivos cometidos en Asturies. Serán también algunas voces poco sospechosas de complicidad con los revolucionarios, como la del general López Ochoa, las que contribuyan a desmentir las exageraciones de la prensa conservadora: “Las historias de atrocidades cometidas por los revolucionarios en Asturias son producto de una campaña baja y exagerada. Condeno los acontecimientos de Asturias de todo corazón, pero he de condenar también la campaña de que son objeto. Los revolucionarios mataron a cuantos se les resistieron, pero como regla general respetaron la vida de sus prisioneros”.

También la diputada Clara Campoamor, republicana liberal, opuesta al movimiento revolucionario de octubre de 1934, desmentirá tras un viaje oficial a Asturies como parlamentaria, los supuestos actos de sadismo de los revolucionarios: “No conozco otro caso de represión por parte de los revolucionarios que unos fusilamientos en Turón. No ha habido más crueldades que aquellas que pueden llamarse de guerra. Casi todos los actos de salvajismo están sólo en la imaginación morbosa de algunas personas”.

El 8 de diciembre de 1934 concluía el periodo de Lisardo Doval como delegado gubernamental para la pacificación de Asturies y León. El Gobierno de Lerroux ordenaba su regreso a Tetuán y le ascendía a jefe de seguridad de las posesiones coloniales españolas en Marruecos. En su discurso de despedida de la región asturiana, donde sería homenajeado por la burguesía local en un acto celebrado en Uviéu, se le atribuye esta elocuente frase: “Es lo mismo. Asturias…. Marruecos… No cambia más que el paisaje”.

Fuente: El Salto Diario

16 de octubre charla de la historia de la revolución de Asturias de 1934

 

 

 

 

 

 

Conntaremos con la presencia de  dos historiadores que nos versarán  sobre los acontecimientos acaecidos en octubre de 1934 en Asturias así como en todo el estado.

Interesante charla que merece la pena escuchar para tener una buena base de conocimiento sobre hechos tan relevantes como el que se tratará en esta charla.

 ACUDE!!!!!!!

Crónica de una muerte silenciada. Asesinato y depuración de un maestro en Montijo

En Montijo no hay nada que recuerde institucionalmente a García Martínez de Tejada y a sus compañeros. Algunos de los “maestros” que vinieron después ejercieron la docencia sin formación ni título, a golpe de palmeta o a hostias bajo los retratos de José Antonio y Franco, al dictado de los principios del Movimiento y de la Santa Madre Iglesia.

Nadie sabe a ciencia cierta qué fue lo que condujo al maestro Juan José García Martínez de Tejada en sus últimos días a Montijo, el pueblo de Badajoz donde le esperaba la muerte. Nunca sabremos qué le llevó a incorporarse el viernes 4 de septiembre de 1936 a su puesto de enseñanza primaria, en el Grupo escolar Giner de los Ríos, donde la educación era pública, laica y gratuita.

Si atendemos a lo que se cuenta en su expediente de depuración, en el Archivo General de la Administración, la insurrección militar de julio le habría cogido de vacaciones en Valladolid, donde residía la familia de su mujer, Rosa Álvarez. Ya a finales de las mismas, en la segunda quincena de agosto, debía de conocer o intuir las atrocidades que el ejército golpista del sur andaba cometiendo en su rápido avance hacia Madrid. El Norte de Castilla, Diario Independiente de Valladolid, ciudad tomada por los sublevados desde el inicio de la guerra, anunciaba en su portada del 15 de agosto la toma de Badajoz por las tropas de Yagüe, comunicada por Radio Tetuán. Es de suponer que Juan José García, hombre culto, habría leído con avidez esta noticia y las de los días posteriores, que hablaban de la “justicia sumarísima” aplicada en los pueblos extremeños tomados por la «Columna de la muerte», donde lo que menos había, precisamente, era justicia.

O tal vez creyera que la situación en Montijo, tomado el 13 de agosto, era más tranquila que en Valladolid. Allí se fusilaba al amanecer, en el Campo de San Isidro, a las afueras de la ciudad, en un paredón cercano a unas graveras donde un avispado levantó un puesto de venta ambulante: vendía churros y aguardiente al público madrugador que acudía a presenciar las ejecuciones.

Sea como fuere, aquel maestro segoviano de 32 años (había nacido en San Cristóbal de la Vega), casado y padre de dos niños de seis y tres años, llegó a Montijo en los últimos días de agosto o primeros de septiembre de 1936, recién iniciada en este pueblo una sangrienta represión contra vecinos y vecinas del mismo, ya narrada en este diario en artículos como Verdugos conocidos o 83 aniversario del asesinato de los dirigentes republicanos en Montijo.

A pesar de que se ha repetido hasta la saciedad, con sutiles visos de justificación, que la represión fascista fue ejercida contra “elementos” ajenos a los valores conservadores, lo cierto es que, según el testimonio de familiares cercanos, García Martínez de Tejada era una persona creyente en la fe católica, muy religiosa, beata en su condición de fervoroso practicante, así como un funcionario cumplidor y comprometido con su labor de docente en este pueblo de Badajoz, donde ejercía desde abril de 1929, cuando llegó a la escuela unitaria número 2. Aún así, la muerte le rondaba y, como en el célebre cuento árabe, debió de sorprenderse al verle en Valladolid hacia finales de agosto cuando sabía que debía encontrarle en Montijo, donde nadie le esperaba, a principios del mes siguiente.

Así que confiado de sí mismo y en paz con su conciencia, quizás llevado por un sentido del cumplimiento del deber como funcionario del Estado, tal y como hicieron muchos otros maestros y maestras nacionales que se incorporaron a su puesto de trabajo los primeros días del curso escolar 36-37, Juan José García viajó desde Valladolid a Montijo a través de la España tomada por los rebeldes, pasando por Salamanca, Plasencia y Cáceres, donde ya se mataba mucho y en azul, en cumplimiento de la consigna atribuida a Queipo de Llano cuando a este le preguntaron qué hacer con el poeta Federico García Lorca: “Dadle café, mucho café”, dijo, donde “café” era el acrónimo de “¡Camarada: Arriba Falange Española!”.

La escuela es entendida como una herramienta para paliar las desigualdades sociales y el principio educativo como base del trabajo cooperativo

Todo lo que sabemos de la excelencia de su trabajo como maestro nacional y de las vicisitudes de sus últimos días es gracias a la también excelente y abundante obra de Antonio García Madrid en referencia a los llamados maestros freinetianos (García Madrid, Antonio, Un ejército de maestros. Experiencias de las técnicas de Freinet en Castilla y Extremadura, 1932-1936), un conjunto de maestros nacionales que se acogieron a las técnicas pedagógicas de Célestin Freinet, impulsor en Francia de la Cooperativa de Enseñanza Laica y la Escuela proletaria. Freinet abogaba por principios educativos como la autogestión, la cooperación y la solidaridad entre el alumnado. Su obra y su enseñanza se enmarcan en el conjunto de enfoques críticos a la escuela que surge en Europa en el primer tercio del siglo XX, de inspiración marxista y anarquista. La escuela es entendida como una herramienta para paliar las desigualdades sociales y el principio educativo como base del trabajo cooperativo. Hay que fomentar en los niños y niñas un espíritu creativo de acción. El objetivo es crear hombres y mujeres libres que se comporten como ciudadanos y ciudadanas libres de dogmatismos. Sus principales representantes fueron Célestin Freinet (1896-1966), Antón Makarenko (1888-1939) y Manuel Núñez Arenas (1886-1951).

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Juan José García Martínez de Tejada el día de su boda con Rosa Álvarez. Foto: cedida por un familiar.

En 1927 Freinet publicó su obra La imprenta en la escuela, fundamentada en lo que hoy conocemos como constructivismo: son los alumnos y alumnas quienes construyen su propio conocimiento a partir de lo que ya saben y expresándose de modo espontáneo en un marco de libertad creativa. Freinet utiliza la imprenta como herramienta para crear medios de comunicación autogestionados por el alumnado, algo que les permitirá ser protagonistas de su propio aprendizaje.

En España hubo dos grandes focos de maestros freinetistas. Uno de ellos fue el catalano-aragonés y otro el extremeño

En España hubo dos grandes focos de maestros freinetistas. Uno de ellos fue el catalano-aragonés y otro el extremeño, este último sobradamente estudiado por García Madrid. Su principal representante e impulsor fue Maximino Cano Gascón, maestro también destinado a Montijo tras su paso por Las Hurdes.

Queremos creer en la posibilidad de que Juan José García Martínez de Tejada se comunicara por teléfono o por carta con Maximino Cano antes de regresar a Montijo, a finales de agosto. Queremos creer que cuando mantuvieron esa conversación Maximino le contó que el pueblo, a pesar de los acontecimientos y del cambio de gobierno municipal a manos facciosas, estaba tranquilo. En los primeros días de guerra 56 personas de derechas habían sido encerradas en el convento de las Clarisas, pero no se había producido ninguna muerte en el municipio. A partir del 13 de agosto, víspera de la toma y matanza de Badajoz, con los cañones de Yagüe apuntando al pueblo desde el cercano cerro de Lobón, las tornas se volvieron y el poder municipal les fue entregado a quienes habían estado encarcelados en ese convento.

Juan José había introducido a Maximino en la sociedad montijana a su llegada tres años antes, en septiembre de 1933, con ocasión de inicio del nuevo curso. Maximino arrastraba una amplia experiencia vivida en la tierra de las Hurdes, donde había llevado a cabo su enseñanza freinetiana, en compañía del también maestro José Vargas, con la utilización de la imprenta para la publicación de diversas revistas escolares y la puesta en marcha de una radio, experiencia que repetiría en Montijo. Estas publicaciones se habían dado a conocer tanto dentro como fuera de España a través de diversos canales, siguiendo el principio de la pedagogía freinetiana del internacionalismo, una dimensión europea y transnacional de la educación. Como se afirma en La pedagogía de Freinet en España: la importancia del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular, de Gemma Errico, Universidad de Roma “Tor Vergata”, 2014, Freinet (cita textual) invitaba a adoptar una perspectiva, internacional y global de la educación y la cultura, una perspectiva crítica hacia los nacionalismos exclusivos, promoviendo la interacción y la comprensión internacional, herramientas indispensables para el mantenimiento del orden mundial y de la paz.

El pueblo estaba tomado por la Escuadra negra de la Falange, un grupo paramilitar de jóvenes descontrolados, borrachos de coñac y poder, que acostumbraban a robar, torturar, violar y matar, en connivencia con la Guardia Civil. El párroco del momento alentaba aquellas ejecuciones, llegando incluso a delatar el escondite de algunos huidos, confiado por sus familiares en confesión

Se da la circunstancia de que Maximino Cano Gascón ya había publicado en 1920 un primer libro de poesías, El primer amor, con una ilustración de portada del anarquista Ramón Acín. Este último –artista, revolucionario, pedagogo- venía aplicando desde 1932 las técnicas de Freinet en sus clases como profesor de dibujo en las Escuelas Normales de Maestros y Maestras de Huesca, una escuela pública de formación de profesorado, cuya plaza como profesor había obtenido en 1917. También, en 1932, Ramón Acín había acompañado a Luis Buñuel por Las Hurdes en su viaje para el rodaje de Tierra sin pan. Es muy posible que, dada la colaboración en la edición del libro de poesías de Maximino Cano, ambos se encontraran en tierras hurdanas. Incluso hay quien especula que parte del dinero que Ramón Acín ganó en la lotería y destinó al pago del rodaje de la película de Buñuel, ayudó también a sufragar los gastos de compra de imprenta y otros materiales de los maestros freinetianos en las Hurdes (29.757, El número de la suerte).

Cuando el maestro Juan José García Martínez de Tejada regresó a Montijo, en tiempo de azufaifas, se encontró el pueblo muy cambiado. Los letreros alusivos a la Segunda República habían sido arrancados y habían dado comienzo los asesinatos antes del amanecer frente a la tapia norte del cementerio. El pueblo estaba tomado por la Escuadra negra de la Falange, un grupo paramilitar de jóvenes descontrolados, «borrachos de coñac y poder», que acostumbraban a robar, torturar, violar y matar, en connivencia con la Guardia Civil y las autoridades ilegítimas. El párroco del momento, siniestro personaje, alentaba aquellas ejecuciones, llegando incluso a delatar el escondite de algunos huidos cuyo paradero le había sido confiado por sus familiares bajo el sacramento de la confesión. En el testimonio dado por este cura (nombrado después arcipreste por el obispado de Badajoz) en el expediente de depuración acerca del maestro García Martínez de Tejada, dice: “era de ideas socialistas y contrario al movimiento salvador”.

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Primer número de la revista Floreal, realizada por el grupo escolar Giner de los Ríos de Montijo en 1934.

En Montijo existían dos grupos escolares creados por la República, “Giner de los Ríos” y “14 de abril”, donde se impartía una enseñanza racionalista, laica y muy progresista. La Constitución de la II República Española, establecía en sus artículos 48, 49 y 50 los principios de una enseñanza (entonces no se hablaba de educación) pública, gratuita, laica, mixta y obligatoria. Diversos decretos desarrollaron durante los años siguientes un proyecto educativo inigualable e irrepetible, que iba desde la creación de las misiones pedagógicas, con los más renombrados intelectuales del país entrando a lomos de borricos cargados de libros en los pueblos más humildes para llevarles a sus gentes la cultura, hasta el proyecto de creación de más de 27.000 escuelas, obligando a los ayuntamientos de los pueblos a que, en tanto se construían los centros educativos, habilitaran espacios adecuados donde maestros y maestras de nuevo cuño darían sus clases (en algunos lugares se llegó a utilizar como aula la sala de autopsias de los cementerios).

Durante la República se desarrolló un proyecto educativo que iba desde la creación de las misiones pedagógicas, con los más renombrados intelectuales del país entrando a lomos de borricos cargados de libros en los pueblos más humildes, hasta la creación de más de 27.000 escuelas

Estos últimos, los maestros y las maestras, recibieron una formación digna, por primera vez de carácter universitario, y fueron instruidos en el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. En poco tiempo se convirtieron en los intelectuales de los pueblos, recurriendo a métodos pedagógicos basados en la experimentación científica, el debate y la comprensión de las capacidades de sus alumnos y alumnas, a quienes sacaban cada dos por tres de las aulas para enseñarles de primera mano el mundo que les rodeaba. Ahí queda, como delicia narrativa de esta verdad, el precioso cuento de Manuel Rivas La lengua de las mariposas.

Según el libro citado de Antonio García Madrid, en el expediente de clases pasivas del maestro García Martínez, hay una declaración de su esposa, Rosa Álvarez, que afirma que el maestro fue detenido nada más llegar a Montijo e incorporarse a su puesto escolar el 4 de septiembre, en el Grupo escolar “Giner de los Ríos”. Su misma suerte corrió otro de sus compañeros, muy posiblemente implicado en las técnicas freinetistas en Montijo, Eduardo Almada Rodríguez, maestro nacional de 42 años. En sintonía con el principio internacionalista del freinetismo, que abogaba por una comunidad internacional de maestros y maestras dotados de un lenguaje pedagógico universal y común, Eduardo Almada era esperantista y, después de haber ejercido en su pueblo natal, Villanueva del Fresno, donde había sido alcalde, ocupó plaza en Montijo, compartiendo enseñanza con García Martínez de Tejada y Maximino Cano.

En los últimos días de agosto o primeros de septiembre un grupo de falangistas de Villanueva del Fresno se desplazó a Montijo y le detuvo. Eduardo Almada estaba tomando el fresco, al atardecer, a las puertas de su vivienda junto a unos compañeros de cátedra, en unas casas añadidas al grupo escolar que han estado en pie hasta hace poco tiempo, conocidas como las casas de los maestros del colegio de las eras. Fue trasladado a Villanueva del Fresno y fusilado junto a la ermita de San Ginés el 5 de septiembre a las seis de la mañana.

En los últimos días de agosto o primeros de septiembre un grupo de falangistas de Villanueva del Fresno se desplazó a Montijo y detuvo a Eduardo Almada. Fue trasladado a Villanueva del Fresno y fusilado junto a la ermita de San Ginés

García de Tejada fue llevado a la cárcel pública del pueblo. Allí se encontró con muchos convecinos que debieron de contarle lo sucedido una semana antes, cuando comenzaron los paseos y los asesinatos impunes antes del crepúsculo matutino. Le debieron de narrar el auto de fe que se hizo en la plaza pública con motivo de la procesión de la Virgen de Barbaño, patrona del pueblo, las palizas dadas a los presos obligados a desfilar ante la imagen y el rapado de las mujeres, a quienes después de cortarles el pelo al cero se les dejaba un pequeño flequillo donde se le anudaban unos lacitos con los colores de la bandera monárquica. Después se les obligaba a tomar aceite de ricino “para sacarles el comunismo del cuerpo”.

García Madrid da noticia de una carta, transcrita literalmente, escrita por García Martínez de Tejada desde la cárcel a su esposa nada más ser detenido, el sábado 5 de septiembre. En ella aún confía en ser puesto en libertad: “Tengo confianza en Dios y espero salir de esta cárcel pronto”. Le pide que esté tranquila porque él también lo está: “Nada he hecho y nada me harán. Muchos abrazos. Juan José”.

Como maestro se había significado en la vida social y política del pueblo. Su condición de secretario del consejo local de enseñanza le obligó a participar en la toma de decisiones políticas, si bien siempre en el ámbito de lo referente a la mejora de la enseñanza en Montijo. Como docente era un buen maestro. Así lo recuerda su alumno Juan Roque Redondo en declaración recogida por el historiador Juan Carlos Molano Gragera. Juan Roque recuerda los métodos innovadores de Martínez de Tejada, como aquellos atardeceres de jueves en los que el maestro sacaba a los niños al campo y les hacía trazar en la hierba figuras geométricas que después debían medir con una cinta métrica: “Este método nos gustaba a todos y aprendíamos pronto”.

Pero lo que debió delatarle sobremanera fue su clara implicación en la elaboración, edición y publicación de las revistas escolares del pueblo, hechas desde el espíritu freinetiano de ambas escuelas e inspiradas por Maximino Cano: la Revista Infantil Floreal, del grupo Escolar Giner de los Ríos y la Revista Infantil Alborada, del Grupo Escolar 14 de abril.

Gracias al libro de García Madrid y al ejemplar existente de la segunda (Alborada) en el Archivo de Montijo, podemos ver en la reproducción de sus páginas el proyecto escolar inspirado por Maximino Cano (que no tiene nada que envidiar a los proyectos de enseñanza aprendizaje hoy día existentes). En sus páginas no solo colaboraban los niños y niñas del pueblo con muchos y muy diversos temas, sino también escritores locales y los mismos maestros y maestras de ambos grupos escolares. Siguiendo el principio del internacionalismo freinetiano, las revistas se enviaban a otros colegios, a otras regiones y a otros países, e incluso a otros continentes.

García de Tejada debió de coincidir en la cárcel con un colaborador de la revista, Andrés Acebedo Carretero, funcionario municipal que solía escribir en ambas revistas infantiles, Alborada y Floreal. Colaboraba también con revistas y periódicos del pueblo, donde firmaba como “El cantaclaro”. Andrés Acebedo, miembro de Izquierda Republicana y del Comité Revolucionario o de Defensa, fue fusilado el 17 de septiembre de 1936. Durante sus últimos días anotó en los márgenes de un libreto de la obra de teatro Morena Clara, de Antonio Quintero y Pascual Guillén, a modo de diario, los sucesos de aquellos días, con una sentida despedida de su esposa e hijos. Según el testimonio de allegados, antes de ser detenido estaba ensayando esta obra para representarla en el Teatro Calderón de Montijo. Su viuda conservó durante toda su vida este libreto, que finalmente fue sepultado junto a ella. Sus familiares, cada vez que pasaban por el cementerio, dado que fue enterrado en una fosa común anónima junto a una pared, arrojaban por encima de la misma un ramo de flores.

García de Tejada supo que lo iban a matar después de haber escrito aquella carta a su mujer pidiéndole que estuviera tranquila. Al día siguiente, el 6 de septiembre, escribía su última carta desde la misma cárcel. En ella se encomendaba a Dios y le daba instrucciones a su esposa para solicitar la pensión en calidad de viuda de funcionario, indicándole dónde estaban los documentos que avalaban sus 10 años de servicio. La terminaba escribiendo:
“En fin: No puedo más. A todos los que me hayan hecho mal les perdono y a vosotros, mis seres queridos, os envío mi último abrazo. Juan José”.

Durante sus últimos días, Andrés Acebedo anotó en los márgenes de un libreto de la obra de teatro Morena Clara, a modo de diario, los sucesos de aquellos días, con una sentida despedida de su esposa e hijos. Su viuda conservó durante toda su vida este libreto, que finalmente fue sepultado junto a ella

Esa misma noche, ya 7 de septiembre, temporada de moscas y de viñas, le sacaron de la cárcel, le montaron en un camión y le llevaron en compañía de otros vecinos al cementerio, donde lo mataron. Le dejaron allí, hasta que al día siguiente le fueron a enterrar en la fosa común bajo un puñado de cal.

Todos estos asesinatos se hicieron sin ningún juicio previo. Los expedientes de depuración del magisterio de enseñanza primaria en la zona sublevada comenzaron en noviembre de 1936. El expediente de depuración del maestro Juan José García Martínez de Tejada fue resuelto con fecha de 26 de julio de 1939. En él, el Presidente de la gestora testifica que “cooperó con los elementos de izquierda desde el año 1931”, que la Guardia Civil “informa en el mismo sentido”, que el cura párroco de Montijo dice lo que ya apuntamos al inicio, que “era de ideas socialistas y contrario al movimiento salvador”. El padre de familia, elegido entre vecinos de “reputada moral”, testificó que “se destacó como enemigo del glorioso movimiento salvador de nuestra querida España”. La comisión de depuración, a la vista de los informes emitidos por las Autoridades locales de los que resultaban cargos graves contra el maestro nacional D. Juan José García Martínez de Tejada, propuso la separación definitiva del servicio, no reconociendo de este modo los derechos que su familia pudiera tener por sus años prestados como funcionario. Su único delito: ser un maestro de la República.

No se reconocieron los derechos que su familia pudiera tener por sus años prestados como funcionario. Su único delito: ser un maestro de la República

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Libreto similar donde Andrés Acebedo escribiría un diario de la represión fascista sufrida en Montijo.

Buena parte de los compañeros y compañeras de García Martínez de Tejada sufrieron las mismas consecuencias por cumplir con su deber de docentes e incorporarse a su puesto de trabajo aquel curso escolar de 1936. Jerónimo Ruiz Lara, activo participante en la elaboración de las revistas y maestro en Montijo hasta 1935, cuando cambió destino a Medellín, sería ejecutado en Alcázar de San Juan en noviembre de 1939. Los dos grupos escolares donde desarrollaron su labor, el Giner de los Ríos y el 14 de Abril, perdieron su nombre laico y adoptaron otros nombres religiosos que aún mantienen hoy día, Colegio Público Padre Manjón y Colegio Público Virgen de Barbaño. En ninguno de ellos existe referencia alguna a este grupo de maestros adelantados a su época ni a su proyecto pedagógico, reemplazados tras su asesinato o depuración por excombatientes, sacerdotes, madrinas de guerra, falangistas, delatores…, todos ellos adeptos al Glorioso Movimiento Nacional y premiados así por su labor durante la guerra.

Como se afirma en La represión franquista de los maestros freinetianos, comunicación de José María Hernández Díaz y José Luis Hernández Huerta (Universidad de Salamanca, 2009), se inició “un proceso radical de expurgación del cuerpo de funcionarios públicos. Entre estos, el docente fue prioritario, especialmente el dedicado a la primera enseñanza. Esto fue así porque las autoridades del nuevo Régimen eran conscientes de que, en buena medida, el futuro de este se decidiría en las aulas, es decir, que, una vez ganada la guerra, el nuevo orden solo se podría sostener mediante una acción continuada y metódica sobre las voluntades más jóvenes, en consonancia con los principios y valores del nacionalcatolicismo”. No iban desencaminados: aún queda bastante de ese poso.

Las autoridades del nuevo Régimen eran conscientes de que, en buena medida, el futuro de este se decidiría en las aulas, es decir, que una vez ganada la guerra, el nuevo orden solo se podría sostener mediante una acción continuada y metódica sobre las voluntades más jóvenes, en consonancia con los principios y valores del nacionalcatolicismo”

En Montijo no hay nada que recuerde institucionalmente a García Martínez de Tejada y a sus compañeros. Algunos de los “maestros” que vinieron después ejercieron la docencia sin formación ni título, a golpe de palmeta o “a hostias” bajo los retratos de José Antonio y Franco, al dictado de los principios del Movimiento y de la Santa Madre Iglesia. Hoy día algunos de estos, a quienes «no se les tenía respeto sino miedo”, tienen nombre reconocido en las calles y plazas del pueblo. Solo el Centro de Educación Infantil, de titularidad autonómica y gestión municipal, lleva el nombre de Alborada, la revista hecha por los niños y niñas del Grupo escolar 14 de Abril durante la Segunda República. En el último ejemplar que nos queda de esta revista, el niño Bartolomé García Delgado, de Grado 1º, dejó escrito, en 1934:

“Por la ventana de mi clase se ven las eras, con montones de trigo, cebada, habas, garbanzos, avena. Estos cereales los traen en carros, los extienden, las mulas los pisotean, después lo trillan y lo aventan para recoger el grano limpio.
Este año hay buena cosecha.»

Fuente: ElSaltoDiario